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No es un problema nuevo. Al contrario. Quizá por eso los vecinos que recorren a diario la senda que lleva al Parque de Mataleñas ya casi han asumido las pintadas que invaden el muro como parte del paisaje, aunque les gustaría ver la zona más ... cuidada. «Vengo habitualmente por aquí y no me parece nada bien como está», ha reconocido esta mañana Ignacio Fernández mientras hacía su paseo mañanero. Con esas palabras, el vecino de Santander se refería precisamente a los grafitis que decoran la pared. Sobre todo al inicio del camino, en ese primer tramo de escaleras por el que se accede desde la rotonda de la segunda playa de El Sardinero. «El Ayuntamiento, o la administración a la que le corresponda hacerlo, debería tomar cartas en el asunto y adecentarlo» para poner solución al mal estado que arrastra el camino, ha añadido. Porque la zona luce «descuidada». Al menos a esa altura: «Más adelante ya está algo mejor y no es lo mismo».
«Yo detecto mucha suciedad», ha coincidido Santiago Tronco. Otro de los habituales en los alrededores de Mataleñas. Más allá de las botellas, los plásticos y los papeles acumulados (que también los hay) el vecino ha lamentado que algunos dueños dejan los excrementos de sus perros: «Hay quien no recoge nada». ¿Y qué opina de la pared? Es, casi, lo que menos le llama la atención. No porque no considere que deba arreglarse, sino porque «lleva así mucho tiempo», llena de pintadas y rota. Un aspecto al que, después de tantos año, ya se ha acostumbrado. Si es que eso es posible. No obstante, tiene claro que «se podría hacer algo. Al menos pintarla», valora. Pero tiene la sensación de que, a estas alturas, la han dado «por perdida».
El problema no son sólo los grafitis que decoran el muro que acompaña el paseo hasta el atajo por el que se sube a la Avenida del Faro, la sensación de descuidada se debe a otros tantos puntos como la barandilla –prácticamente sin pintura–, la maleza que asoma por algunos huecos de la pared, el muro roto... Una lista a la que se suman también los desperdicios que la gente deja, como plásticos, papeles tirados por el paseo o, incluso, excrementos que, si uno se despista, pude pisar en cualquier momento.
Para Marga Cabadas la senda está «abandonada». Una situación que a la vecina le sorprende dado el uso diario que se hace del paseo santanderino. Son decenas de personas las que lo recorren cada día y, en su opinión, que coincide con la del resto, falta cuidado: «Echo en falta, sobre todo, la limpieza», señaló ayer por la mañana. Y esa fue, en general la opinión compartida por la mayoría de paseantes consultados por este periódico, pero no la unánime. Óscar, que camina una hora todos los días, no fue tan crítico con la situación. «Yo tampoco lo veo tan mal», admitió. Además mencionó actuaciones pasadas que recordaba y añadió que las «condiciones» de la zona no eran tan negativas. Pero fue una opinión aislada».
Ignacio Fernández
Vecino
Santiago Tronco
Vecino
También ha habido quien este martes ha lamentado ver descuidada una zona de la capital cántabra que es «tan bonita», comentaba Carlos mientras señalaba el paisaje que puede verse desde la puerta por la que se accede a la cafetería de la Escuela Universitaria de Turismo Altamira. «La senda es maravillosa en su estado natural», añadió, pero con las pintadas que decoran el muro «no me gusta nada». Eso por un lado. Por otro se refirió a la barandilla que «está estropeada».
El resumen que hacen los paseantes –los habituales– es claro, el paseo para llegar al parque de Mataleñas es popular entre vecinos y turistas. Las vistas son «maravillosas», pero la zona urge una limpieza a fondo.
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