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Probablemente en todo orden vital somos propensos a reaccionar con inercias espontáneas. Admitimos con natural hábito que ante el acoso escolar se cambie de colegio ... a la víctima, no a los verdugos. Asumimos resignadamente que los gestores políticos se desvíen de la ética. Terminamos aceptando la desigualdad como irremediable consecuencia de nuestro debilitado contrato social, alumbrando una desconcertante impunidad frente a los privilegios.
Quienes confían en el más allá esperan que esa travesía, la luz al final del túnel, nos haga iguales. Arquitectura onírica que se aparece, también, en otros tránsitos mundanos. Cuando alguien pierde su empleo recorre ese camino hacia el futuro. Allí, a unos nos recibe el infierno de la cola del paro, y a otros el ascensor hacia un cielo laboral. Salvador Blanco es de los que sube al teleférico preferente. Cuando una mañana le echan del trabajo –por las presuntas irregularidades en Sodercán que desveló el interventor– por la tarde le colocan en el consejo de administración de Sidenor, a controlar el dinero público –quince millones– que él mismo metió en la empresa.
Menos el PRC, todos los partidos políticos –incluso el que lo hizo– censuran la maniobra de Díaz Tezanos, que parece disfrutar lanzando piedras contra su tejado. Según Comisiones Obreras no es una decisión ética. El líder de UGT –a contracorriente– defiende encendidamente el ascensor del señor Blanco. Al tiempo que denuncia que el 44% de los asalariados cántabros que declaran a Hacienda cobran menos de mil euros. Para reivindicar un salario digno UGT abandera la campaña ‘Ponte a 1.000’. No. Que se pongan ellos. El señor Blanco, el secretario general que le defiende y los liberados que les secunden. Nosotros queremos igualdad, queremos subir al ascensor y un sillón en un consejo de administración. Carrancio, una acera en Entrambasaguas. Una de sus condiciones para aprobar los presupuestos. Casualmente, vive allí.
El responsable de anticorrupción del PP –el que vigila las buenas prácticas– ya tiene un sillón en ADIF, colocado por el Ministerio de Fomento. ¿Qué hay de lo nuestro? Desengáñese. A nosotros no nos ponen sillones, solo camisetas reivindicativas para alborotar manifestaciones.
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