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En la Segunda playa de El Sardinero han aflorado gran cantidad de piedras dispersas por el arenal. No son nuevas, sino que estaban cubiertas por una capa de arena que el último temporal se ha llevado, y se calcula que la playa ha perdido ... entre metro y medio y dos metros de altura en algunas zonas. Como consecuencia, ha quedado a la vista la plataforma de las escaleras de acceso junto a los Jardines de Piquío así como un montón de rocas apiladas; además, las duchas se han quedado sin sujeción, pues la base de cemento estaba enterrada en la arena que ahora ya no hay.
«La playa presenta un déficit de arena a consecuencia del temporal, que ha sido muy fuerte, sobre todo por sus olas de gran altura», explica el investigador del Instituto de Hidráulica, César Vidal. «El oleaje se ha llevado la berma de verano y dentro de unos meses se restablecerá la arena», aseguró Vidal. Aunque todos los inviernos ocurre la fuga de arena, «este ha sido más notable», continúa Vidal, y explica que en la parte de Piquío las piedras que asoman junto a las escaleras «provienen de las obras que se ejecutaron para colocar el colector de aguas residuales que transcurre bajo el paseo».
En la parte final de la Segunda, la playa lleva años con déficit de arena «al construirse un nuevo muro frente al hotel Chiqui». Por último, Vidal destaca que la playa «está recuperando la imagen que tenía en los años 50, que tenía menos arena que en la actualidad. En los 80 y 90 aumento su nivel de arena con los dragados del puerto».
César Vidal - Investigador IH Cantabria
Por su parte, la concejala de Medio Ambiente, Margarita Rojo, señala que «el Ayuntamiento está cogido de manos en este asunto, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica. Hemos solicitado el relleno y el mantenimiento de nuestras playas, pero no ha habido respuesta. Tenemos que empujar todos los grupos políticos porque es un tema vital para la ciudad».
Los paseantes, ayer, comentaban los cambios de morfología de la playa y esquivaban los pedruscos. «La mar no quiere nada que no sea suyo. La pérdida de arena es cíclica, va y viene», opinó un vecino, Francisco Aznárez. Y otro ciudadano, Emilio Palazuelo, añadía que «faltan los muretes de toda la vida frente al Chiqui, que hacían de rompeolas e impedían que el mar arrasase haciendo un efecto cuchara».
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