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Un regalo envenenado. Hecho una ruina. Esto es lo que, a juicio del Ayuntamiento, han recibido los santanderinos de la Demarcación de Costas, al conceder ésta –por «imposición unilateral»– la cesión del Balneario de La Horadada por 15 años, un plazo prorrogable a un ... máximo de 30, al Consistorio. ¿El problema? «La situación totalmente lamentable» del edificio que se levantó en la playa de Los Peligros en 1960. Por ello, los servicios jurídicos municipales han interpuesto un recurso contencioso-administrativo contra dicha medida.
Hace poco más de un año (el 25 de noviembre de 2021), por orden de Costas, las palas tomaron la playa de Los Peligros y comenzó el derribo del edificio. Sin embargo, los trabajos, encargados a la empresa Tragsa, tuvieron que parar abruptamente en enero de este año, con el trabajo apenas iniciado, pero dejando el inmueble en una situación más precaria, si cabe.
La Demarcación de Costas había iniciado la demolición del antiguo balneario sin haber solicitado al Ayuntamiento la correspondiente licencia y obviando que el edificio está incluido en el Inventario de Bienes Catalogados del Plan Especial de El Sardinero, que requiere una actuación urbanística previa para modificar esta condición, ya que esta figura únicamente permite derribar los inmuebles que abarca si están en ruina y es para reconstruirlos.
Así las cosas, con el edificio medio derruido, plagado de pintadas y sin paredes en la segunda planta que protejan el interior de las inclemencias climatológicas, Costas le pasó el testigo (y el problema) al Ayuntamiento, cediéndole, poco antes del inicio de este verano, el lugar para que el Consistorio le dé utilidad pública, estando la cesión exenta de canon. Es decir, que la ocupación del dominio marítimo-terrestre no ha supuesto desembolso alguno para las arcas locales.
Pero este sería el menor de los males, ya que es imposible habitar el espacio sin realizar antes una completa rehabilitación, algo a lo que parece negarse en rotundo el Ayuntamiento.
Preguntado por El Diario Montañés, el concejal de Fomento, César Díaz, afirmó que «lo hemos visto antes en el Rema (en la Segunda de El Sardinero) y lo estamos viendo en La Horadada, el Gobierno de España, a través de la Demarcación de Costas, primero deja que estos edificios se degraden y luego pretende derribarlos, cuando lo que tendría que hacer es ejercer su responsabilidad de mantenerlos en buen estado y dotarlos de un uso adecuado, velando así por los intereses de los santanderinos, en lugar de pretender ahorrarse costes económicos maltratando a la ciudad».
Díaz continuó diciendo que cuando, durante la primavera pasada, «desde Costas nos comunicaron su intención de imponer la concesión de La Horadada al Ayuntamiento y presentamos un escrito de alegaciones oponiéndonos a este procedimiento de 'imposición' y solicitando iniciar un diálogo entre las Administraciones implicadas: Gobierno central, Gobierno regional y Ayuntamiento, para, desde la lealtad institucional, buscar soluciones pensando en el interés general».
Pero la respuesta no fue la deseada y se encontraron con «la imposición unilateral, por parte del Ministerio de Transición Ecológica, de la concesión de La Horadada en un estado totalmente lamentable, fruto de la dejación y de la irresponsabilidad absoluta de su propietario, que no es otro que el Ministerio».
Tras analizar la situación, por parte de los servicios jurídicos municipales, recientemente se interpuesto un recurso contencioso-administrativo contra dicha imposición unilateral de la concesión del Balneario de la Horadada por parte de Costas. «Aún no hemos recibido respuesta. Solo nos queda esperar», afirmó el concejal.
Y mientras tanto, el aspecto de la playa, con el acceso desde el paseo de Reina Victoria intransitable desde hace dos años, dista mucho de la categoría que se espera de un arenal situado en un lugar tan privilegiado de la bahía de Santander.
De llegarse finalmente a algún tipo de acuerdo, según la Ley de Costas, el inmueble solo podrá destinarse a hostelería –con un máximo de 300 metros cuadrados– o para uso y actividades de carácter deportivo –150 metros cuadrados–. En cualquiera de los dos casos, sobrarían metros por doquier, ya que el edificio ocupa una superficie de 1.353 metros cuadrados.
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