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El anuncio en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC) alertó a todos los vecinos del edificio. La empresa Ludere Operadora solicitaba licencia de actividad para abrir un salón de juegos bajo sus casas, en la calle Hermanos Calderón número 28 de Peñacastillo. Lo supieron de ... casualidad: a uno de los residentes le enviaron el documento y de ahí se corrió la voz al resto del bloque y la manzana. Y están dispuestos a todo para frenar la tramitación antes de que sea una realidad. El expediente está aún en plazo para presentar alegaciones y los vecinos del edificio ya trabajan en parar su avance. Para ello, han contratado a una abogada que les ayude con las alegaciones y varios, además de hacerlo colectivamente, han presentado escritos individualmente.
Tienen razones para estar preocupados porque en el inmueble viven al menos diez menores. Además, en el entorno -a menos de un kilómetro a la redonda- hay cinco centros educativos, un centro de salud con unidad de salud mental, guarderías, parques y centros deportivos. Es un barrio residencial con mucha población joven. Por si fuera poco, por la cercanía del bloque al puente que une Nueva Montaña y Peñacastillo, muchos jóvenes pasan cada mañana y cada mediodía por delante de los dos locales que Ludere pretende convertir en un gran salón de juego «y que tendrá neones para atraerlos». «Hay mucho trajín de niños que pasan a diario por aquí, porque es el único camino que tienen hacia los institutos y un local de esas características va a llamarles la atención», lamenta Fernando, uno de los vecinos de la zona que, además, tiene hijos adolescentes.
Lo que sienten es «indefensión». «Nos hemos enterado de milagro. Si no llegamos a ver el anuncio en el plazo de veinte días que hay para presentar alegaciones, no hubiéramos podido hacer nada», continúa Fernando. También lamentan la «opacidad» de la tramitación. «Se ha solicitado el expediente de esta licencia al Ayuntamiento de Santander y el funcionario tiene la orden expresa de no darlo. Necesitamos que nos den explicaciones de qué está pasando», añade otro vecino, Carlos.
Los habitantes del bloque ironizan sobre el eslogan que, en su día, eligió la promotora del edificio para vender las viviendas: 'Para vivir la tranquilidad'. «Ya me dirás qué tranquilidad nos puede dar tener debajo de casa un salón de juegos», lamenta otra inquilina, a lo que otro propietario, Jesús, añade que los horarios podrán alargarse hasta las dos de la madrugada, otro punto en contra de esa anunciada tranquilidad. «Además, es la propia promotora del edificio quien se lo ha vendido a la empresa que pretende abrir el salón de juegos», lamenta.
Esta empresa ha adquirido los dos locales comerciales del bajo y. además, según los estatutos de la comunidad de vecinos -que ya estaban redactados por la promotora cuando vendió los pisos-, podrá modificar la fachada que le corresponde a su antojo, algo que no pueden hacer los inquilinos. «Ese es un problema que nos preocupará si finalmente la licencia prospera. Nuestro objetivo es frenarlo antes», recalca Fernando, que se cuestiona por qué el Ayuntamiento de la capital cántabra permite abrir este tipo de negocios en barrios residenciales, con mucha gente joven, y en una esquina muy transitada y accesible para personas jóvenes y vulnerables. «Luego se les llena la boca defendiendo a los niños y posicionándose contra las adicciones», reprocha este vecino.
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