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Si usted conducía el miércoles a las 10.40 por la avenida de la Constitución (S-20) seguro que adelantó a un Citroën negro que le pareció que iba muy despacio. Realmente, ese coche -lo sé porque yo conducía- era el único que circulaba respetando ... a rajatabla el límite de velocidad. Entre la rotonda de Britannia (por buscar una referencia) y el campo de fútbol, clavado a 50 por hora (y bajando a 40 al aproximarse a cada glorieta). En ese tramo, sin demasiado tráfico en ese momento, al vehículo negro le pasaron diez coches. Uno tras otro. O, lo que es lo mismo, todos los que circularon por la misma vía y en el mismo sentido a la vez. Todos menos uno (que se mantuvo 'a su cola' pacientemente y debió tener la misma sensación que el conductor que iba delante: que iba pisando huevos). Pues bien. La S-20, con los cambios de los límites de velocidad que entrarán en vigor esta semana en Santander -y en toda España-, es la única vía en la que se podrá circular a 50. Y sólo en siete calles se permitirá alcanzar los 40. El resto, 30 o 20. Una mañana entera comprobando velocidades como conductor o como copiloto por estas ocho calles (y algunas más) permiten sacar dos conclusiones claras antes de que entren en vigor los cambios (en horas intermedias, ni punta ni de calles vacías). La primera, que por el centro o las arterias principales, rotondas, semáforos y todas las circunstancias del tráfico (acumulación de coches, peatones en los pasos de cebra, vehículos en doble fila...) limitan en buena parte ir por encima del límite. La segunda, que cuando el tráfico lo permite en esas calles (cuando el conductor decide), cuesta encontrar un vehículo que circule por debajo del tope. Y hablamos del tope vigente, no del que será obligatorio en unos días.
Para situarse, el planteamiento general (está pendiente conocer los estudios pormenorizados o tramos puntuales por la cercanía de colegios, por ejemplo) es que en las calles Castilla, Marqués de la Hermida, San Fernando, Los Castros, Hermanos Calderón, Paseo de Pereda y General Dávila se ponga el límite a 40 (y mantenerlo a 50 en la S-20). Serán la excepción. Porque el tope genérico estará en 30 (y en muchas calles, en 20). Partiendo de esta premisa, lo que quiso comprobar El Diario fueron tanto las velocidades actuales a las que se circula en la práctica como la 'reacción' de los conductores ante un vehículo circulando a su par a las que entrarán en vigor esta misma semana.
Casos reales
Del hotel Palacio del Mar a Valdecilla Como copiloto (11.15 horas). Va ligero, pero sin la sensación de ir rápido. Por la S-20 (50 es el límite) circula entre 60 y 80. Adelanta a algunos y va a la par de otros. Por Camilo Alonso Vega en dirección Cuatro Caminos (será de 30) baja a 40-50, y el tráfico no permite ir a más.
Conduciendo a 50 por la S-20 y a 40 por Los Castros Como conductor (10.30 horas). En la S-20 respetando el límite, me adelantan diez coches. Todos menos uno. En sentido inverso, otros diez (todos sin excepción). Por Los Castros a 40, me sobrepasan cinco (todos), aunque semáforos y rotondas les impiden distanciarse.
De Valdecilla a la gasolinera de Puertochico Copiloto (11.40 horas). Por el túnel de Cuatro Caminos (será de 30) pasa a 50 y por San Fernando (será 40), a 60. El tráfico condiciona por Jesús de Monasterio (va a 40) y Calvo Sotelo (coge 60). Con los semáforos se queda en 50 por el paseo marítimo. Circula más bien suave.
Formando atasco en el túnel de Tetuán Pasando a 50 por el túnel a las 13.10 horas (se limitará a 30) se forma una fila de cinco o seis coches (está despejado, con poco tráfico). Un autobús municipal que va delante se distancia hasta perderlo de vista.
De Puertochico a la rotonda de Los Osos De copiloto (12.15 horas). Por Casimiro Sainz va a 35-45 con tráfico, pasa el túnel a 40-50 (será de 30) y por Los Castros (será de 40) los tramos son de 40-50, 50-57, 40-50 y 50-60 (limitado por semáforos y rotondas). Sube por Miguel de Unamuno (será de 30) a 45-50. Circula con mucha moderación.
Arriba y abajo por Marqués de la Hermida y Castilla De conductor (10.05 horas). Dos pasadas por cada calle y la situación es similar. Semáforos, densidad del tráfico y coches en doble fila no dejan mucho margen para ir a más de 40. Cuando el tráfico da opción, circulando a 40 me adelantan casi todos los que pueden.
De Los Osos al Alto de Miranda Copiloto (12.45 horas). El conductor va contenido. En el recorrido por General Dávila (el límite será de 40), con tráfico medio (aún no coge la salida de colegios), los tramos entre rotondas y semáforos van de 46-50, 30-40, 46-50, 30-45 y 55-60 (en la parte final).
¿Cómo? Lo segundo, con un periodista al volante (el del Citroën negro) y atento al resto de vehículos. Lo primero, con la misma persona esta vez de copiloto en cuatro trayectos con cuatro conductores diferentes y sin que supieran que sus velocidades iban a quedar registradas (los recorridos -al volante y 'de espía'- están recogidos en la tabla que acompaña estas páginas). Todo, entre las 10.05 y las 13.10 horas, pensando en evitar los momentos más fuertes, pero sin encontrarse las carreteras vacías.
Al volante, tres ejemplos. El primero, el de la S-20 a 50 del principio y los diez adelantamientos con sólo un conductor respetando el tope. Haciendo el mismo recorrido a la inversa (del campo de fútbol a la rotonda de Britannia) el resultado fue similar. Otros diez adelantamientos y esta vez ninguno aguantó detrás más allá de unos pocos metros. Por Los Castros a 40 pasa algo similar. Casi todos te adelantan y van más deprisa, aunque la acumulación de rotondas y semáforos hace que les cueste distanciarse.
Sin embargo, en dos pasadas por Marqués de la Hermida y la calle Castilla, el volumen de tráfico acaba permitiendo en muy pocos tramos coger esos 40 que serán límite. Es un 20, 30, 40... Ahora bien, cuando se abre un espacio libre y se permite avanzar, se rebasa el límite con solvencia. A 40 vuelves a ser el 'bicho raro'.
Lo interesante de medir las velocidades de otros es el hecho de que no saben que se les está midiendo. Y, en ese sentido, hay que decir antes de nada que ninguno de los cuatro conductores iba especialmente deprisa en relación al resto de ocupantes de la vía. Circulaban, viendo el conjunto, con la media. Incluso, al coger 80 kilómetros por hora por la S-20 y mucho más a 60 por San Fernando o por Los Castros (ambas serán de 40) o a 50 por el túnel de Tetuán (que será de 30, con un sólo carril por sentido). En los cuatro trayectos (Hotel Palacio del Mar-Valdecilla, Valdecilla-gasolinera de Puertochico, Puertochico-rotonda de Los Osos y Los Osos-Miranda) se superó el límite actual permitido en varios puntos, con lo que aún más el que entrará en vigor. De hecho, en siete de las ocho calles que serán las más rápidas (no se comprobó por Hermanos Calderón), en estos viajes de prueba se circuló más rápido de lo que se podrá.
La velocidad comercial de un taxi en Santander (a la que se circula de media teniendo en cuenta las paradas por las circunstancias –semáforos, atascos, dejar a un cliente–) es 25 kilómetros hora. Eso confirma que el tráfico limita mucho (más en el centro que en la periferia). Pero los taxistas aseguran que, cuando se puede (no sólo ellos, todos), «sin duda se circula por encima de esos límites» (los que se van a poner). Lo dice Manu Andoni Ruiz, de la Federación del Taxi, convencido de que «ahora mismo, si fuésemos a esa velocidad, tendríamos problemas con los clientes». «Va a costar pero muchísimo».
Sirva un último ejemplo de la mañana. Túnel entre Los Castros y Casimiro Sainz (en ese sentido). A una velocidad constante de 50 (cuando se podrá circular, como máximo, a 30), a las 13.10 horas se formó una cola de seis o siete unidades a la espalda y el autobús municipal que iba delante se distanció tanto que le dio tiempo a desaparecer de la vista del conductor del Citroën negro antes de salir del paso subterráneo en La Sardinera.
Va a tocar adaptarse al cambio. Por obligación. Y no parece que vaya a ser fácil.
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