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En septiembre del año pasado se colocó en la Duna de Zaera la paloma de la paz en honor al marino Vital Alsar. Aquellas actuaciones, sólo trasladar la escultura e instalarla en Gamazo, costaron entonces 3.000 euros, señaló ayer Javier Ceruti, concejal ... de Cultura del Ayuntamiento de Santander. Una estructura que este fin de semana ha aparecido caída porque alguien ha decidido romper el esqueleto que la sostenía. Y ese trajín podría volver a necesitarse ahora. De momento todavía queda pendiente que los técnicos de la empresa determinen si para su reparación hace falta, efectivamente, moverla de nuevo -para lo que hace falta una grúa- o puede hacerse in situ. Por lo que, si fuera necesario llevar la obra al taller, «la factura se duplicaría», subrayó Ceruti. Todo por la tontería de algunos graciosos.
Este ha sido uno de los últimos actos vandálicos registrados en la capital cántabra, pero si uno echa la vista atrás, el historial de destrozos es largo. Y cada hecho tiene un precio que recae sobre la ciudad. En noviembre apareció con pintadas la exposición de fotografías ubicada en el túnel del Pasaje de Peña. En esas mismas fechas, los vecinos de Puertochico señalaron estar «hartos» por los numerosos grafitis con las que amanecían cada día distintas calles de la zona. Y eso por no hablar de la oleada de contenedores ardiendo que se repetían cada fin de semana. En concreto, en aproximadamente dos meses y medio (de septiembre a noviembre de 2021), aparecieron 28 contenedores quemados, según los datos que sacó la Policía Local de sus propios atestados.
Suma y sigue, porque también sufren daños las marquesinas, las papeleras... No obstante, antes de hablar de lo que suponen a nivel económico estos hechos, conviene aclarar que las tareas de limpieza y reparación no siempre corren por cuenta directa del Consistorio, ya que normalmente los trabajos dependen de las empresas que prestan los correspondientes servicios. En ese caso, los técnicos de la concesionaria se encargan de hacer el balance de daños y determinar la factura.
Pues bien, tanto los contenedores como las basuras rotas y el arreglo de las pintadas dependen del contrato de limpieza. Un servicio que en el caso de Santander lleva meses caminando rodeado de polémica y que desde el pasado 11 de noviembre está en manos de Cespa tras tomar el relevo a Ascán. Por eso, a la solicitud traslada por El Diario Montañés, el Ayuntamiento santanderino explicó ayer que no es posible aportar los datos actuales sobre los costes porque falta conocerse los extremos del nuevo pliego. Al menos, una información de 2017 publicada por este periódico permite hacerse una idea aproximada de la factura. Entonces cada contenedor, el elemento del mobiliario urbano que parece ser el preferido de los gamberros, costaba 1.000 euros. Y 28 ardieron en dos meses, prácticamente uno cada tres días. Las cuentas se hacen solas.
En otro capítulo están las farolas. El promedio de una -porque las hay de muchos tipos- puede suponer unos 1.400 euros, mientras que una papelera, en torno a 400 euros si es metálica o de madera. Las de plástico son más baratas y sólo cuestan 50 euros. También la limpieza de pintadas y grafitis se lleva una parte importante. Por echar la vista atrás una vez más: en 2016 estas tareas, junto a la retirada de carteles, supuso un gasto de 91.000 euros.
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