Secciones
Servicios
Destacamos
Una navidad más, Peña Herbosa y alrededores volvieron a convertirse en epicentro de la 'tardebuena' santanderina. Miles de personas llenaron las calles brindando y riendo hasta casi la hora de la cena, pero la fiesta tuvo una resaca indeseable para la salubridad de la capital. ... Durante todo el día de Navidad, las bolsas de plástico, las botellas, los vasos y demás restos de los botellones han cubierto las aceras y carreteras del centro, provocando las críticas de los viandantes y generando malos olores en toda la zona.
Peña Herbosa, que fue cortada al tráfico por la Policía Local, lo que facilitó la celebración de botellones, concentró el grueso de los participantes en la celebración previa a la cena de Nochebuena, que se contaron por miles. A última hora de la tarde, la calle aún estaba «petada, aquí no cabe ni un alfiler», constataba un grupo de jóvenes, que llevaban ya largo rato en la zona. En realidad, la aglomeración de personas era evidente a simple vista y el ruido de las conversaciones reverberaba por encima de Zapato veloz y Mariah Carey.
«Vengo todos los años y este hay muchísima más gente, sobre todo, en comparación con el pasado. La gente, yo creo, tenía ganas de salir», dijo Mónica García, una de las cientos de asistentes a la 'tardebuena' de Peña Herbosa. En diciembre de 2021 aún persistían las medidas anticovid y Sanidad registró cifras récord de contagios, y, si bien Santander no abandonó la tradición de brindar en compañía de amigos o compañeros de trabajo, mucha gente se lo tomó con precaución. Esta tarde, sin embargo y a juzgar por las conversaciones y la ausencia de mascarillas, la pandemia resulta ya algo remoto, como un eco lejano de cifras y recomendaciones. «Hay más sensación de libertad. Tenemos que convivir con ello, normalizarlo, si no, esto es imposible», opinaron, por su parte, los amigos Mario y Diego, que pasaron la tarde en Peña Herbosa vestidos con los mismos jerséis navideños, bien lucidos, luminosos y muy útiles para reconocerse entre la multitud.
A ambos les lelgó a sobrar la sudadera porque no hay que olvidar que fue un día de viento sur en la capital, con temperaturas cercanas a los 20 grados. La bahía lució brillante y rizada aunque el paisaje (y paisanaje) más sorprendente estuvo en las calles del centro. Por allí circularon decenas de grupos uniformados con 'ugly sweaters', diademas corniformes y espumillón enrollado al cuello. Mario y Diego, vecinos de Maliaño, vistieron acorde a la etiqueta exigida. Estaban contentos. «Este es un día en el que conseguimos juntarnos todos los amigos (son un grupo de ocho). En Navidad sacamos ese rato para reunirnos que tanto cuesta encontrar el resto del año», contaron. Su plan pasó por tomar algo «y celebrar en grupo» hasta las ocho de la tarde más o menos. Antes de regresar a casa para cenar, apuraron «la última» bebida en el pueblo.
La 'tardebuena' ya es tradición en Santander y en otros puntos de la comunidad, y también lo son los dispositivos policiales para velar por que todo transcurra con normalidad. Se trata de una celebración al uso: al aire libre, con una copa en la mano, y entre compañeros. Así estuvo Peña Herbosa desde mediodía, cuajada de grupitos que brindaron ruidosamente cerca de la puerta de los locales o ya en la carretera. Al mismo tiempo, se formaron corrillos de personas que consumieron su propia bebida en esta calle o en las adyacentes, incluso en el primer tramo de escaleras mecánicas de Lope de Vega, apagado esa tarde.
Las conversaciones en alto regalaron reflexiones de índole bien diversa: hay quien comentó que lo ideal hubiera sido hacer peatonal la calle durante todo este día, o, al menos, «haber cortado el tráfico a mediodía»; hay quien celebró que los bares «nunca hayan estado tan llenos» y también quien aplaudió que los jóvenes sigan pidiendo en la barra «medias y cuartos de cerveza» -como se llama en Cantabria a los botellines-.
«El recambio generacional de la 'tardebuena' está asegurado», valoró una chica mientras miraba en dirección a un grupo de jóvenes. En esa categoría juvenil pueden encuadrarse Gabriela, Julia, Alicia y Ariana, cuatro amigas de Santander que esa tarde se compraron un gorro de 'Papá Noel' para estar a tono con el ambiente en su primera 'tardebuena'. Su idea inicial era estar en Peña Herbosa hasta las ocho de la tarde para «tomar algo, pasarlo bien y socializar». Y tenían toda la actitud.
Además de en Peña Herbosa, también en las calles Hernán Cortés y Daoiz y Velarde la carretera fue parte del escenario festivo. En Tetuán o Cañadío se respiró igualmente ambiente de brindis navideño, si bien en la plaza convivieron por la tarde las terrazas y los gorritos de Papá Noel con algún que otro partidillo de fútbol.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.