
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Cuando llegó la orden de desalojo en junio de 2020, ningún vecino podía imaginarse que no volvería a pisar su vivienda en dos años. ... Tampoco se les pasó por la cabeza que rehabilitar el edificio les costaría más de 2,5 millones de euros, deuda a la que aún están haciendo frente. No sabían entonces que los cimientos del inmueble «estaban en bastante peor estado del que se había previsto», relata uno de los afectados, razón por la que tanto los plazos como el presupuesto han aumentado más de la cuenta. El pasado viernes, por fin, recibieron el acta de recepción de la obra, por lo que ya pueden acceder a sus viviendas.
Durante este tiempo, cada uno se ha buscado la vida como ha podido. Algunos han tenido que alquilar otra vivienda, gasto que se han visto obligados a sumar a las millonarias derramas. Otros han podido quedarse con familiares y los más afortunados poseen otras propiedades donde han residido mientras la constructora Palomera ejecutaba las intervenciones de este edificio ubicado en el número 13 de la céntrica calle Isabel II.
Aunque los inquilinos han tenido paciencia a pesar de tener que destinar cada vez más tiempo y dinero a estas obras, durante las últimas semanas se han empezado a impacientar. Todo a raíz de que, a mediados de marzo, el Ayuntamiento de Santander retiró la orden de desalojo, pero ellos no tenían permiso para entrar al inmueble, ya que Palomera «aún no había entregado el acta de fin de obra». Esto se debía a una falta de acuerdo entre los propietarios y la constructora surgida a raíz de la última derrama, la que elevaba el gasto total por encima de los 2,5 millones de euros y que los vecinos no podían afrontar de una sola vez. «Esa última derrama trató de aprobarse a finales de 2021 en una junta general y no hubo consenso. Se aprobó finalmente el 14 de marzo y se aseguró a Palomera que se le pagaría todo, pero que necesitábamos algo más de tiempo. Después de tanto dinero invertido, muchos vecinos no disponían de la nueva cantidad y ahí surgían los problemas con la constructora, que no nos quería dar el acta de fin de obra hasta que no recibiera todo el dinero», explica un propietario.
Tras una larga negociación, Palomera y los vecinos llegaron a un acuerdo la semana pasada y el viernes recibieron ese acta de fin de obra necesario para poder acceder de nuevo al inmueble. Ahora, durante el plazo de garantía, cada propietario revisará el estado de su vivienda para comprobar si todo está en orden o deben reclamar algo a la constructora ya que, tras arreglar los cimientos, aparecieron grietas y otros desperfectos en el resto del edificio que también han tenido que ser reparados.
En cuanto a la posibilidad de acceder a subvenciones, no han podido disfrutar de ninguna específica y han tenido las mismas oportunidades que cualquier comunidad. Ya disfrutan de la ayuda para ascensores del Ayuntamiento y también han pedido la de rehabilitación de fachadas, que aún está sin resolver.
Ahora sólo queda actuar en los bajos del edificio, que aún están rodeados de andamios. Esto se debe a que cada propietario o arrendatario de estos espacios debe definir cómo quiere que quede el local. «Hay franquicias, negocios que se trasladaron durante la pandemia... Cada uno tiene sus características».
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Ana del Castillo
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