La vuelta de la cabalgata de Santander abarrota la ciudad

Los mensajes se perdían, pero daba igual porque hay veces que la ilusión no se mide con palabras. Y esta vez no importó porque cualquier movimiento podía ser útil para intentar conseguir ese preciado saludo: «¿Te ha dicho hola, Juan?», le preguntaba una madre a su hijo que asentía con la cabeza emocionado. Una de las ilusiones que persiguen los más pequeños cada 5 de enero mientras ven la cabalgata de sus Majestades de Oriente que, este jueves, volvió a recorrer las principales calles de Santander.

Partió de Gamazo y llegó hasta la Plaza del Ayuntamiento recorriendo Castelar y el Paseo de Pereda. En total fueron casi dos horas –arrancó pasadas las 18.30 horas y los Reyes llegaron sobre las 20.30– en las que la capital cántabra se llenó de una magia que volvió por todo lo alto tras dos años de cabalgatas descafeinadas (porque eran estáticas) y saludos reales en La Catedral, como se hizo el año pasado en la ciudad. Por eso han sido miles las personas que llenaron Santander. Nadie quiso perderse esa vuelta. No cabía nadie más. Es más, muchos ocuparon su sitio hasta una hora antes del inicio. A las 17.30 horas de la tarde Castelar ya estaba hasta arriba.

Había ganas de vivir la cabalgata y se notó. Este jueves por fin la ciudad se envolvió de magia y el recorrido volvió por todo lo alto. Miles de personas llenaron cada esquina del recorrido, perfectamente vallado. Esta vez, sí: «Por fin voy a conocer a Baltasar», decía un crío también emocionado. «Soy feliz», añadía. Aunque no hacía falta ni que lo dijera, se leía en su mirada y en los gritos. Porque el disfrute se traducía, siempre, en gritos, y de esos hubo muchos. Es más, quizá a alguno le toque abrir hoy los regalos con la voz algo cansada. Un problema con el que se pueden topar también algunos adultos que se animaron a gritar tanto o más que el resto: «En cuanto se acerquen hay que llamarles», insistían padres y madres a los pequeños que estaban en primera fila impacientes.

Si algo tiene la cabalgata es que es una de esas citas que no entiende de edades. Es un día para todos: familias y grupos de amigos. Es más, si uno prestaba atención, casi fueron ellos quienes más animaron a los Reyes. Un ímpetu que obtuvo resultado y más de uno recibió el saludo real con la misma ilusión.

Mientras unos gritaban, otros no perdían de vista a los tres camellos que también acompañaron la cabalgata. Sobre todo porque cargaban con varios regalos que más de uno intentó identificar fijándose en el tamaño o en la forma: «Hala!, ese seguro que es para mí», aseguraba una joven escondida entre la multitud. Esta mañana tendrá ocasión de descubrirlo. Punto importante: haberse portado bien durante el año. Aquí no valen las prisas de última hora.

Y todo con las manos llenas de caramelos. Porque también se repartieron otros tantos. Bolsas y bolsas. Eso sí, esta vez nada de lanzarlos para evitar sustos. Se dieron a la mano. También alguna carroza repartió sobaos. Todo hace ilusión en una tarde como la de la cabalgata de Reyes. Un encuentro que fue una fiesta llena de música. La carroza de la peña La Pera se encargó de poner la banda sonora durante todo el recorrido. Y la gente respondió a cada canción. El Paseo de Pereda bailó, saltó y vibró como si fuera una discoteca. Una vez más fueron mayores y pequeños quienes entonaron las letras de las canciones.

Todo ese trajín, esos nervios y la emoción que se vive durante las dos horas de recorrido, empieza antes. Mucho antes. Cuando el reloj marcaba todavía las 17.30 horas en Gamazo ya se respiraba la fiesta. Ese es el momento de los preparativos y de nervios. Son idas y venidas para asegurar que todo sale bien. Eso sí, un rato que se vive con la misma emoción: «¿Cuándo vienen los Reyes?», preguntaban los pequeños que estaban ya preparados para acompañar a Melchor, Gaspar yBaltasar en sus carrozas. Estaban impacientes porque fueron los últimos en aparecer. Justo a tiempo para subirse a lo alto de la carroza y arrancar. No sin antes saludar y sacarse algunas fotos: «¿Dónde está Inés? ¿Dónde está Pablo?», preguntaba Melchor a su llegada. Porque son magos y se saben los nombres de todos. Algo que también sorprendió a los más pequeños. «¿Y cómo me llamo yo?», le respondía, pero no pudieron pillarle.

Eso ocurría en la cola de la cabalgata, todavía parada. Mientras tanto las asociaciones y grupos de baile se organizan para colocarse en primera fila, donde animarán el recorrido. Mientras los niños que acompañan a Melchor, Gaspar y Baltasar en la carroza esperan impacientes su llegada. Fueron los últimos en llegar. Justo para arrancar.

Y así, entre gritos, música y esa emoción acumulada durante dos años, las carrozas fueron poco a poco llegando a la plaza del Ayuntamiento donde la alcaldesa de Santander, Gema Igual, esperaba para recibir a los tres Reyes Magos junto con el Obispo Manuel Sánchez Monge. Se saludaron efusivos, aprovecharon para recordar a los más pequeños que es importante irse pronto a dormir y se asomaron al balcón del Consistorio para regalar un último saludo a las miles de personas que también llenaban la plaza.