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Zacarías Puente Herboso es un 'aguriezano' -con A- nacido hace 87 años y que podría rellenar, tan sólo con sus vivencias personales, cientos de páginas. Algunas de ellas, por cierto, ya están impresas. Técnico en Estudios Geológicos y Actividades Turísticas, indiano de ida y vuelta, ... hostelero adelantado a su tiempo, fundador y gran maestre de la Cofradía del Queso de Cantabria, escritor, conferenciante..., 'Zaca', para los amigos, es una enciclopedia viviente, uno de esos últimos románticos inquietos, ávido de aprender y sumamente generoso a la hora de enseñar. Un cántabro de pura cepa que ya figura en la historia de la región con mayúsculas y letras doradas.
Hoy, a partir de las ocho de la tarde, en el Salón de Cultura de Ayuntamiento de Ampuero, Puente Herboso presentará su última obra 'Memorias de un cántabro-americano nacido en Aguriezo 1935-1963'. Parte de su biografía en la que describe «la vida de un niño nacido en Guriezo, antes de la Guerra», y las grandes dificultades que tuvieron que pasar por entonces. «El conflicto bélico, la postguerra, las enfermedades, la pandemias -que también las hubo-, los cambios políticos...». Pero todo ello, afirma, «se superaba con el amor de la familia y los niños que jugábamos en el pueblo. Algo imborrable».
Habla este polifacético personaje del cariño que tenía a sus padres y sus tres hermanos. «Y tuve la suerte de conocer a mis abuelos, que poseían una gran sabiduría. Trabajaron mucho, se sacrificaron y estudiaron para transmitir después todo lo aprendido a sus nietos».
Además, en esta autobiografía, narra su dedicación y aportaciones a la mecánica de suelos, profesión que le hizo trabajar, gracias a una empresa italo-suiza, en América, otra de sus pasiones. Y también de su regreso a España para adquirir los terrenos para construir el hotel-restaurante El Risco de Laredo, y de cómo lo reflotó en seis meses después de años de dificultades. De la Feria del Queso y de ese afán de crear su «propia riqueza para enriquecer a los demás»
'Zaca' se describe como un hombre «muy cántabro y muy contento en su Santander». Para él, una joya, la ciudad más bonita del mundo. «Ni si quiera la bahía de San Francisco», dice, «es más hermosa que la nuestra». Y además, asegura, es también la más culta: «El Centro Botín, El Puerto, La Magdalena... Lo único que sobra es el espigón, pero ya lo vamos a quitar para dejar a la vista un rincón maravilloso». Y como reivindicación: «Que se haga un puente espectacular que atraviese la bahía y que una Santander con la Trasmiera, una construcción que vea en todo el mundo».
De lo que habla con pesimismo es de la Cantabria rural. «Los pueblos están muy mal, la vida es muy difícil. Ya no hay médico, maestro, cura o boticario. Todo ahora está prohibido. Si quieres arreglar tu casa tienes que esperar dos años, si no te denuncia alguien de fuera». Eso, por no citar la leche y el queso que, antes, añora, se hacía en casa.
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