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Ejerció de catedral en más de una ocasión, acogió el funeral de José María de Pereda y era frecuentada por Concha Espina. La parroquia de Santa Lucía es un icono de Santander. No sólo para los fieles, también para los amantes de la historia y del arte. Ubicada en Cañadío, la iglesia supera ya los 150 años de historia y lo celebra con la publicación de 'Parroquia de Santa Lucía de Santander: 150 aniversario (1868-2018)'. Un libro que recoge curiosidades del templo y de sus párrocos desde su inauguración hasta la actualidad e información sobre los actos que se celebraron para conmemorar su siglo y medio de vida.
Aunque se inauguró en 1868, su construcción comenzó 14 años antes y los últimos retoques no se completaron hasta 1890. Fue el arquitecto Antonio de Zabaleta quien proyectó sus planos. «Antes de diseñarla tuvo una gran trayectoria en Francia. Gracias a él, este templo es uno de los más emblemáticos de Santander», expone el editor del libro y consejero de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfredo Alonso, muy vinculado a la parroquia. Una muestra del gran valor de este edificio es que ejerció de catedral más de una vez. La primera de ellas, tras la explosión del Cabo Machichaco en 1893 y, varias décadas después, tras el incendio que arrasó gran parte de la ciudad en 1941. «También lo fue más recientemente, durante un periodo en el que la catedral estaba en obras y hubo que acoger su actividad», apunta el actual párroco de Santa Lucía, José Olano, que sirve allí desde 1995.
«Esta parroquia ocupa un lugar destacado en la ciudad, lo que contribuye a que sea uno de sus templos más importantes. También lo es porque ha tenido importantes párrocos, como Sixto de Córdova, quien sirvió durante medio siglo e investigó y recuperó el cancionero popular de Cantabria», expone el religioso. El papel de De Córdova, quien recorrió la región recopilando tradiciones, música, bailes, cuentos, leyendas, historia oral, proverbios, chistes, supersticiones, y artesanía, fue fundamental para aglutinar todo aquello que hoy forma el folclore cántabro.
El lema del 150 aniversario de la parroquia es 'Una gran familia de creyentes'. «Santa Lucía es un emblema de la ciudad que se expande más allá del templo», relata Alonso. «La conforman los feligreses, pero también aquello que la rodea, como sus edificios y sus vecinos. Es algo que nos une, el pegamento que nos hace convivir. Aunque cada uno seamos distinto, todos conformamos una familia. Gracias a la parroquia se aprende a convivir y progresa todo lo que está a su alrededor, como los comercios. Son muchas generaciones las que han crecido en torno a este altar».
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'Parroquia de Santa Lucía de Santander: 150 aniversario (1868-2018)' comenzó a idearse en 2016. «Empezamos a perfilarlo, recopilar ideas e información, planificar las actividades y conciertos que tendrían lugar durante la celebración...», enumera. «Todos los cántabros hemos pasado alguna vez por la parroquia de Santa Lucía. Eso te vincula».
Alonso también guarda un buen recuerdo sobre el órgano de la parroquia, ya que tuvo la fortuna de aprender música con sus teclas. «Estudié en Cazoña y fui alumno del compositor Juanjo Mier, premio nacional de órgano. Varios estudiantes tuvimos la suerte de, tras el horario escolar, ir a la iglesia para seguir formándonos con su órgano. Me siento afortunado por haber tenido esa oportunidad». Este órgano también hizo las veces de escondite durante la guerra civil. El organista de esa época, Cándido Alegría, ocultó la imagen de la virgen en uno de sus tubos para evitar su destrucción. Gracias a eso hoy puede visitarse, mientras que casi todas las demás imágenes fueron destruidas en 1936.
El presidente del centro de Estudios Montañeses, Francisco Gutiérrez, es una figura clave en la recuperación de la historia de este emblemático edificio. Una de las mayores curiosidades que guarda el templo es que su construcción se financió con donativos y «suerte». La decisión del entonces obispo, Manuel Arias Teijeiro, de jugar a la lotería, fue decisiva para afrontar los gastos. La fortuna quiso que el religioso ganase un premio de 10.000 reales en 1855 y otros 2.000 al año siguiente, dinero que se empleó en la edificación del templo.
Además de a feligreses, Santa Lucía ha acogido a importantes figuras de la literatura a lo largo de su historia. El 3 de marzo de 1906 se celebró allí el multitudinario funeral del novelista José María de Pereda. También la escritora Concha Espina visitó el templo tras una larga estancia en Nueva York. Llegó a Santander en octubre de 1929 y fue recibida por sus seguidores, quienes la entregaron, entre otros obsequios, ramos de flores que ella misma ordenó trasladar a Santa Lucía para ofrecérselos a la Inmaculada Concepción. Allí estaba De Córdova, gran admirador, quien ordenó que todas las luces de la parroquia se mantuvieran encendidas mientras la escritora estuviera orando allí.
A lo largo de los años y las generaciones, el papel de la parroquia ha ido cambiando. Ahora quedan dos sacerdotes, aunque en el pasado llegaron a ser cinco. Al día, se celebran tres misas. «Se nota el paso del tiempo, la gente joven acude menos a la iglesia, es algo que ocurre a nivel general, no sólo aquí», señala Olano, aunque al ser tan céntrica, asegura que aún hay una buena afluencia de fieles.
«Es una zona de mucho paso y eso se nota». Además, al estar ubicada en el centro de Santander, también acuden muchos turistas. «Se nota especialmente en verano, se ven muchas caras nuevas». Los visitantes se dividen entre aquellos que acuden porque son creyentes y los que visitan la parroquia para conocer su faceta cultural.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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