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Los vecinos de Cañadío están «hartos» de la 'tardebuena', la Nochevieja y todas las celebraciones que impliquen dejar las calles «como un vertedero». Además de la suciedad y el gentío, les preocupa aún más «la falta de seguridad» que provoca la marabunta ya ... que, como alertan, la masiva afluencia de personas en calles como Peña Herbosa genera problemas más allá de las molestias: «Si alguien necesita una ambulancia o a los bomberos, ya sea un vecino o alguien que esté en la calle, es imposible que el vehículo pase con toda la gente que hay». Tienen claro que este tipo de celebraciones «son ilegales» y no aceptan la petición de «solidaridad» de la alcaldesa, Gema Igual. De hecho, les indigna: «Ella tiene la responsabilidad de hacer cumplir la ley, no hay más». Se muestran más laxos los vecinos del Río de la Pila, quienes entienden que «por dos días no pasa nada, todos hemos salido cuando éramos jóvenes», y les preocupa más lo que ocurre los fines de semana.
Aunque Peña Herbosa es la calle que más se satura en la tarde previa a la Nochebuena, hay gente en todas las calles del entorno: la plaza de Cañadío, Pombo, Santa Lucía, Lope de Vega, Hernán Cortés... Y a los vecinos les cuesta hasta salir de casa: «El día 24, a las siete de la tarde, tuve que dar golpes en el cristal del portal, por dentro, para que me dejasen salir», cuenta Paco Céspedes, que vive en Lope de Vega. «Iba a sacar la basura y en el contenedor me encontré con cuatro chavales orinando», lamenta.
Gloria González
Vecina de Peña Herbosa
Vecino de Lope de Vega
Jesús Garay
Asoc. Vecinos Río de la Pila
La vicepresidenta de la asociación de vecinos de Pombo-Cañadío-Ensanche, Ana Gómez, tiene muy claro qué responder a la petición de «solidaridad» de Igual: «Lo único que pedimos es el cumplimiento de la ley, que nunca se cumple». Se refiere a la obstrucción del paso de vehículos de emergencia, la contaminación acústica, las terrazas cada vez más amplias y las «toneladas» de basura que dejan en el suelo los asiduos a la 'tardebuena' y celebraciones similares. «Fuimos solidarios con los hosteleros durante la pandemia, no dijimos ni mu cuando se les dio más espacio para las terrazas y solo pedimos que cumplan la ordenanza y no dejen el suelo sucio y con colillas. Nos piden solidaridad pero con nosotros no la tienen».
Porque son escenarios que van más allá del día en sí. «No lo vivimos dos días puntuales del año: también es la Semana Grande, los fines de semana que empiezan ya el jueves... Y al día siguiente está todo lleno de basura, vasos rotos y miles de colillas». La estampa, cuando salen de casa por la mañana, es «desoladora»: primero, esquivan los cristales del portal, después, soportan el olor a orina por toda la calle, rodeados de bolsas y basura. Eso, si no tienen perro. En caso de que sí, toca llevarlo en brazos para que no se corte. Y en el caso de Gloria González, que vive en Peña Herbosa, es un pastor alemán. «Y el día 1, a las nueve o diez de la mañana, lo que nos vamos a encontrar es otra vez eso», pronostica y lamenta Gómez.
A González, respaldada por sus vecinos, le da «pavor» que haya una urgencia en Peña Herbosa y que la ambulancia no pueda pasar: «Casi que lo de menos es el ruido, por lo menos este año no ha habido disputas en la 'tardebuena' y se veía una celebración en amistad, pero siempre tengo miedo de que ese día haya algún problema sanitario, ya sea en los edificios o en la calle, y la ambulancia no pueda acceder». Aunque también le ha tocado sufrirlo. Más concretamente, a su coche. «Lo tenía aparcado en esta calle y al día siguiente tenía el cristal de atrás rajado y marcas de vasos que no se iban. Nunca lo he vuelto a dejar allí».
Aunque la alcaldesa aseguró que la Policía Local no puede «meterse a multar a 5.000 personas», Céspedes está convencido de que estas aglomeraciones en el centro tienen fácil solución: «Si quieren lo quitan, como la champanada». No culpa a los hosteleros, «que hacen lo que se les consiente», y señala directamente a Igual: «Es la regidora y es quien tiene que hacer cumplir las normas, pero no hay vigilancia ni nada». Recalca que «está bien que la gente joven se divierta, como hemos hecho todos, pero de ahí a beber por beber, que parece que cuanto más se beba mejor, y orinar en cualquier sitio...». Apunta a que la ciudad es cada vez menos habitable para el vecino con un ejemplo: «Cada vez hay menos bancos municipales, los quitan para poner terrazas. También desaparecen las papeleras, no las reponen».
Ana Gómez
Asoc. Vecinos Pombo-Cañadío
José Olano
Párroco de Santa Lucía
Reyes González
Vecina del Río de la Pila
Lo que no le cuadra a Guillermo Agüero, vecino de Lope de Vega, es que «360 días al año sí se multe por beber en la calle y 4 no. O que se multe en toda la ciudad menos en un tramo de una calle, no tiene sentido».
La plaza de Cañadío es la ubicación por excelencia para celebrar la Nochevieja. Y también la parroquia de Santa Lucía, localizada en la plaza, y cuyos arcos suelen acoger el botellón cuando llueve o cuando, con el paso de las horas, empieza a refrescar. El párroco José Olano se muestra, de momento, prudente, a la espera de lo que ocurra: «Ya veremos lo que pasa, pero otros años es una pena cómo lo dejan todo sin pensar en quienes tienen que recogerlo. Por desgracia, ya estamos acostumbrados».
En el Río de la Pila hay disparidad de opiniones. Desde la asociación de vecinos, el presidente Jesús Garay afirma que «no me importa que esto ocurra en Navidad o Nochevieja, lo que me preocupa es que pase los fines de semana de todo el año. Pero, en fechas señaladas, lo entiendo, no podemos poner puertas al campo y todos hemos sido jóvenes». Destaca, además, que estas celebraciones se enfocan en la tarde «y a las ocho, en Nochebuena, ya no había nadie. Los vecinos pudimos descansar». Para él, el «mayor inconveniente» que ve en estas fiestas «son las toneladas de basura que se acumulan en las calles».
No coincide con su planteamiento Reyes González, vecina de la misma calle. Como en el caso de Peña Herbosa, ve «peligroso» que haya tanta gente en la calle, impidiendo el paso de vehículos de emergencia en el caso de que hagan falta. «Hay personas enfermas que no pueden estar aguantando esos ruidos, y luego las dificultades para pasar. Vecinos en silla de ruedas, o con la compra... Es imposible».
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