Santander da el primer paso para retomar la obra de la Biblioteca de Menéndez Pelayo

Para entender el retraso en la rehabilitación de este histórico y emblemático edificio hace falta remontarse a 2018, cuando Íñigo de la Serna, exalcalde de Santander y entonces ministro de Fomento, aprobó el plan de reforma. Entonces, el proyecto incluía su restauración interior y de las fachadas, del cerramiento exterior, de las vidrieras y del jardín.

Los trabajos se anunciaron en 2018 y el convenio entre el Ayuntamiento y el Ministerio se demoró durante años, hasta que por fin los trabajos se licitaron en 2020. Lo que sí llegó a hacerse en 2018 fue trasladar los fondos a la Biblioteca Central, donde esperan desde entonces. En estos años, se han tratado para así evitar que sigan deteriorándose. Finalmente, las obras comenzaron en octubre de 2021 con un plazo de ejecución de 16 meses y un presupuesto de 1,1 millones de euros. Por lo que a comienzos del año pasado la actuación debería haber terminado. Finalmente no fue así.

En principio se suspendieron temporalmente los trabajos por la necesidad de un cambio en el proyecto. Los técnicos consideraron que el plan sobre el que se iba a trabajar era insuficiente para «garantizar una perfecta conservación del fondo bibliográfico». Las obras previstas, según el Ayuntamiento, más que una rehabilitación «supondrían un lavado de cara». No incluían medidas de conservación ni de seguridad para los archivos bibliográficos –valorados en más de 77 millones de euros– de la colección de la Biblioteca Menéndez Pelayo. Aunque, según el anterior concejal de Urbanismo y Cultura, Javier Ceruti (Cs), los errores iban más allá. Y es que el plan estaba redactado dando por hecho que la fachada «es de piedra cuando en realidad es de hormigón». Lo que obligó a modificar las intervenciones previstas, ya que el tratamiento de los materiales son «muy distintos».

Según explicó el exedil, actuar sobre el hormigón requiere una serie de procesos que encarecerían «notablemente» las obras. Ceruti también explicó que el primer proyecto «no tenía en cuenta las necesidades de la colección. No se preveía el control de la luz, ni de la humedad, ni de la temperatura. Es decir, no había rastro de la climatización que debía cumplir el edificio para que los archivos bibliográficos se conserven en buenas condiciones», añadió. Además, tampoco incluía la colocación de un sistema de seguridad y vigilancia, «a pesar de ser uno de los elementos más valiosos del patrimonio de la ciudad», comentó.

La segunda paralización se produjo a finales del verano pasado. En este caso fue el Servicio de Patrimonio del Gobierno de Cantabria el que las detuvo porque, durante las actuaciones, se retiró un pavimento de la planta baja de la biblioteca y fue trasladado a un vertedero ante su estado de deterioro. Así, Patrimonio no dio el visto bueno a esta fase de la actuación al tratarse de un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC).