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Lleva en política el mismo tiempo que en el equipo de gobierno que forma su partido, Ciudadanos, con el PP en el Ayuntamiento de Santander. Poco más de cien días. Javier Ceruti (Madrid, 1967) dice que tiene buena relación con sus socios, pero también con ... la oposición porque «todos reman en el mismo barco». Menos Vox, que tiene «una obsesión política» con ellos. Su prioridad como concejal de Urbanismo es sacar adelante el Plan General de la ciudad y cumplir con cada punto del pacto de gobierno. Sin él, se rompería su coalición con los populares. «Es lo lógico».
–¿Cómo valora los primeros cien días de gobierno?
–Estoy descubriendo cada día cómo funcionan las cosas. Tenemos una percepción mucho más amplia de la que teníamos cuando llegamos, que estábamos muy despistados. Ya estamos centrando los tiros y ya han arrancado alguno de los asuntos más importantes que se desarrollarán a lo largo de la legislatura. Las sensaciones son que por nosotros no va a quedar, se puede cumplir lo que hemos previsto.
–¿Cuáles son esos proyectos prioritarios que ya están en marcha?
–Fundamentalmente el proceso de participación ciudadana en dos proyectos: el Plan General y la integración ferroviaria. El director general de Urbanismo, Antonio Bezanilla, ya está moviendo las teclas para arrancar y tener, como habíamos previsto, terminados los procedimientos de participación antes de que se cumpla el año de legislatura.
metrotus
–¿Se entienden bien PP y Ciudadanos gobernando en coalición?
–Las relaciones personales son buenas. Las relaciones políticas corresponden a un pacto en el que una parte lleva 40 años gobernando y la otra acaba de llegar. Cada grupo tiene sus responsabilidades y, mientras uno no ponga piedras en la rueda del otro, todo irá muy bien. Sí que nos estamos encontrando resistencia a ceder en competencias que son de las concejalías que hemos pactado y que dirigimos nosotros. Y ahí es donde estamos teniendo las máximas fricciones, como quién tiene que estar en representación del ayuntamiento en materias urbanísticas. Tiene que ser el concejal de Urbanismo.
–¿Se refiere al Puerto?
–Como tantos otros. Nadie quiere despreciar la experiencia de quien lleva más tiempo ahí. No quiero cambiar a César Díaz por mí, quiero estar allí con quien tiene esa experiencia, pero tengo que estar. La comunicación tiene que ser directa entre mi concejalía y el Puerto porque es un aliado en el desarrollo urbanístico de la ciudad. Tengo el compromiso de que se va a resolver y el PP sabe que es irrenunciable. Me fastidia mucho que haya una imagen de que aquí se está jugando a figurar. No, el concejal de Urbanismo tiene que estar donde se toman decisiones urbanísticas importantes para la ciudad, como en el Puerto. Junto a Díaz o, si sólo puede haber uno, yo. Esto tiene que resolverse ya, pero los plazos en la Administración van como van.
vox
–El PP es más templado con Vox y Ciudadanos discrepa más, ¿eso puede perjudicar las relaciones?
–Discrepo mucho en el enfoque que el concejal de Vox, Guillermo Pérez-Cosío, da a muchas de las cosas que dice. La radicalidad no me gusta y con ella se dirige continuamente a Ciudadanos. Tiene una obsesión política contra nosotros y le contesto, 'no tengo ningún problema'. Somos muy distintos. Con él, como con cualquier otro, podemos perseguir a veces fines parecidos, pero esa radicalidad tiene que responderse de forma tajante.
–Al gobernar en minoría, necesitan el apoyo de un concejal más que puede ser él.
–Contra los mitos de las veletas, Ciudadanos tiene una línea programática que hemos reflejado en un pacto de gobierno y que vamos a sacar adelante le guste o no. ¿Necesitamos su voto? Tanto como necesitamos el del PRC, el del PSOE o el de Unidas por Santander. En los plenos ha habido todas las combinaciones posibles de votos porque nosotros no estamos aquí para marcar territorios ideológicos, sino para sacar adelante proyectos.
–¿El pacto tiene algún peligro?
–Si se rompiese lo acordado, sí. Es así desde el primer día, es lo lógico. Pero no es que esté todo el día dándole vueltas a esa posibilidad. Si, por ejemplo, a la hora de proponer las ordenanzas fiscales en la Junta de Gobierno Local no hubieran atendido a nuestros requerimientos, los hubiéramos conseguido con la oposición y se rompería el pacto. Sería igual que tener un inquilino en casa y romper el contrato si deja de pagar el alquiler.
la oposición
–El Plan General es uno de sus proyectos más importantes, ¿cuáles son las prioridades?
–La participación ciudadana. De ahí saldrá el modelo de ciudad que queremos. No queremos hacer, como se ha hecho siempre, trabajar desde arriba a abajo, 'la ciudad va a ser así porque lo digo yo'. Estamos ya en el desarrollo administrativo de ese procedimiento, se están encargando informes, redactando los pliegos para la licitación y tenemos marcado un calendario que dice que en junio de 2020 tienen que estar cerradas todas las conclusiones y sacada a licitación la redacción del Plan General de Ordenación.
–¿A qué se refiere cuando habla de participación ciudadana?
–No me refiero a convocar a la gente en la plaza del ayuntamiento, vamos a desarrollar mesas técnicas en las que participarán representantes de los ciudadanos, asociaciones de la universidad, colegios profesionales, el servicio de Urbanismo del Ayuntamiento... Reuniones de elevado contenido técnico con capacidad de escucha. Una mesa concreta será sobre la integración ferroviaria. El Plan General se hace para 20 o 30 años, la integración, para un siglo. La solución que demos afectará a tres o cuatro generaciones y hay que ser muy responsables a la hora de decidir el modelo. Si todo va bien, estará aprobado en seis años.
–Algo similar se plantea con La Enseñanza, un concurso de ideas
–El modelo de actuación urbanístico que estaba encima de la mesa y que podría llevar a un pleno si quisiera era durísimo. No concuerda para nada con lo que saldría de un proceso de participación ciudadana. Nuestra meta es hacer una ciudad mucho más agradable para el vecino. Hay que pensar en lo que no se ha pensado durante los últimos 60 años en Santander: la gente que vive aquí quiere una vida agradable. El urbanismo de la ciudad, detrás de la cara bonita, es caótico. Ahora, tenemos en nuestras manos la posibilidad de ir suavizando ese paisaje.
pacto de gobierno
–¿Maneja algún plazo?
–Esperamos que en dos o tres meses tengamos la opción de sacar adelante el concurso de ideas.
–Tenía clara la supresión del carril bus y ahora baraja otras opciones.
–Desde el principio tenemos claro que hay que terminar con los atascos entre la Plaza de Puertochico y la salida del Centro Botín. La idea inicial era la retirada inmediata en ese tramo. Sigue siendo la prioritaria, pero estamos pensando si hacerlo de forma escalonada. Quitarlo en la zona que da al mar sin la mínima discusión y, en la acera del Paseo Pereda, barajamos cambiar el aparcamiento de coches a motos para evitar el embudo que se forma. No vamos a tomar medidas sin escuchar a la gente, en este asunto tenemos que escuchar también a los conductores. Escuchar es buenísimo y desde el Ayuntamiento valoramos la 'prueba-error', podemos probar la solución blanda, el cambio en el tipo de estacionamiento y, si no funciona, adiós al carril-bus.
–Al margen de Vox, ¿cuál es su relación con el resto de la oposición?
–La relación personal es muy buena. Soy nuevo en política y al principio me sorprendían las críticas duras. Pero todos estamos en el mismo barco, tras las elecciones negociamos con ellos proyectos en común. Saben que cuentan con nosotros para los que plantean ellos.
–El PRC cambió su 'no' por la abstención para aprobar los sueldos de los directores generales.
–Votaron que 'no' porque querían hablar, saber por qué eran necesarios. Les explicamos que con ellos conseguiríamos desatascar el Ayuntamiento. El de Urbanismo, Antonio Bezanilla, es fundamental para avanzar en un buen Plan General y el de Innovación lo será para el gran salto en la gestión administrativa. No es cuestión de ideologías, el sentido común se impone.
«No hemos recibido el proyecto de integración ferroviaria pendiente con Fomento. El primer estudio fue poco satisfactorio y, aunque dicen que no es vinculante, trae unas cotas que son alarmantes: dos explanadas separadas por doce metros de altura. Es una oportunidad para un siglo y no podemos desaprovecharla. No podemos aceptar lo primero que nos ofrecen por el miedo a perder el dinero que hay encima de la mesa. No sé por qué aceptamos un maltrato cuando otras ciudades como Gijón, siendo ministro Íñigo de la Serna, tenía un proyecto de 1.006 millones de euros. Santander tenía un convenio de más de 300 millones y, también con De la Serna, se pasó a uno de 180. Que encima tiene esa solución. Se nos han vendido unas infografías a vista de pájaro que parecían las verdes praderas en las que no se aprecia el muro que se plantea, los ciudadanos tienen que opinar en el concurso de ideas porque la solución actual no es la ideal. Al igual que con La Enseñanza, si no me parece buena opción no puedo ser tan cobarde de aceptar y esperar que se olvide».
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