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Entiende la cultura como una educación de los sentidos, una forma de percibir el mundo. En su equipaje caben más de veinte años de experiencia ... en gestión cultural y seis en desarrollo rural. Licenciada en Geografía e Historia por la UC afrontó diversas responsabilidades en la Fundación Botín. Eva Guillermina Fernández afronta ahora uno de los mayores retos de su carrera como Directora General de Cultura municipal. La fundadora de la asociación 'Santa Leocadia. Cultura, memoria y territorio' se ha marcado como prioridad escuchar al sector, pero pone el foco en ese tejido cultural de pequeñas empresas y creadores que «no debe ser en absoluto relegado».
-¿Se postuló en algún momento para desempeñar este cargo? ¿La llamaron? ¿Ambas cosas?
-He desarrollado toda mi vida profesional en el ámbito de la cultura, de modo que no soy una recién llegada. Me produce una gran satisfacción que me hayan llamado para desempeñar las importantes tareas y responsabilidades que conlleva dirigir y coordinar la cultura en nuestra ciudad.
EL BUCLE DEL SECTOR
-Pese a su vinculación permanente con el sector cultural, ¿por qué acepta la responsabilidad de asumir un cargo como este?
-Siempre he estado abierta a la posibilidad de asumir nuevos retos y este, sin duda, lo es. He trabajado por cuenta ajena y también como autónoma, pero me faltaba la experiencia de la Administración. Ahora se me presenta la oportunidad de dirigir y coordinar la cultura de mi ciudad desde el sector público y no la puedo dejar pasar. Considero que el hecho de haber desempeñado tareas en ámbitos diferentes me proporciona una amplia perspectiva y me permitirá entender mejor los problemas que, en el campo de la gestión cultural, afectan tanto al sector privado como al público.
-Directora General de Cultura. Impone respeto. ¿Cuál será su primera decisión y actuación?
-Es prematuro hablar de decisiones. De momento, tengo que ponerme al día con los distintos proyectos que, o bien ya están desarrollándose, o bien se llevarán a cabo a corto o a medio plazo. Pero, por encima de todo, lo que quiero es escuchar a todas las personas, y subrayo lo de «todas», que llevan trabajando en la cultura municipal mucho más tiempo que yo, que acabo de llegar.
-¿Intente una radiografía del Santander de la cultura?
-Creo que Santander está viviendo un momento muy importante en el que concurren proyectos de enorme calado que, sin duda, van a contribuir a un cambio sustancial en el panorama cultural de la ciudad durante los próximos años. Me estoy refiriendo al Proyecto Pereda, al Archivo Lafuente, o al nuevo MAS. Sin embargo, no debemos olvidar que Santander no parte de cero y que posee un sólido y muy valioso sustrato cultural -pensemos en instituciones de tanta relevancia y prestigio como la UC, la UIMP, el FIS o la Biblioteca MMP, entre otros-, que hacen de nuestra ciudad un referente nacional e internacional muy atractivo desde el punto de vista de la cultura y del conocimiento. Y no quisiera dejar de mencionar la existencia, no menos esencial, de un tejido cultural muy solvente y cualificado de pequeñas empresas y creadores que tiene mucho que aportar y que no debe ser en absoluto relegado.
-¿Siente vértigo al pensar que la anterior persona en el cargo abandonó cuando los retos estaban en carne viva?
-Enrique Bolado desarrolló un magnífico trabajo durante el año que permaneció en el cargo y, en este sentido, tengo la suerte de contar con su amistad y con su consejo. Dejó el listón muy alto, pero tengo mucha confianza en todo el equipo de personas que conforman el servicio de Cultura de nuestro Ayuntamiento y trataremos de hacerlo lo mejor posible.
-Lo que quedó demostrado en la etapa de su antecesor es que los medios para abordar su trabajo eran mínimos. ¿Ha planteado cambiar esta situación?
-Insisto, acabo de llegar y creo que es prematuro hablar de decisiones o cambios sin conocer bien cómo funciona el día a día y cuáles son las posibilidades reales. De todas formas, el presupuesto de Cultura ronda los tres millones de euros, lo que demuestra que el compromiso del Ayuntamiento con la cultura está fuera de toda duda.
-¿Podría mencionar sus grandes prioridades?
-En estas circunstancias que todos estamos atravesando me preocupan mucho las personas que viven de la cultura. Es momento de apoyar al tejido local y, sin duda, esa será una de mis prioridades. Y, en este sentido, la renovación del 'Plan de choque' es una excelente noticia.
-Un museo cerrado, pequeños espacios con una labor cultural que hace sonrojar a muchas instituciones, públicos desatendidos... ¿El bucle muchas veces parece inevitable?
-La inercia es una fuerza muy poderosa; romperla no es fácil. Pero hay personas y responsables de instituciones que están gestionando las cosas muy bien. El Museo reabrirá sus puertas más pronto que tarde y los grandes proyectos a los que anteriormente me he referido constituyen una extraordinaria oportunidad para cambiar las cosas y corregir disfunciones. Tenemos la obligación de hacer que en Santander la cultura funcione y funcione de la mejor manera posible.
-¿Cree que Santander ha perdido su clase media cultural?
-Santander ha perdido población en beneficio de las zonas periurbanas, donde ahora mismo concurren otras dinámicas. Y eso se nota mucho en la asistencia a toda clase de actos y en el tipo de público.
-¿Se ha generado una brecha entre la ciudad de los macroproyectos y la cultura de calle?
-Esta brecha ha existido siempre o, al menos, nunca se ha cerrado del todo. Habría que buscar espacios y fórmulas de entendimiento para permitir una relación más fluida y evitar esa compartimentación tan marcada.
-Al final casi todo es cuestión de presupuestos. ¿Ve posibilidades de innovar con la espada de la pandemia cortando cabezas?
-La innovación siempre es posible y las mejores ideas surgen en momentos de crisis. No digo que sea fácil, pero tenemos que estar preparados para cuando esto pase porque, seguramente, habrá una gran demanda de servicios culturales y esa nueva coyuntura no nos puede pillar con el pie cambiado.
-Sitúese dentro de dos años. ¿Qué le gustaría haber conseguido?
-Básicamente, me gustaría haber cumplido con mi cometido: impulsar la cultura, una cultura de calidad, atenta a la diversidad, estimuladora de la sensibilidad, crítica y participativa. Con eso ya me conformaría.
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