![«Solo pensaba en sacar gente del edificio»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/10/28/_6J_1308-kg5-U2201635203804w7-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Cuando la explosión le despertó, salió lo más rápido posible de casa. Y desde allí vio cómo la fachada de la planta superior del edificio se había desprendido. Desde fuera oía gritos en el interior. Pero no se paró a pensar en el peligro al ... que él mismo estaba expuesto, solo en que había gente atrapada que necesitaba ayuda. Y se puso manos a la obra para poner a salvo a quien pudo. Sacó a una de las hijas del matrimonio fallecido y ayudó a salir del inmueble a otra familia que estaba atrapada por los escombros. Este vecino del número 24 de la calle Albericia, que en la madrugada del sábado vio cómo su casa se reducía a cenizas, prefiere no dar su nombre ni mostrar su rostro porque no quiere protagonismo. Pero eso no cambia que es uno de los héroes de una tragedia que se llevó por delante tres vidas y que, de no ser por su actuación, podrían haber sido más.
La explosión y las llamas lo sacaron de casa en torno a las cuatro de la mañana y cuando miró a la planta superior vio cómo una madre trataba de poner a salvo a sus hijos. Aunque la mujer y su pareja fallecieron, su acto de valentía y su confianza en los vecinos que desde abajo les brindaban ayuda les permitió salvar a sus hijas. Este héroe anónimo se encargó de bajar a la mayor, de 19 años, mientras otros familiares hacían lo mismo con la pequeña, de un año y medio. Aunque en ese momento desconocían el riesgo al que se enfrentaban y parecía que el edificio se les iba a venir encima, no dudaron en ayudar a sus vecinos: «En ese momento solo piensas en sacar a la gente del edificio. No estás pensando en que te puede pasar algo, sino en la gente que está atrapada y que, si no ayudas, no van a poder salir».
Así, la madre ayudó a su hija mayor a saltar a los brazos de su vecino e hizo lo mismo con la pequeña, que fue a parar a los brazos de otros vecinos. La valiente acción permitió que las dos salieran ilesas de las llamas y ambas se trasladaron a casa de sus abuelos. Por desgracia, sus padres no corrieron la misma suerte.
El inmueble, calcinado en la parte superior y con una planta baja que resiste como puede, recuerda continuamente a estos vecinos lo vivido hace apenas tres días. «Mi intención es entrar, si la Policía nos lo permite cuando termine su investigación, para recuperar algunos objetos. No tienen valor económico, todo lo de valor está destrozado, pero sí sentimental», explica este vecino. Cuando se produjo la explosión, se centró en ayudar al resto de habitantes del inmueble –«era prioritario»– y ahora le gustaría sacar algún recuerdo familiar porque «ahí, bajo los escombros, está todo lo que tenemos».
Quiere recuperar recuerdos de una vida pasada y enterrar lo que ocurrió en la madrugada del sábado. De hecho, está deseando que termine la investigación policial y derriben el edificio. «Cuanto antes lo tiren abajo, antes se irán los recuerdos de esa noche, antes cicatrizará la herida».
Este hombre, junto a los familiares con los que vivía de alquiler en este inmueble, no tienen otra vivienda a la que ir ni familiares que puedan acogerlos a todos mientras resuelven su situación. Por eso, estos días se están alojando en el centro de acogida Princesa Letizia. Su casero –que tampoco quiere revelar su nombre– lamenta que una persona «tan buena y que ha salvado a varios vecinos» se vea en esta situación. «Lo menos que podían hacer es alojarlo en algún piso de titularidad municipal hasta que puedan ir a otro sitio. Que tengan por seguro que, si no hubiera sido por él, habría muerto más gente en este suceso».
Todos los vecinos que han tenido que abandonar sus casas y que ahora ven cómo sus vidas han quedado reducidas a un amasijo de cenizas y escombros se cuestionan qué será de ellos. Algunos están enfermos, otros son dependientes y viven con pensiones mínimas que no les permiten enfrentarse a unos alquileres desorbitados. «Y mucha gente no nos quiere alquilar por nuestra etnia», lamentan, a pesar de que «nunca hemos tenido problemas con los pagos». Esto lo corrobora el propietario de uno de los pisos, que se acercó ayer a La Albericia para ofrecer su apoyo a quienes hasta hace tres días eran sus inquilinos.
En los próximos días, un equipo técnico del Princesa Letizia se reunirá con las familias afectadas individualmente. «El objetivo es proporcionarles información detallada sobre los recursos de apoyo social disponibles y dar respuesta a sus necesidades inmediatas, que incluyen la oferta de asesoramiento psicológico y el seguimiento personalizado de cada caso», exponen desde la Concejalía de Servicios Sociales.
No pueden evitar emocionarse cuando miran hacia el edificio en el que vivían. Aunque ya no queda nada de sus casas, la mayoría de vecinos afectados se acercaron ayer de nuevo a su barrio, al entorno del número 24 de la calle Albericia. Allí, en corrillos, rememoraban lo ocurrido la madrugada del sábado y lamentaban que, desde entonces, apenas habían podido dormir. «Cierro los ojos y oigo la explosión de nuevo», explicaba una de las vecinas, a la que el resto daba la razón.
Desde la acera de enfrente del edificio, veían cómo la Policía Científica desplegaba sus instrumentos de análisis donde antes estaban sus salones, cocinas, baños y habitaciones. Allí pasaron varias horas, tratando de hablar con los agentes sobre el futuro del inmueble y con prendas prestadas por familiares y amigos, ya que abandonaron sus casas con lo puesto.
La mayoría han vivido toda su vida en La Albericia, por lo que los vecinos del entorno son, en muchas ocasiones, amigos. Y muchos se pasaron por allí a lo largo del día de ayer para mostrarles su apoyo. Hubo abrazos, palabras de ánimo y también de frustración por lo ocurrido. Ahora solo quieren dejar atrás el recuerdo de la madrugada del sábado y recuperar la normalidad de su vida cotidiana, aunque no sea tarea fácil.
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