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Santander, a través de sus sonidos
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Santander, a través de sus sonidos

Un recorrido por la ciudad prestando atención a esas melodías y ruidos que hacen única a la capital cántabra

Ana del Castillo

Santander

Miércoles, 17 de julio 2024, 07:01

La vida dibuja un mapa sonoro único en cada ciudad. En Santander, hay melodías muy características, como el golpeteo de las palas en las playas, la música que deja la lluvia o 'La Fuente de Cacho' cantada por 20.000 gargantas.

Los santanderinos están familiarizados con todos esos sonidos, algunos a disgusto -como el zumbido de Cañadío-, pero que hacen característica a la capital cántabra porque, al final, el ocio, el comercio y el progreso diseñan bulliciosamente el espacio público.

En este reportaje exploraremos la partitura de Santander, interpretada por trabajadores y vendedores ambulantes que ofrecen productos con un grito muy identificable; por las fiestas de la ciudad; o por el ruido de las grandes obras. En definitiva, por la forma de los vecinos de interactuar con su ciudad.

*Algunas de las ilustraciones que acompañan a este reportaje están creadas con inteligencia artificial.

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El tac tac de la pelota en la madera

El sonido de las palas es una seña de identidad de las playas de la ciudad, sobre todo en el paseo que acompaña a arenales como El Camello o la Primera del Sardinero. Cerca de 2.000 personas practican este deporte autóctono en los meses de verano, aunque también hay aficionados en invierno. Las palas datan de 1928 cuando un grupo de amigos se puso a jugar al tenis sobre la arena húmeda. Al mojarse la pelota y ganar peso, se destrozaban los cordajes, así que cambiaron la raqueta por una pala de madera. Al final, trasladaron el juego a la arena seca eliminando el bote.

El mejor pescado, oiga

Es probable que muchas de las pescateras que hay en el Mercado de la Esperanza hayan tenido que hacer gárgaras de limón después de su jornada laboral. No solo te anuncian lo que tienen en el expositor entre diminutas piezas de hielo, también te dicen en qué receta encajan mejor o cómo cocinarlo. Ahí reside la diferencia. Es como comprar a un amigo, a alguien a quien conoces de siempre y en quien puedes confiar. La voz que se escucha pertenece a la siempre simpática y sonriente Marta, seguro que muchos de ustedes la conocerán.

Piel de gallina

Es muy difícil que un santanderino metido entre más de 20.000 personas en El Sardinero cantando a capela 'La Fuente de Cacho' no se emocione. En realidad, cualquiera, sea cual sea su partida de nacimiento, con un mínimo de gusto por la música o el fútbol. Así que por mucho que te lo describa alguien con una buena semántica es algo que hay que hay vivir. Las tardes de fútbol en Santander suenan así...

Las mejores ofertas

No basta con ver y tocar, los chollos en los mercados de Santander, como el de la Plaza de la Esperanza o el de México, hay que oírlos. Te das un paseo y encima te masajean el ego: allí todas las clientas son jóvenes y hermosas. Los piropos salen de la boca de los vendedores ambulantes que pasan toda la mañana tratando de encajar alguno de sus productos a grito pelado. «Niñas, guapas... Esto es una ganga».

El murmullo de Cañadío

Como un enjambre de abejas, el runrún de la plaza de Cañadío se extiende por las calles aledañas. Un zumbido lineal que se hace muy presente en hora punta los fines de semana, sobre todo durante los meses de verano, y que trae de cabeza desde hace años a los vecinos de la zona. En esa plaza que ha sido testigo de tantos brindis, el ruido supera los 55 decibelios.

¡Viva Santander!

Cientos de vecinos se agolpan como sardinas en lata en la plaza del Ayuntamiento para presenciar el chupinazo que da paso a las tradicionales fiestas de la Semana Grande de Santander. Se hace la típica cuenta atrás, sale el petardo rumbo al cielo y ya no hay excusas para quedarse en casa, la ciudad se vuelve más ruidosa y sonora que nunca: fuegos artificiales, conciertos, casetas de la Feria de Día...

Música para los oídos

El número medio anual de días de lluvia en la capital cántabra, según la memoria ambiental del Ayuntamiento, oscila entre los 167 días de la estación Ojaiz hasta los 190 días recogidos en la estación 'Centro'. Por eso la obertura de Santander es uno de los sonidos de la naturaleza más populares que existen: la lluvia. El lento o rápido desfile de gotas contra el suelo o las olas del mar cuando rompen son formas que adoptan diferente sonoridad y que tienen beneficios en su sencilla escucha. Aunque no se puede obviar la relación amor-odio que los santanderinos tienen con la lluvia, excesivamente protagonista en los meses de verano.

Silencio, habla el Magdaleno

Con su característico diseño y su recorrido panorámico, el Magdaleno transita por los principales puntos de interés del recinto de La Magdalena, desde Palacio Real hasta los jardines y playas que bordean la costa. Una voz varonil, muy radiofónica, va chivando a los turistas el lugar hacia el que mirar. El tren funciona desde 1998.

El ensordecedor ruido de las obras

Todas las ciudades tienen que convivir con la contaminación acústica que provocan las grandes obras, que además suelen alargarse en el tiempo más de lo previsto. El taladro percutor, el sonido del dumper o las máquinas de movimiento de tierra acaban siendo ensordecedoras para los vecinos. En la actualidad, Santander tiene dos grandes actuaciones en marcha: Faro Santander y Mupac.

Música & abuelos

Los caballitos de los Jardines de Pereda, que tienen 20 años -primero estuvieron en la Plaza de Pombo- dan, aproximadamente, 40 viajes al día. Y siempre suena la misma música: la de los payasos de la tele. Ya saben, Don Pepito, Susanita, El Auto Nuevo o La Gallina Turuleta, entre otras míticas canciones. Ahora bien, los gritos de los padres y abuelos para que sus retoños les saluden al pasar a veces enmudecen a Gaby, Fofó y Miliki.

La voz de la calle

Desde que el pasado diciembre falleció Perro Callejero (Pedro Fuentes) la calle Burgos está vacía de melodías. Ya no se escuchan sus versiones de Sabina y los acordes de su guitarra española. Era la voz callejera de Santander. Durante años estuvo en la Plaza Porticada y de un tiempo a esta parte era el rostro amigo que te ponía música al paseo peatonal que une Numancia con Jesús de Monasterio. Se le echa de menos...

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