Secciones
Servicios
Destacamos
La crisis sanitaria ocasionada por el coronavirus, causante de la cancelación de cualquier evento multitudinario previsto en los últimos 15 meses, ha logrado llevarse por delante la procesión con la que miles de personas celebraban a lo grande la festividad de la Virgen del Mar. ... También el almuerzo campestre y la tradicional romería a los mismos pies de la ermita donde descansa la patrona de la ciudad. Pero no la fe.
Varios cientos de devotos, cuantos permitió la situación, acudieron ayer lunes a la localidad de San Román de la Llanilla para participar en los actos organizados en honor a la virgen que abriga a los santanderinos, y que, por segundo año consecutivo, se redujeron a la celebración de varias ceremonias religiosas. De cinco, más concretamente. Tres por la mañana y dos más por la tarde, oficiadas todas en el interior de la ermita.
«Hemos querido dar respuesta a todos los fieles que nos habían expresado su deseo de acercarse hasta la ermita y que, a causa de las restricciones de aforo, no iban a poder asistir a la eucaristía de las doce del mediodía, reservada hoy a las autoridades», dijo el presidente de la Hermandad Virgen del Mar, Jesús Arroyo, que, con esa solución, consiguió acercar de forma escalonada a un gran número de devotos a la imagen de la virgen.
Siguiendo las instrucciones de los voluntarios de la hermandad, un colectivo de 800 miembros que cumple ya 27 años de vida, todos cuantos quisieron ascender a la colina donde la ermita se erige mirando al Cantábrico pudieron depositar sus flores, prender sus cirios y rezar sus oraciones a la patrona de la ciudad, que a las doce del mediodía recibió la visita de las autoridades civiles y militares.
Hasta allí se acercaron la alcaldesa de Santander, Gema Igual, que llegó acompañada por los concejales César Díaz y Pedro Nalda y el diputado Íñigo Fernández para renovar un año más los votos del Consistorio santanderino; el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que lo hizo escoltado por los consejeros Paula Fernández Viaña, Guillermo Blanco y Marina Lombó; y una representación socialista que encabezaron los ediles Daniel Fernández, Alberto Torres y Concha González y los diputa-dos Pedro Casares y Noelia Cobo. Con todos ellos llegaron, además, el jefe superior de Policía de Cantabria, Héctor Moreno, y el comandante naval de Santander, Carlos Bonaplata.
Procurando guardar la distancia, lo que no siempre fue posible considerando el reducido espacio que tuvieron que compartir en el exterior y la antesala del templo, políticos de todo signo se saludaron y compartieron brevemente en los prolegómenos de un acto que la regidora santanderina aprovechó para expresar su deseo de que la situación sanitaria permita mayores alegrías el próximo año.
«La verdad que es una pena que estemos aquí solos», dijo. «Pero ahora mismo es lo que corresponde», añadió la alcaldesa. «Esta es una fiesta que celebrábamos todos los santanderinos, un día en el que salíamos en procesión, asistíamos a una eucaristía al aire libre y confraternizábamos con una comida campestre y otras muchas actividades», recordó con cierta nostalgia Igual, que echó en falta a los vecinos, a quienes pidió comprensión. «Hoy corresponde hacerlo con responsabilidad pero, sobre todo, con la esperanza y con la ilusión de que esta va a ser la última vez que tengamos que hacerlo así y de que el próximo año podamos celebrar esta fiesta como siempre hemos hecho».
En la misma línea se pronunció el presidente Revilla, que recalcó que la situación sanitaria «es la que nos marca el rumbo» y que ese rumbo es el que ayer propició una celebración de mínimos de la que él espera resarcirse el próximo año.
«Pero por encima de todo hay que seguir con esta tradición y aunque sea de esta manera hay que seguir viniendo a este lugar», dijo optimista el jefe del Ejecutivo, convencido de que el entorno de la Virgen del Mar será otro distinto en 2022.
Invitadas por la organización a acceder al interior de la ermita, todas las autoridades participaron, ya juntas, en una ceremonia religiosa oficiada por el obispo de la Diócesis de Santander, Manuel Sánchez Monge, que durante su homilía tuvo un recuerdo muy emotivo para las 567 víctimas mortales que el coronavirus de ha cobrado en Cantabria desde su irrupción en el mes de marzo de 2020.
Recuerdo que el prelado hizo extensivo a los familiares y amigos de los fallecidos y que tuvo su eco en el exterior del templo, donde, a esa hora de la mañana, decenas de devotos seguían honrando a la patrona de Santander sin importarles para nada los inconvenientes que para ello tuvieran que sortear.
«No, no nos importa, la verdad. Cualquier cosa antes que renunciar a arropar a nuestra virgen en un día tan especial como este», admitía emocionada Carmen, para la que ni su avanzada edad ni las restricciones impuestas por la hermandad a los visitantes fueron impedimento para que ella pudiera prender su vela un año más.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.