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Un conductor en uno de los autobuses urbanos de Santander, durante el trayecto junto a los carteles de normas y recomendaciones localizados en la entrada. Roberto Ruiz
Silencio en el autobús, el virus está en el aire

Silencio en el autobús, el virus está en el aire

Santander ·

La empresa de transportes urbanos de Santander coloca carteles en los autobuses con la recomendación de no hablar para reducir el riesgo de contagio

Ana Gil Zaratiegui

Santander

Martes, 10 de noviembre 2020, 07:18

Silencio sepulcral en el autobús urbano de Santander. El murmullo habitual se transformó este lunes en un mutismo sólo interrumpido por el sonido del teclado de un joven que miraba absorto a su pantalla del móvil. No se oía ni una mosca en un autobús prácticamente lleno. Dos señoras se subían en la parada del Ayuntamiento y acababan con la tranquilidad para comentar entre susurros lo preocupadas que estaban por la situación de los hospitales en Cantabria. «En Valdecilla están cada vez peor», le decía una a otra antes de pasar su abono de transporte por el lector. Al entrar en el urbano se daban de bruces con un cartel en el que se leía «El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) recomienda no hablar en el transporte público para reducir el riesgo de contagio por covid-19: silencio siempre». Su conversación quedó interrumpida y con cierto asombro se acomodaron en los asientos del vehículo en dirección a la plaza de Cuatro Caminos.

El aviso pasaba inadvertido para muchos de los pasajeros que entraban al autobús y, sin saberlo, cumplían con la nueva recomendación: permanecer callados durante el trayecto para evitar expulsar las gotas respiratorias que arrojamos al hablar y así, reducir al máximo el riesgo de contagio. Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el CSIC. Cuando respiramos, hablamos, gritamos, cantamos o tosemos emitimos partículas, conocidas como gotículas y aerosoles, que pueden infectar por impacto en los ojos, nariz o boca de otras personas. De esta forma, el riesgo de contagio en espacios interiores es significativamente mayor que en abiertos, debido a la menor renovación del aire. Ante esta evidencia, el CSIC recomienda bajar la voz en espacios interiores, y recuerda que la emisión de aerosoles al hablar puede ser diez veces superior que al respirar, y puede suponer hasta 50 veces más al gritar o cantar fuerte.

El Consejo Superior señala al transporte público urbano como uno de los lugares con un «riesgo variable» de infecciones y, aunque no queda demostrado que sea un importante foco de contagio, incide en la importancia de reducir al máximo el riesgo. Así, el informe detalla explícitamente la recomendación de no hablar en los trayectos. Una indicación que ahora queda plasmada por escrito en los autobuses y que despierta todo tipo de opiniones entre los usuarios.

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«Una chorrada»

Manuel Ruiz Abascal viajó este lunes desde Reinosa a Santander en tren «como sardinas en lata». Mientras hacía tiempo para el siguiente autobús, se mostraba molesto por la falta de distancia en el transporte público. «A mí lo de estar callados en el trayecto no me parece mal, pero que se preocupen de que vayamos separados y pongan más frecuencias, eso es lo verdaderamente importante», explicaba mientras esperaba al próximo autobús tras dejar pasar el anterior porque iba muy lleno y prefería evitar aglomeraciones.

Isabel López, ante la pregunta por la nueva recomendación, no se lo pensó dos veces: «Me parece una auténtica chorrada. Yo utilizo todos los días el transporte y no me siento segura. Vamos todos sin distancias de seguridad y ni tan siquiera aumentan las frecuencias. Se ríen de nosotros», manifestó con cierto enfado. Varios pasajeros, asegura, han mostrado su malestar con la situación, pero no reciben una respuesta eficiente: «Un día pusieron dos autobuses en vez de uno y resulta que el primero iba hasta arriba, como siempre, y el segundo vacío. No hablar no va a servir de nada si estamos pegados sin mantener el metro y medio de seguridad», concluye.

Los chóferes coinciden en que estos días el ambiente es tranquilo y que «de vez en cuando se escuchan conversaciones». Algunos pasajeros se enfadaban tras conocer la nueva recomendación: «¿Qué va a ser lo siguiente, que nos digan que no respiremos? El control de la pandemia no se puede basar en que hablemos o no, deberían tomar medidas serias», indicaba Bernardo Fernández tras salir de uno de los urbanos. Sin embargo, algunos pasajeros se mostraron conformes con la medida y apelaban a la responsabilidad individual como única forma de acabar con el virus: «Si este pequeño gesto va a contribuir a disminuir el riesgo, no nos cuesta nada. Tenemos que remar en la misma dirección. Habrá quien piense que esto es controlar y restringir nuestra libertad, pero es una situación excepcional», aclaraba Jenny Tabares.

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