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Ana del Castillo
Santander
Sábado, 2 de julio 2022, 07:15
Los vecinos de Nueva Montaña están que trinan. Desde que la pasada semana este periódico publicó las intenciones de un empresario madrileño de inaugurar el próximo invierno una nueva discoteca en el barrio, en el antiguo edificio del 'call center' (junto al McDonald's), ... no se habla de otra cosa. En el ascensor nadie menciona el tiempo -aunque también da para otro debate-: ahora la conversación gira entorno a la sala Kaya «y la cantidad de gente rara que va a venir por aquí», señala Alberto Gómez, vecino del número 23. Este residente, de 67 años (once viviendo en el barrio) explica que la zona es «muy tranquila, aquí da gusto estar», por lo que tiene miedo de lo que pueda generar una discoteca que abre hasta las seis de la mañana cada jueves, viernes y sábado: «Ya verás la que se va a revolver».
Los residentes no quieren una sala de fiestas cerca de sus casas, mucho menos delante del colegio Nueva Montaña. A Iván Torres, que vive en el número 25, lo que le preocupa es lo que pueda encontrarse por las mañanas cuando lleve a sus hijos pequeños a clase y se pregunta por qué los empresarios no buscan ubicaciones «más idóneas» para este tipo de negocios, «como un polígono industrial». En este sentido, Borja Ruiz, otro padre de familia, además de coincidir con Torres, cree que hay un detalle importante: el parque. «Estoy convencido de que esos espacios verdes donde hoy disfrutamos con nuestros hijos se llenarán de botellas y suciedad, porque se convertirá en lugar de botellones. Comprarán alcohol en la gasolinera y se irán a beber al parque, y cuando cierre la discoteca, a desayunar al McDonald's», relata.
borja ruiz
Vecino de la calle Tomás y Valiente
iván torres
Vecino de Tomás y Valiente
En el grupo de WhatsApp de la calle Francisco Tomás y Valiente, en el que hay metidos 63 residentes, ya se habla de recoger firmas como medida de presión o presentar quejas en la Oficina de Atención al Ciudadano. «Nos estamos moviendo y haremos todo lo que esté en nuestras manos para evitar que se abra la discoteca», adelanta Torres, aunque hay quienes creen que es una batalla perdida «porque ya tienen la licencia de obra y todo».
Iria Váquez es una de esas vecinas que el mismo día que conoció la noticia entró al portal de Atención al Ciudadano del Ayuntamiento de Santander para abrir una incidencia: «Expresé el malestar que hay en el barrio por la discoteca y el ruido y jaleo que se va a generar en una zona en la que vivimos principalmente familias. Aún no me han contestado al mensaje», señala.
boni iglesias
Directora del CEIP Nueva Montaña
Frente a la futura discoteca está el CEIP Nueva Montaña. Su directora, Beni Iglesias, considera un «horror» que pongan un local de este tipo delante de sus instalaciones. «Va a traer muchos problemas. En este centro ya se cuela gente por la noche, nos dejan el patio sucio, lleno de cristales, pintadas... y ahora tenemos miedo de que vaya a peor», dice. El AMPA del colegio también ha trasladado su preocupación a su directora. «Por eso vamos a mandar un escrito tanto a Educación como al Ayuntamiento para mostrar nuestra disconformidad y para conocer el estado de la licencia de obra», avisa Iglesias.
Alfonso valcárcel
Párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen
En la misma avenida Nueva Montaña, a cien metros, está la parroquia Nuestra Señora del Carmen. Su consejo también está al tanto de las noticias: «Es un lugar que tiene muchas familias, hay cantidad de niños, y no vemos conveniente un negocio de este tipo en la zona. Hay mucho tránsito y si la salida es a las seis de la mañana... Cuando hay alcohol por medio se pueden dar problemas, peleas y conflictos, lo que no le puede gustar nunca a las familias, sobre todo con niños pequeños», cuenta el párroco de la iglesia, Alfonso Valcárcel, quien asegura que las discotecas «no generan un ambiente sano».
La futura discoteca se llamará Kaya, al igual que la sala de Madrid (perteneciente al mismo grupo empresarial), y tendrá casi 2.000 metros cuadrados repartidos en tres plantas. La principal será diáfana y acogerá el escenario, dos barras y una cabina flotante para el DJ; la alta se destinará a 16 reservados y una barra privada. Y en la planta baja se ubicarán los aseos, los almacenes y el garaje.
El precio de alguno de esos reservados, con vistas privilegiadas y que tendrán cabida para hasta diez personas, aunque los habrá de distintos formatos y tamaños, puede oscilar entre los 175 y los 400 euros, dependiendo del artista, de la capacidad o de la ubicación.
La empresa, que espera poder inaugurar la discoteca este invierno, creará entre 30 y 35 puestos de trabajo.
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