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El objetivo es blindar a las palmeras de Santander ante un enemigo mortal que en otras ciudades de España ha arrasado con el 80% de ... esta imponente planta (porque, aunque lo parezcan, las palmeras no son árboles). El picudo rojo es un escarabajo que, una vez se asienta en una víctima, es prácticamente imposible salvarla. Por eso, desde el servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento han puesto en marcha esta semana un plan preventivo, una acción pionera en España, como explican desde la empresa contratada para esta tarea, Idebio. Y no lo están haciendo con un tratamiento, sino con dos. Uno consiste en pulverizar un tratamiento biológico en la copa y, el otro (para los ejemplares más altos), se inyecta en el tronco. Cada uno ronda el 85-90% de efectividad pero, aún así, no está garantizado el éxito ante una plaga difícil de mantener a raya.
Santander cuenta con uno de los patrimonios de palmeras canarienses municipales más importantes de España, con un total de 300. Muchas de ellas, centenarias. Tras analizar todas y para alivio del Ayuntamiento, no se ha detectado ninguna con picudo rojo. Pero el peligro las rodea. El primero, que hizo despertar la inquietud del responsable del servicio de Parques y Jardines, Pablo Ruiz, es que este insecto está presente «al otro lado de la Bahía», lo que le hizo insistir encarecidamente en la necesidad de proteger las palmeras de Santander cuanto antes. El segundo, es que sí se ha localizado un ejemplar arrasado por este escarabajo en el municipio, pero en una palmera de una finca particular.
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Como no existe un protocolo regional de actuación frente al picudo rojo -algo en lo que Ruiz insiste-, desde el Ayuntamiento tuvieron que intervenir en este caso privado sin saber exactamente qué pasos seguir. Como solución, enterraron la planta para evitar que, una vez el picudo rojo terminase su festín, volase hacia su siguiente víctima.
La capital cántabra es una de las últimas que aún están libres de esta plaga, que llegó al sur de España desde Asia a finales de los años 90, cuando se importaron palmeras datileras. Algunas de ellas, infectadas por el picudo rojo. El escarabajo enseguida se dejó seducir por la variedad autóctona canariense (originaria de las Islas Canarias), ya que contiene más azúcar y que, como explica el propietario de Idebio, Alejandro Martínez, «para ellos es como cambiar la mortadela por el jamón». Avanzó por la costa, subió desde el Algarve portugués hasta Galicia y Asturias. Por el otro lado, llegó al País Vasco y Cantabria se quedó aislada hasta que, inevitablemente, la plaga también llegó. Sabiendo lo que había ocurrido en otras provincias, con el 80% de las palmeras arrasadas, Ruiz empezó a mover en noviembre de 2022 la contratación de una empresa que inmunizase a los ejemplares de Santander y así se decantó por Idebio, con una trayectoria de cerca de 30 años.
Por ley, en Europa no se pueden utilizar tratamientos químicos contra las plagas en espacios donde puedan afectar a personas, animales o vegetales, por lo que Idebio utiliza desde hace años un tratamiento biológico que, aseguran, es igual de eficaz contra el picudo rojo pero sin dañar a otras especies que viven en las palmeras, como aves o insectos polinizadores, como las abejas. Estos productos biológicos combinan nematodos entomopatógenos, que son unos organismos microscópicos en forma de gusano que causan la muerte a esta plaga sin afectar a plantas ni animales, con un producto natural orgánico que protege a las plantas.
El tratamiento se tendrá que repetir durante 45 días para que sea efectivo y la intención desde el servicio de Parques y Jardines es que los empleados municipales aprendan de los seis profesionales de Idebio para que, tras estas primeras intervenciones, puedan hacerlo de forma autónoma.
Como explica Martínez, las plantas de Santander, la variedad canariense, son «el Rolls-Royce de las palmeras» y es habitual verlas en paseos de ciudades como Niza y Estoril, aunque las de la capital cántabra destacan por su número y su calidad -muchas superan los 20 metros de alto-. Se encuentran en los Jardines de Pereda, La Magdalena, Jardines de Piquío y Mataleñas, además de las que hay dispersas en diferentes calles de la ciudad, que también se están protegiendo.
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