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A Gema Igual (PP) siempre le va a perseguir el MetroTUS y los siete millones de euros de los santanderinos «tirados a la basura» en la construcción de un carril bus que también usan finalmente otros vehículos, la compra de cinco autobuses largos ... que ahora van medio vacíos y la construcción de dos intercambiadores, en Valdecilla y El Sardinero, que ya no sirven para hacer transbordos. Ayer, Pedro Casares (PSOE) utilizó la foto de una de las manifestaciones (de unos tres mil santanderinos) contra el modelo de transporte público que fue rechazado por los usuarios y hubo que retirar para hablar del «desastre de su gestión».
«Esta es su foto, la foto del MetroTUS», atacó sin miramientos. «Santanderinos que salieron a las calles porque el MetroTUS perjudicaba su vida diaria. Sólo el miedo les hizo dar marcha atrás (al equipo de gobierno)», le dijo en referencia a estas elecciones. Fue el único momento en que se vio realmente molesta a la alcaldesa, que le reprochó a Casares que era él quien llamaba a las asociaciones de vecinos para que se movilizaran. «Usted les azuzaba», afirmó antes de contar que ella estuvo en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Cantabria (donde un grupo de Investigación del Transporte gestó el proyecto) «aprendiéndose todas las pantallas. Escuchamos e hicimos 23 cambios». Que no sirvieron porque, finalmente, los responsables locales se vieron obligados a tirar la toalla: el MetroTUS se implantó en febrero de 2018 y a finales de agosto se anunció su defunción para un par de meses más tarde.
Igual nunca se ha escondido con el proyecto. Sabe que fue una equivocación porque los vecinos no aceptaron el peaje de los transbordos y así lo ha dicho en innumerables ocasiones: que se intentó y que, como no cuajó, se retiró. «Tomamos decisiones y, cuando nos equivocamos, corregimos», dice a menudo de las actuaciones municipales. Y muy en concreto de ésta.
Esto no es impedimento para que su nombre vaya unido al de lo que todos califican como «chapuza» ni que se utilice como piedra arrojadiza. Para José María Fuentes-Pila (PRC), el MetroTUS fue la prueba de que el PP le había perdido el respeto a los santanderinos, a los que obligó a cambiar su vida «a su antojo. Pensaron que la ciudad es suya».
También Javier Ceruti (Ciudadanos) tiró de ironía con el modelo, al llamar «intercongeladores» a los dos intercambiadores, en referencia a que los primeros días que el nuevo sistema estuvo en vigor la gente que se veía obligada a hacer transbordo en ellos se moría de frío. Era pleno febrero y no se habían instalado unas mamparas que les protegieran del viento y la lluvia. Y Guillermo Pérez-Cosío (Vox) criticó que no hubiera tenido «la sensibilidad necesaria» para darse cuenta de que los habitantes del extrarradio no podían estar «subiendo y bajando del bus. Fue un fiasco que sólo pudo ponerlo en marcha alguien que nunca se ha subido a un autobús».
Todos, además, recordaron el alto coste para las arcas locales, algo que no ha sido admitido nunca públicamente por la alcaldesa. Los autobuses largos no se acabarán de pagar hasta dentro de 10 años y el portavoz de Vox señaló que debido a la compra de esos vehículos se redujo el contrato de basuras, «autobuses que ahora están tirados por Valdenoja porque con el cambio de líneas los índices de ocupación ya no los hacen necesarios».
Junto a esta polémica, los portavoces de Vox y Ciudadanos también censuraron muy rotundamente el plan que existe para cubrir las vías del tren en el tramo en que llega a la zona actual de las estaciones, donde está previsto ganar unos 84.000 metros cuadrados -que serían un pulmón, sobre todo para el populoso barrio de Castilla Hermida- que ahora están ocupados por las infraestructuras ferroviarias. El proyecto fue aprobado en tiempos del exministro de Fomento Íñigo de la Serna, también exalcalde de Santander.
Javier Ceruti denunció lo que considera «maltrato de otras administraciones» por el proyecto propuesto y lamentó que el Ayuntamiento «se haya puesto de rodillas aceptando un plan de segunda», distante de lo conseguidos por otras ciudades, en las que se soterraron las vías. «Tenemos que volver a pedir lo que se nos prometió porque nos están tomando el pelo»: el muro que se proyecta convertirá el barrio «en un cajón».
Además, el Ayuntamiento gastará «25 millones para que se ponga una losa de hormigón, que será un mazacote al principio de la calle Castilla», estimó Pérez-Cosío, ya que la losa se ubicará sobre los andenes a 13 metros de altura en 500 metros». Pérez-Cosío también se preguntó «dónde estaba la oposición cuando se tomaron estas decisiones».
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