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El termómetro que incorpora el ventilador que hay instalado en la sala de espera de la doctora Ana Galván, en el centro de salud La Marina de Santander, ha llegado a marcar en la mañana de este jueves 30 grados. Por eso, trasladó la correspondiente ... queja a Riesgos Laborales y a la Gerencia del Servicio Cántabro de Salud para que se busque una solución. No es una novedad, la misma reclamación fue interpuesta el verano pasado y el anterior. «He peleado mucho por solucionar este tema porque llevamos muchos años con él. En la planta inferior hemos llegado a tener hasta 36 grados a media mañana. Conseguimos que pusieran aire acondicionado, pero sólo lo instalaron en una zona», se queja. Por eso, explica que el problema persiste en la mayor parte del edificio, «en el mostrador hace un calor infernal. En las consultas tenemos documentadas el año pasado jornadas en las que llegamos hasta los 33 y 34 grados a media mañana. Hoy a las ocho de la mañana en mi consulta había ya 28 grados», recuerda.
En este centro de salud, que también sufre otras consecuencias de la falta de mantenimiento -como las decenas de azulejos que se despegaron de la misma pared hace unos días-, los ventiladores y los abanicos no pueden faltar. Y eso que aún no aprieta el verano. Mientras espera, una paciente se acerca su rostro a un ventilador. «Nos los pusieron el año pasado ante nuestras quejas pero no sirven más que para dar la temperatura, porque lo único que hacen es mover el aire caliente», explica la médico, que recuerda la «impotencia» que sintió ante la respuesta que recibieron el año pasado del departamento de Riesgos Laborales de la Consejería de Sanidad sobre este asunto. «Nos mandaron una carta en la que nos recomendaban que nos abanicáramos, bebiéramos mucha agua, vistiéramos ropa fresca y que nos desplazáramos a las zonas más frías del centro. ¿Qué hago? ¿Paro la consulta y me voy al sótano de ocho a tres? Es indignante», califica. La normativa vigente establece que la temperatura en los centros de trabajo debe estar entre los 17 y los 27 grados centígrados, «si fuéramos rígidos con eso no trabajaríamos en todo el verano», asegura.
Sin embargo, la queja principal de esta médica, que actúa en este asunto como portavoz de los trabajadores del centro de salud, es la falta de respuesta de la Administración, «acabo de escribir, de nuevo, pidiendo una solución que llevamos años esperando y que está muy clara, instalar aire acondicionado en todo el edificio», dice.
Y sí los trabajadores sufren las consecuencias del calor de este lugar, para los usuarios del centro de salud en ocasiones puede ser aún peor. Se da la circunstancia de que las zonas más cálidas del edificio son sus dos extremos, donde se encuentran la consulta de la doctora Galván, a un lado, y Pediatría, al otro. «A algunos pacientes les ha dado un síncope. La consulta de la matrona es muy pequeña y las mujeres embarazadas se marean. No se puede trabajar así y los pacientes no tienen por qué aguantar esta temperatura», considera. Y recuerda que el año pasado varios usuarios interpusieron hojas de reclamaciones, «pero ellos tampoco recibieron respuesta».
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