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Alberto Torres (Santander, 1985) nació oyendo, pero debido a una enfermedad y un medicamento terminó sordo siendo un adolescente. A pesar de ello, presume de ... su discapacidad: «¡Me siento orgulloso de serlo!». Llega al Ayuntamiento de Santander como el primer concejal sordo, usuario de la lengua de signos, motivado «por el reto de cambiar las cosas, de derribar barreras y terminar con injusticias». Optimista y con una fuerza arrolladora, Torres se marca como reto que las personas con discapacidad vivan «en igualdad de condiciones».
-Usted no nació sordo. ¿Recuerda cómo son los sonidos?
-Sí. Con cuatro años empecé a utilizar audífonos. Con 17 ya no oía nada. Pero tengo sonidos grabados. Recuerdo cuando me llamaban por mi nombre. Cuando veo un grillo o un pájaro, sé cuáles son sus sonidos, al igual que al ver una gota de agua. Sin embargo, no siento que padezca discapacidad auditiva. Esa sensación me la provocan las barreras con las que me encuentro cada día. Quizá sea porque al haber nacido en un hogar en el que mis padres y mis hermanos también son sordos, he crecido con una normalidad poco habitual. Yo me siento orgulloso de ser sordo. Soy consciente de que he tendido suerte en la vida, porque en el colegio no me dieron de lado y siempre he tendido mucha seguridad. Otros niños o adultos no corren la misma suerte.
-Ha sido el último concejal en incorporarse al Ayuntamiento de Santander en sustitución de Ainoa Quiñones. ¿Qué le llevó a la política?
-La confianza que depositaron en mi el diputado Pedro Casares y el concejal Daniel Fernández. Pero su labor empezó mucho antes de ponerme en unas listas electorales. Ellos llevan años preocupándose por las personas con discapacidad de todo tipo. Yo llego al Ayuntamiento para trabajar por todos, no solo las personas que padecen sordera. Antes de ser concejal era el presidente de la Asociación de Personas Sordas de Cantabria, fundada hace 68 años para luchar contra las barreras que nos discriminan. Después de tantos años, ahí siguen. Con la aprobación en el Pleno de la pasada semana de la declaración institucional por la Semana Internacional de las personas Sordas (que busca sensibilizar y concienciar sobre sus necesidades), por unanimidad de todos los grupos, se da el primer paso. Espero que estemos en el buen camino. De hecho, soy el primer concejal sordo de España, usuario de la lengua de signos, y puede servir de ejemplo para todo el país.
-¿Considera que está en igualdad de condiciones que sus compañeros en el Consistorio?
-Siento que en este Ayuntamiento todo lo que se ha hecho por la discapacidad, como la mejora de los accesos, es como si fuera una obra de caridad, una concepción muy antigua. Por otro lado, hace años existía el Servicio de Intérprete de Lengua de Signos Municipal (Silsas), pero desapareció. Debería estar presente a diario para cualquier ciudadano que tenga que acudir al Ayuntamiento a hacer una gestión. En mi caso, para poder contar con un intérprete, tengo que solicitarlo con 48 horas de anticipación. Pero la política no sabe de tiempos. Puede surgir una reunión en cualquier momento.
-Uno de sus objetivos es la lucha contra las barreras que impiden la igualdad. ¿Qué trabajo queda por hacer en Santander?
-¡Tantas cosas! Si vas a un cine, hay muy pocas películas subtituladas; en el teatro, ni existe; en las exposiciones, si hablamos del Anillo Cultural del Ayuntamiento, a la entrada te dan para escanear un código QR en el que aparece un intérprete de lengua de signos, pero sólo para la introducción. Para el resto, adivina lo que estás viendo.
-Desde que usted fue al colegio hasta este momento, ¿se ha evolucionado para educar en igualdad a las personas sordas en Cantabria?
-Lamentablemente no. Ahora, igual que entonces, sólo hay un instituto con dos intérpretes, el IES Augusto González-Linares, en Peñacastillo, al que yo fui. Hay algunos especialistas que van rotando por los colegios, pero con unos horarios tan escasos, que de poco sirve. Es muy injusto que no exista igualdad para estos chicos. La accesibilidad universal a la educación no existe para ellos. Y yo trabajo para que estos niños tengan las mimas oportunidades.
-Los medios de comunicación también tenemos tarea por hacer, imagino.
-La prensa escrita, no. Pero en el caso de la radio, los podcast deberían tener versión en lengua de signos y subtítulos. En la televisión, salvo en el canal 24 Horas, el resto no aprueba. En Cantabria tenemos una batalla abierta desde hace años con Telecantabria (la desconexión de TVE) para que utilicen subtítulos completos, no sólo frases sueltas o un discurso a medias.
-Esta pandemia les perjudica doblemente a ustedes debido a las mascarillas, ya que no pueden leer los labios ni ver bien los gestos de las caras.
-No es tanto problema de las mascarillas. Quizá a la hora de hablar con la lengua de signos, porque hay gestos que se acompañan con las manos que no se distinguen si la cara está tapada. Son muy caras, con cual no es algo factible. Pero lo que sí nos perjudica es que todo lo relativo al covid se hace por teléfono, vía por la que nosotros no nos podemos comunicar.
-Las campañas de sensibilización de personas con discapacidad física o visual tienen una gran difusión. Sin embargo, sobre las personas sordas, apenas hay. ¿Falta de marketing?
-Es que somos invisibles. No se nos ve. A una persona en silla de ruedas, se la distingue; a un ciego, por su perro-guía o su bastón. Nosotros, como mucho, nos llevamos una bronca porque no respondemos a una pregunta o advertencia. Nadie se da cuenta de que eres sordo. La gente ni siquiera sabe que no se dice lenguaje de signos, sino lengua, reconocida como un derecho. Para mi es oro. Es lo único con lo que me puedo comunicar con el mundo.
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