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«En el temario de 4º de la ESO se ve el Franquismo, la Transición y se deja optativo el abordaje del Terrorismo. Los centros pueden pasar de puntillas, pero nosotros hemos querido tratarlo porque es parte de la historia de España», explicó José Javier Martínez, profesor de historia y coordinador del Departamento de Ciencias Sociales del Colegio La Salle de Santander. Para ello, los alumnos de 4º de la ESO han trabajado con el material sobre Terrorismo del Ministerio de Educación; además, el pasado noviembre visitaron el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, en Vitoria; y este viernes acogieron el primer Encuentro en Cantabria con la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).
Durante toda la mañana los alumnos de secundaria han mantenido un encuentro con víctimas del terrorismo y han podido escuchar en primera persona su relato personal y preguntarles sus inquietudes o dudas al respecto. La actividad forma parte del 'Proyecto de concienciación social sobre terrorismo y sus consecuencias' a través del cual se imparten charlas de sensibilización del terrorismo en centros educativos de toda España, que en La Salle Santander contó con la intervención de Andrea García de Marina, psicóloga de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).
Como parte de esta dinámica, los jóvenes se sentaron a escuchar atentos como Julia, víctima de un atentado en el año 2000, les narraba qué sintió el instante antes de que explosionara un coche bomba aparcado justo al lado de donde ella se había parado unos minutos. «Me había confundido en mi agenda del día. Creía que tenía que acudir a una cita de trabajo, pero fue un despite y no era ese el día. Al salir del edificio me paré y pensé: 'Bueno, no te castigues, un error lo tiene cualquiera. Ahora piensa en positivo y ten un gran día. Boom: solo un segundo después de aquel pensamiento volé por los aires». Julia, enfermera de profesión, se quedó inconsciente y su cuerpo sufrió fuertes lesiones de las que todavía hoy se está recuperando.
Julia era una de las 64 heridos y cuatro víctimas mortales del atentado de ETA en Madrid el 30 de octubre de 2000. Con 30 kilos de dinamita, la banda terroristas quitó la vida al magistrado José Francisco Querol Lombardero, a su chófer y su escolta, dejándoles calcinados en la acera.
Julia relató a los alumnos de Educación Secundaria que la noche antes del atentado discutió mucho con su hijo mayor de 21 años. «Nos fuimos a la cama muy enfadados» -para después explicar que-, «mis dos hijos han sido mi gran pilar para salir adelante tras el atentado. Me llena de orgullo ver cómo me han ayudado en mi rehabilitación. Me ha hecho ser consciente del gran potencial que tenéis los jóvenes, que a veces se nos olvida a los padres». También les contó que «desde aquel día nunca nos vamos a la cama sin darnos las buenas noches».
Los testimonios que conectaban con los jóvenes fueron el contexto para resolver sus preguntas. «¿Has superado el miedo?», le preguntaron a Julia. «No, nunca, el miedo vive contigo para siempre y se irá conmigo». «Nunca he metido rencor en mi alma. Destrozaron mi cuerpo, pero no han podido destrozar mi alma», apuntó esta víctima.
«El miedo se te mete tan adentro que desarrollé una hipervigilancia continuada, a la que te acostumbras», explicó otra de las víctimas del terrorismo que participó con su testimonio en el encuentro, el periodista Santiago Ruiz de Azúa, que recibió tres amenazas de la banda terrorista ETA por carta cuando trabajaba en los años 80 en la emisora de Antena 3 en San Sebastián; las dos primeras amenzas llegaron a la emisora y la última de las misivas, al buzón de su casa.
Eran los años 80 cuando en el País Vasco proliferaron los denominados 'grupos especializados en terrorismo callejero'. Fue entonces cuando «la angustia y el miedo» llevaron a Santiago, con 26 años, a tomar la decisión de abandonar su hogar, su ciudad, a su familia, y empezar de cero como periodista en Galicia. «Querían matarme por contar cosas que no le gustan a personas que no sienten respeto por los demás. Simplemente, matarme por no pensar como ellos», denuncia Santiago. «Creo que si hubieran viajado más fuera del País Vasco, los que empuñaron las armas no lo hubieran hecho» y describió a los alumnos que «las bombas eran el iceberg de un aparato de comunicación y propaganda».
Sobre la visita que los alumnos realizaron al Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, José Javier Martínez, su profesor de historia, señaló que «es un centro apto para todos los públicos y los jóvenes se quedaron muy impactados. Es una visita muy recomendable». «Nuestra idea es mantenerlo todos los años, ya que es una vista obligada para conocer la acción del terrorismo en España, una parte de la historia que hay que conocer, no podemos pasar de puntillas por ella».
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