

Secciones
Servicios
Destacamos
«Lo nuevo de las nuevas tecnologías». La frase sirvió para titular un artículo de este periódico en junio de 2009. Era una ... crónica en torno al 'ITC-MobileSummit', un encuentro que reunió a más de cuatrocientos expertos de todo el mundo en La Magdalena. La cita no pasaría de apunte de hemeroteca si no fuera porque esa reunión fue, según los especialistas, el origen de uno de los asuntos que más páginas ha ocupado desde entonces y que se ha instalado en el vocabulario reciente de los santanderinos. La 'Smart City', centrada aquí en el programa 'Smart Santander' (que arrancó en septiembre de 2010). La ciudad inteligente. Tras una década de proyectos, las preguntas retumban a menudo. ¿Para qué ha servido? ¿En qué afecta al ciudadano? ¿En qué lo nota?
El origen es importante para entender el desarrollo y el concepto. Uno de los planteamientos de aquel congreso fue el de trasladar la investigación al mundo de las ciudades. Convertir la ciudad en un espacio en el que probar cosas. Ver el antes y el después. Y eso fue justo lo que se hizo en Santander. En un consorcio integrado por quince socios y basado aquí se planteó un proyecto para convertir a la capital en un banco de pruebas. Fue en ese contexto en el que se encuadra uno de los aspectos que más ha trascendido. La instalación de 12.000 sensores. Ese proyecto ('Smart Santander'), que tenía un ciclo de vida de tres años, fue el inicio de lo que vino después. Aquí conviene fijar las primeras conclusiones. En una fase temprana del desarrollo de las ciudades inteligentes, Santander se posicionó en el panorama internacional en este campo (ostentó, de hecho, la presidencia de la Red de Ciudades Inteligentes). Fue un terreno para experimentar, un laboratorio (la palabra la repiten todas las personas vinculadas a este campo) al que acudieron otros (entidades públicas y privadas con sus propios proyectos para probar cosas). Y ya con la infraestructura colocada, ese proyecto inicial dio pie a poder seguir participando en numerosos proyectos piloto financiados por Europa.
Sensores en los contenedores Los de papel y cartón o los de envases permiten medir si están llenos (optimizar recogida), la temperatura en el interior (detectar incendios) o avisar si hay volcados. Los orgánicos cuentan identificadores (saber cuándo se han lavado o la última vez que los arreglaron, por ejemplo). También los hay en las papeleras.
Aplicaciones. Ahora y en el futuro Se empezaron a hacer para casi todo y luego algunas han decaído. En total, se pusieron en marcha 16 bajo el paraguas municipal. Ahora mismo, con utilidad real quedan unas ocho. La idea es que con el proyecto 'Smart Citizen' queden integradas en una única que sustituya al resto y sea más práctica.
Alumbrado. Ahorro Se cambiaron todas las luminarias con un ahorro del 80% en la factura de luz. Aun 4% de las farolas se pueden conectar sistemas de wifi o cámaras (se está probando una en El Sardinero para las playas). Se han invertido 2,4 millones para mejorar la eficiencia en edificios municipales (para ahorrar 250.000 euros al año).
Sensores de aparcamiento Se pusieron 315 en determinadas zonas 30 del centro de la ciudad que alimentaban los paneles de información de aparcamiento. Con trabajos de reasfaltado o de escaleras mecánicas se han dañado unos sesenta y los paneles están ahora apagados. Se está estudiando la forma de reponerlos, que está prevista próximamente.
Paneles de tráfico. Centro de gestión e información En el centro municipal de la estación de autobuses se gestiona el tráfico, el sistema semafórico o la monitorización de túneles. Hay sistemas para medir la intensidad del tráfico en diferentes calles y la densidad de vehículos. De estos datos se alimentan los paneles de información que hay por las calles.
Máquinas y centros cívicos. Han sido retiradas Se instalaron con la intención de poder hacer trámites desde allí como pagar multas. Hoy en día no siguen funcionando. Los suministró una fundación europea sin ánimo de lucro que dejó de funcionar. «Se están retirando o se han retirado», informan fuentes municipales. Tuvieron un impacto reducido.
¿Quién usa los datos? La lista Técnicos y responsables de los servicios para una gestión más integral, empresas externas al Ayuntamiento para desarrollar trabajos, emprendedores para el desarrollo de aplicaciones (se han hecho sobre los autobuses, las bicis de alquiler, el tiempo o los comercios) e investigadores (con trabajos sobre rutas ciclistas, por ejemplo).
Problemas: Las colas del IMD La reserva para el IMD en verano provoca una enorme demanda que se ha traducido en colas porque el servidor tuvo caídas o semicaídas (lentitud). «Hemos tomado medidas y ampliado la capacidad del sistema para el año que viene, pero ante picos grandes estas cosas ocurren». El 60% de las reservas, en todo caso, se hizo por internet.
Distintivo: Destino turístico inteligente La ciudad ha recibido recientemente el distintivo de destino turístico inteligente a través de Segittur. Fue la segunda localidad española en recibir esta calificación y la primera que cumplió con más del 80% de los requisitos exigidos en una primera evaluación. Es uno de los muchos reconocimientos que se han recibido en este ámbito.
Información útil: Cuadros de mando De forma disgregada y anónima se reciben de los móviles datos de asistencia en puntos concretos, procedencia de asistentes o rasgos como edad o sexo. Se hacen análisis semanales, mensuales o diarios, lo que ayuda a dirigir políticas de promoción. Es sólo un ejemplo de cuadros de mando para los distintos servicios.
27 proyectos europeos vinculados a las ciudades inteligentes han contado con la participación de Santander en estos diez años.
155 millones de euros ha sido la financiación con fondos de la UE recibida para todos esas iniciativas.
325 instituciones públicas o privadas nacionales e internacionales han estado presentes en proyectos en la ciudad.
3 millones de euros de fondos europeos ha recibido el Ayuntamiento en forma de subvención directa en relación a estos proyectos.
8 millones de euros suma lo recibido de esos fondos por parte de la Universidad y de empresas locales.
52 millones de euros (de los 155) corresponden a los ocho proyectos que están en marcha en la actualidad.
Aquí encajan unos datos concretos. La ciudad, como socio, ha participado desde entonces en 27 proyectos de este tipo que han recibido 155 millones de euros de financiación (en la actualidad hay ocho en marcha que suponen 52 millones de esos 155). Se ha colaborado con 325 instituciones nacionales y extranjeras que han estado presentes en la capital. Para el Ayuntamiento, en subvenciones directas, han ido a parar más de tres millones y otros ocho se repartieron entre la Universidad y diversas empresas locales. A esto se suma el impacto indirecto del total (155) ya que los trabajos se desarrollaron aquí (y hay proyectos de distintos países probados en Santander y en los que no participaron el Ayuntamiento o la Universidad de Cantabria).
Pero, en este punto, conviene decir también que los sensores, por el hecho de estar, no convirtieron a Santander en una ciudad inteligente. Que una cosa son los proyectos de investigación y otra, el proyecto de ciudad. Y que el impacto real sobre el ciudadano no ha sido, en ocasiones, algo que el propio ciudadano haya podido percibir con facilidad. Esa infraestructura es la base para un proceso de transformación digital que no está, ni mucho menos, terminado. Un equipamiento necesario para los objetivos que se fijaron puedan cumplirse. Y ahí entra la idea de la introducción de la tecnología en los servicios y la creación de una plataforma que los integre todos. «Al hablar de ciudad inteligente hablamos de los datos como el oro de este siglo», aseguran en la oficina local de la ciudad inteligente. Los datos están, pero ¿para qué han servido? ¿Qué se ha hecho?
Sería, en este resumen, un segundo punto del análisis. Para implantar la tecnología en los servicios se optó, entre otras medidas, por incluir en los pliegos cláusulas tecnológicas. Que, de forma obligatoria, las empresas que optaran a llevarse los contratos se ocuparan de integrar los cambios. Pasó con los contratos de basuras (2014), alumbrado público (2016), con lo vinculado a la red semafórica y de tráfico (2017), la OLA (2017) o los nuevos autobuses. Aqualia, por ejemplo, implantó un sistema de información geográfica (la detección de las averías de estos últimos días fue gracias a los sensores) y en 2013 se colocaron 2.000 contadores inteligentes en Nueva Montaña y Calderón de la Barca (envían información periódica del consumo, se puede consultar el gasto que se lleva acumulado o recibir alertas con incidencias). Además, se ha anunciado la colocación de nuevos modelos en el Barrio Pesquero. En otros ámbitos, se instalaron sistemas para reportar la actividad de los camiones de la recogida de basuras y en la última renovación de contenedores soterrados (262) se incluye la utilización de sensores de llenado o de identificación. A esto se suma, siguiendo con los ejemplos, el cambio de las luminarias del alumbrado público. La factura que paga el Ayuntamiento debe reducirse un 80% con estos cambios, que permiten, además, el control de cada farola de forma individual (no por zonas, como era antes). Tecnología para medir la intensidad del tráfico en puntos concretos, vehículos con cámaras que leen las matrículas para el control de las plazas de OLA...
En paralelo, se ha seguido trabajando en la integración de todos los servicios. En canalizar todo lo que llega para poder utilizarlo y mejorar, con ello, la gestión. Y también en aplicaciones (de las 16 que se pusieron en marcha en torno a ocho están hoy, en la práctica, disponibles o con uso) o en pruebas en forma de proyectos con socios de otros continentes (Japón).
Quedan, con todo, preguntas. ¿Las empresas? ¿El empleo? Hay un dato que sí es significativo. El paro en este sector en la ciudad es prácticamente cero y varias compañías locales han crecido de forma notable en los últimos años. No sólo al amparo de la 'Smart City', pero vinculadas. Junto a la Universidad han participado en proyectos europeos empresas establecidas en Cantabria como TTI Norte, TRT Sistemas, Acorde o Atos. Sayme, por ejemplo, es una de las que fabrica sensores y está en proceso de expansión. Everis acaba de ampliar su presencia en la región (donde Ingram Micro Cloud también abrió una oficina) y en el Pctcan llama la atención el espectacular edificio del Grupo Ambar. Allí está también CIC Consulting Informático, que los expertos en la materia ponen como ejemplo. Contaban con una tecnología para la monitorización de las centrales nucleares y la adaptaron para la red de aguas. Con esta idea crearon un producto que han sabido trasladar a otros ámbitos y venderlo por el mundo. «Han triplicado plantilla».
¿Y el ciudadano? Pues no siempre ha visto que esto repercuta en su día a día. Y más, con cuestiones de 'impacto visual' negativo como los indicadores de los aparcamientos subterráneos o las colas para las gestiones entre mensajes repetidos de modernidad y de ciudad inteligente. «Lo que se monta al principio son los mimbres y eso es difícil de 'vender', pero es imprescindible. Nace un laboratorio y se experimentan un montón de cosas. El ciudadano puede verlo de manera lejana, pero no podría ver nada en el futuro sin esa infraestructura», explica Raúl Uría, gerente de Ascentic (Asociación Cántabra de Empresas de Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones). En este colectivo hay empresas que han participado y participan de los proyectos, «que son procesos de transformación digital complejos». «Se mejoran los servicios, pero el ciudadano lo percibe de manera indirecta». Pone un ejemplo. Para ver «cómo pasa el tren es imprescindible tener las vías». A su juicio, es «un cambio de cultura» y se están «haciendo los deberes». «Gota a gota».
Él es el que apunta la idea de «paro cero» o que la rentabilidad de cada euro invertido es muy alta (y repasa los nombres de empresas que han crecido). Señala, eso sí, que las compañías locales que ejecutan proyectos junto a las grandes deberían tener más visibilidad y también que la lentitud administrativa para resolver cuestiones de mantenimiento -reaccionar cuando algo se rompe o hay que renovarlo- «ofrece muy mala imagen».
«El ciudadano no siempre es consciente de todo lo que utiliza que tiene que ver con esto. No tiene por qué percibir esta tecnología. Pero, por ejemplo, en Santander la red de fibra óptica extendida era de diez kilómetros en 2010. Ahora, de 114», explican en el centro de demostraciones de la 'Smart City', en Pronillo.
La respuesta al impacto real sobre el ciudadano debería estar en el proyecto que acaba de licitarse. 'Smart Citizen'. El ciudadano inteligente. Una tarjeta única para toda la ciudad y los servicios, mejora de los sistemas de participación, simplificación de trámites, espacios interactivos por la ciudad... Tienen tres años para lograrlo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.