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Para muchos de los vecinos de Santander que mueven el coche durante el día, la vuelta a casa termina convirtiéndose en una odisea cuando les toca buscar de nuevo una plaza de la OLA donde aparcar el vehículo. La tarea resulta cada vez más complicada. ... Sobre todo en determinadas zonas de Santander. A la falta de sitios en los barrios -una queja habitual ya trasladada al Ayuntamiento por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Santander y Cantabria (Fecav)- se suman las numerosas obras repartidas por la ciudad, que ocupan espacio entre los contenedores, el vallado y los puntos de carga y descarga. «Es una queja constante. Primero porque hay más tarjetas que aparcamientos. Y segundo porque ahora, en pleno verano, todo el mundo se pone a hacer obras y quitan plazas», resume Ricardo Sainz, presidente de la Fecav. Pero no es algo puntual porque «cuando termina una, empieza otra», así que la rueda no se acaba. «Es lógico y normal que se hagan obras», valora Sainz. El problema es la falta de alternativas para los residentes que pagan por este servicio. «Quizá podrían optar por no cobrar durante el tiempo que duren las actuaciones concretas. Pero no poder aparcar y que encima te cobren...», añade el representante de los vecinos.
Darse una vuelta por Santander sin toparse con alguna obra resulta casi imposible. Algunas calles como Floranes, Magallanes o Cisneros están especialmente afectadas por estas licencias. Allí es donde más se ven las señales circulares que prohíben estacionar acompañadas por el papel que indica la fecha de inicio y de finalización de los trabajos. Ocurre que son viviendas, en su mayoría, sin garajes particulares y la sensación de algunos vecinos es que el problema no se acaba. En la calle Floranes, cerca del número 23, había este lunes un punto de carga y descarga que afectaba a cuatro sitios. Ante el número 7, otros dos huecos ocupados. A esto hay que sumar también, en ese vial, la zona de carga y descarga fija ubicada frente al supermercado Lupa. «Es un problema. Y no sé cuál sería la solución, la verdad», reconoce también Sainz.
«Hay muchas licencias concedidas y todas las calles están acotadas. Las obras se están comiendo los aparcamientos», se queja María Briones, residente en la capital con permiso para aparcar en las zonas 4 y 6. Cuenta que tarda entre 40 y 45 minutos en estacionar su vehículo. Para ella, una solución clara sería «ofrecer espacios alternativos cuando pasan estas cosas». Porque hay otras calles en los barrios «que están muertas» y donde podrían dejar el coche sin molestar. Una opción que han utilizado algunos vecinos y que se ha traducido en multas. Ella ya se puso en contacto con el Ayuntamiento para trasladarles el problema: «Me dicen que lo entienden, pero no dan soluciones». Ocurre que el Consistorio concede las licencias si se ajustan a la normativa. «Deberían mirar el plano de la ciudad y no dar más mientras haya obras en marcha», opina Briones.
María Briones | Vecina
«No puede ser que todas las semanas del año haya varios tramos de aparcamiento ocupados por obras», señala por su parte Nieves Valdés, residente en Juan de Herrera y afectada por el mismo problema. Subraya que cada señalización supone quitar de la lista entre cuatro o cinco sitios y coincide en que aparcar en algunas vías, como Rualasal, es «imposible». Lo cierto es que el repaso por las calles afectadas que hacen vecinos y representantes no deja títere con cabeza. «Podemos decir diferentes barrios de Santander y a lo mejor han quitado entre 700 u 800 aparcamientos en toda la ciudad por las obras», cuantifica el presidente de la Fecav, que también insiste en que las motos «ocupan plazas de turismos sin pagar».
La OLA no se escapa a la agenda política y ocupó la última Comisión de Desarrollo Sostenible del Ayuntamiento, que abordó el pasado mes de mayo el proyecto de modernización para favorecer el intercambio modal de desplazamiento manteniendo las tarifas existentes (sin cambios desde 2011). El documento también incluye novedades como la ampliación de dos a cuatro horas el tiempo límite de estacionamiento. Las reuniones con asociaciones de vecinos y otros colectivos permitieron elaborar este documento de partida que persigue mejorar este servicio. El borrador está actualmente en manos de los grupos municipales, a quienes se les pidió sugerencias de cara a la próxima comisión.
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