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Cuelgan sobre nuestras cabezas, nos asaltan con sus trazos, formas y colores desde las fachadas bajo las que transcurrimos, reclaman nuestra atención y, si hay suerte, nuestro dinero a cambio de algún preciado o deseado bien. O servicio. Los rótulos, esos grafismos asociados a la ... actividad comercial desde tiempos inmemoriales, son mucho más que meras palabras colgantes, mucho más que simples reclamos dispuestos a cazar clientes. Como todo, los tipos y diseños de rótulos han cambiado con el paso del tiempo, pero muchos de ellos se han convertido, precisamente porque para ellos el tiempo pasa casi imperceptiblemente, en testigos mudos de épocas pasadas. Por ejemplo, en Santander, donde es posible encontrar algunos con más de un siglo de vida a la intemperie.
Consciente del valor histórico, estético y cultural de estos retazos del pasado reconvertidos en puro presente, el diseñador e historiador Federico Barrera Garaña (Santander, 1977) lanzó en 2014 la plataforma Santatipo.es, en la que realiza un registro documental e informativo de los rótulos más destacados y significativos de la capital cántabra. Una ‘aventura’ cultural que surgió a raíz de su participación en una lanzadera de empleo y tras conocer un proyecto similar gracias a una de sus profesoras universitarias: «Gracias a aquella conversación y a aquella experiencia pude lanzar este proyecto, en el que conseguí aunar las dos líneas que me interesaban. Eso es Santatipo: por un lado la parte visual del diseño, la tipografía, los rótulos y demás... Y, por otro lado, la parte de la Historia. Se trata de poner en contexto esos rótulos que nos cruzamos cada día, y que encierran mucho más de lo que pueda parecer».
¿Que vio este emprendedor cántabro en los rótulos para afrontar la ardua tarea de analizar, documentar y registrar los más destacados de la capital cántabra? Su identidad única e incontestable y, a través de ella, el retrato que ofrecen de la sociedad que una vez fuimos: «Los rótulos y el proyecto tienen muchos valores. Por un lado, el estético, porque hay diseños que ya no se repiten, que están hechos a mano, que son artesanales y se han perdido, pero, por otro lado, también está la memoria colectiva del rótulo en sí, es decir, esas tiendas de toda la vida en la que todo el mundo hemos pasado horas, que hemos visitado... Nos demos cuenta o no, los rótulos evocan nuestra memoria, un registro que a día de hoy está desapareciendo en las grandes ciudades. Todas las calles comerciales se están unificando. Si vas a Madrid, a Barcelona, a Albacete... vas a encontrarte el mismo cartel de Zara, el mismo rótulo de H&M...», explica Barrera, excepcional conocedor de la topografía de los rótulos santanderinos y capaz de recorrer tres calles sin apartar la mirada del cielo.
Así lo podemos comprobar el día en que le acompañamos en un ‘safari’ tipográfico por el centro de Santander, visitando algunos de sus comercios más característicos de la ciudad: desde los grafismos rescatados por La Gallofa en uno de sus locales del centro de la ciudad, pertenecientes a una antigua ferretería, hasta el comercio más antiguo de Santander, ‘Le Parisien’, cuyo logo data del siglo XIX, pasando por Regalos Pico, la óptica Samot o por la tienda de ropa La Novedad, entre otros muchos. Un recorrido en el que también comprobamos cómo son precisamente los rótulos los únicos testigos que quedan de muchos comercios ya desaparecidos.
El caso de los grafismos rescatados en una reforma de uno de los locales del grupo La Gallofa es el comienzo del itinerario. Allí Federico Barrera explica que éste es «uno de esos casos raros en los que se respeta parte de la rotulación original. Aquí estamos ante lo que fue la Ferretería Jacobo Díaz, que abrió sus puertas en 1926 y cerró en 2015, por el tema de la renta histórica, la bajada de las ventas... Al reformar la fachada, apareció este tipo de rotulación, que evoca los años 20, 30... Y sobre todo esas palabras que a día de hoy ya nadie usa. Creo que es el único caso que conozco en Santander en el que se ha podido conservar el original.»
El caso de la tienda de moda ‘La Novedad’, situada en la calle Ataúlfo Argenta, es otro de los más destacados en Santatipo. Porque, como señala Federico Barrera, se trata de «uno de los casos que se preserva desde después del incendio del centro de Santander de 1941. Cuando se instala la tienda aquí, ya con la nueva identidad, su característica más reseñable, por lo que pudimos hablar con la gente de la propia tienda, es que está inspirada en parte en unas corbatas que se salvaron del incendio, de ahí ese tipo de letra. Y desde entonces perdura este diseño, que es totalmente identitario: es muy artesanal, de carácter manuscrito y situado en el característico formato de escaparate que tienen, que es clásico, con las esquinas totalmente redondeadas, muy de los años 50... Poco se ve ya de esto.»
Siguiente parada: Regalos Pico, en la calle San Francisco. Un clásico del comercio tradicional santanderino y que cuenta, además, con uno de los rótulos más característicos: creado en 1948, fue de los primeros rótulos con luces de neón que se instalaron en la ciudad. Y todavía brilla en perfecto estado al caer la noche, según explica Ana Isabel Pico López, propietaria del comercio.
El siguiente punto del itinerario es la óptima Samot, que acaba de acometer una importante renovación de su imagen de marca, pero en la que han respetado al máximo la esencia clásica de la tienda. Su propietario, Guillermo Quintana Terán, tiene claro que debían «mantener el estilo de la tienda como estaba al principio, desde después del incendio de los años 40, pero dándole un aire moderno. Para conseguido hemos madurado mucho toda la iconografía tanto del logo antiguo como la tienda de castaño macizo, y hemos decidido conservar las letras antiguas restauradas con LED, pero no en la fachada».Cuestionado por un cambio tan sensible, Quintana destaca que «hoy en día la ventaja que tiene cualquier comercio es que puede alimentarse de internet. Esto es ver muchas páginas, viajar y fijarse mucho».
Poco a poco la evidencia se torna aplastante: la historia de la ciudad nos reclama a gritos desde sus fachadas. El rastro de rótulos y negocios que forman parte de la esencia de Santander no deja de crecer. ‘El Botón de Oro’ en la calle Lealtad, con su clásico rótulo en cristal de 1954; la Administración de Lotería Nº 13, ubicada en un portal frente al Ayuntamiento de Santander, con su rótulo original ‘escondido’ tras el actual, que debe lucir en estos establecimientos por normativa; ‘La Parisien’, el comercio más antiguo de Santander, situado en la calle Ruamayor y cuyo logo data nada más y nada menos que del siglo XIX...
Aunque muchos rótulos ya han desaparecido, pueden verse y reconocerse en el archivo de Santatipo.es, una plataforma en continuo movimiento que seguirá rastreando y documentando los rótulos de la memoria santanderina.
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