
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El desalojo urgente del número 13 de Isabel II, junto al Ayuntamiento, desató las alarmas en 2020. El mal estado de los pilares del edificio, ... como revelaron unas obras que se estaban realizando en el bajo comercial, advertían del riesgo de colapso que sufría el inmueble. Y no solo eso: este caso dio la alarma sobre una situación extendida en Santander. Como expusieron entonces desde el Ayuntamiento, había que revisar la estructura de 131 edificios de la zona, construidos después de la Guerra Civil y del incendio de 1941 porque los materiales que se utilizaban entonces no eran de buena calidad –llegó a utilizarse arena de playa– y en algunos de estos inmuebles, además, se sumaron plantas posteriormente sin reforzar unos pilares ya de por sí cuestionables. Así, el Consistorio anunció ese mismo año que pondría en marcha una partida de ayudas para que las comunidades de vecinos revisasen los edificios en riesgo, aunque, a día de hoy, cuatro años después, no se han aprobado. Por eso, algunos vecinos están haciendo las revisiones –y las obras, cuando toca– por su cuenta.
La principal 'pega' para que sean las propias comunidades de vecinos quienes asuman estas inspecciones de sus edificios es que el refuerzo –en caso de confirmarse que es necesario realizarlo– conlleva un gasto «que puede ser millonario». Así lo explica el decano del Colegio de Arquitectos, Román San Emeterio (él mismo ha hecho varios proyectos). El coste de rehabilitar la estructura de cada inmueble cambia de un edificio a otro, ya que depende del tamaño y del avance de la degradación, pero es una obra «costosa». En el caso del edificio de Isabel II, los vecinos tuvieron que afrontar una derrama que ascendió a 2,5 millones.
Los edificios que se deben revisar son aquellos que se construyeron tras el incendio, en las décadas de los 40 y los 50, en la zona más céntrica. Con especial atención a aquellos que han ganado alturas con el tiempo, algo que en muchos casos puede detectarse a simple vista porque las plantas más altas tienen un diseño diferente al del resto.
El Diario Montañés ha tenido acceso al proyecto de refuerzo de la estructura de un edificio de viviendas y locales localizado en la calle Rualasal. Como recoge la documentación, de más de 400 páginas, se actuará en la planta baja, en en entresuelo y en la primera planta para garantizar la estabilidad de todo el inmueble, que tiene un total de nueve plantas. «La estructura presenta una calidad deficiente y escasez en la cuantía de la armadura de acero», reza el documento, lo que provoca que los coeficientes de seguridad estén por debajo de los requeridos por la normativa vigente. El presupuesto de la obra supera los 700.000 euros.
San Emeterio apunta que desde el Colegio no pueden dar una cifra exacta de las comunidades que están revisando y actuando por su cuenta en los pilares de sus edificios, ya que los proyectos, en función de las necesidades de cada inmueble, se archivan en diferentes registros y no hay un listado oficial. Pero sí confirman que estos trabajos están proliferando. La decisión de realizar esta intervención surge, en muchos casos, a raíz de otra obra. Por ejemplo, si en uno de los pisos se va a hacer una reforma integral, el arquitecto puede recomendar que se revisen los pilares, aunque tendrá que poner de acuerdo a todos los vecinos. También puede sugir cuando se actúa en un bajo comercial, como pasó en el número 13 de Isabel II. Eso sí, una vez se decide hacer la revisión, si el resultado dicta que la estructura está en mal estado, hay que rehabilitarla sí o sí, con el correspondiente desembolso económico que conlleva.
Es importante recalcar que el Informe de Evaluación de Edificios (IEE), que es obligatorio en Santander para los edificios con más de 50 años, consiste «en una revisión ocular que no revela la problemática de los pilares», advierte San Emeterio. «No es fácil de detectar que la estructura está mal. Puede que se haga una cata en un pilar y dé un buen resultado, pero que el siguiente esté destrozado. Estas revisiones son costosas porque hay que hacer catas en todos los pisos y en varios puntos para determinar su estado real».
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Ana del Castillo
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