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Cuatro personas se bajan de un autobús municipal en una de las paradas de El Sardinero.

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Cuatro personas se bajan de un autobús municipal en una de las paradas de El Sardinero. Luis Palomeque

«Este verano no vamos apretados como sardinas»

Santander ·

Aforos limitados y marquesinas con menos colas en la nueva normalidad de los autobuses que unen el centro de Santander con las playas

María Causo

Santander

Domingo, 9 de agosto 2020

Sábado 8 de agosto. Santander. Jornada soleada y los termómetros marcan 24 grados. Las condiciones perfectas para un día de playa. Vecinos y turistas preparan sus bártulos y se deciden a coger el autobús dirección Sardinero. Playa de Bikinis, Peligros, La Magdalena, El Camello, la Primera o la Segunda. Las opciones son amplias. Varias líneas unen los arenales con el centro de la capital. A la una de la tarde, en la parada de Correos, unas siete personas esperan al autobús. Marisa del Río, con un silla plegable y un bolso de mimbre, hace cola a la llegada del transporte público para ir a la playa. «Antes iba a la Segunda, pero está a reventar, así que me iré a La Magdalena, que es más discretita y hay menos gente». Sabe bien de lo que habla. Ha ido a la playa todos los días de esta semana. «Siempre voy en bus porque estoy un poco mayor y ya no me atrevo a conducir sola. Normalmente me ceden el asiento cuando no hay, pero este verano no hay tanta gente. No vamos todos apretados como sardinas, que suele ser lo habitual». Concretamente a la una y cuarto de la tarde, el autobús de la línea 2 (Corbán-Consuelo Berges) tiene unas 25 personas a bordo. Doce de ellas de pie. Y hay espacio libre. Se respetan los aforos, las distancias y todos los ocupantes llevan puesta la mascarilla.

«Salvo alguna estricta excepción, en los autobuses de Santander se cumple el aforo máximo de 45 personas y hay distancias. Y la gente lo está respetando y lo está llevando bien. Muchas veces hago paradas para que se baje gente, pero no dejo que nadie suba porque estamos rozando el aforo completo y la mayoría de las personas lo entiende. Por eso digo que parece que estamos ya interiorizando esta situación», cuenta el conductor del vehículo. La nueva normalidad tras la pandemia de coronavirus ha dejado atrás las habituales imágenes de colas y aglomeraciones en las marquesinas y de autobuses llenos hasta la bandera. «Llevo aquí 27 años y ningún verano ha sido tan raro como este. Se nota muchísimo que hay menos turismo. Los anteriores íbamos repletos y tan llenos que algunos pasajeros no podían ni agarrarse en ningún lado. Ahora cuesta imaginarse eso», explica el conductor.

Imagen principal - «Este verano no vamos apretados como sardinas»
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Desde la primera fila del vehículo, Benito Molino da la razón al autobusero. «Otros veranos yo venía andando desde Puertochico, me quedaba en la playa y me volvía andando porque pasaba de pegarme para coger el autobús. Este año vengo en autobús porque se nota que van mas vacíos, camino un rato por el paseo y me vuelvo con las mismas. En la playa hay demasiada gente y todo el mundo se quita la mascarilla».

«Siempre voy en bus porque estoy un poco mayor y, normalmente, me ceden el asiento si no hay hueco, pero este verano no hay tanta gente»

Marisa del Río | Vecina de Santander

En el Intercambiador del Sardinero, el bus prácticamente se vacía. La Segunda cuelga el cartel de aforo completo y en la Primera hay colas en varias de sus entradas para acceder a la playa. Hay personas que se dan por vencidas como Estela Herrán y sus amigas. «Venimos todos los años este mismo fin de semana a Santander. Somos amigas de toda la vida de Valladolid y veníamos al Sardinero porque tenemos algunos conocidos en la playa que nos habían avisado, pero no nos dejan entrar». Su opción ahora es volver al centro y coger una pedreñera al Puntal. «Tenemos el piso en el centro porque es de los abuelos de una amiga y siempre venimos en el autobús local. Ahora volveremos en esos mismos y sí que es cierto que igual hay menos gente que otros años. Nosotras lo cogemos por no mover el coche y porque aparcar es dificilísimo, pero sí recuerdo otros veranos en los que no podíamos respirar de la cantidad de gente y del calor que hacía hay dentro. Eso ahora no nos ha pasado».

«Antes iba andando a la playa porque pasaba de pegarme para coger el autobús. Ahora lo cojo porque va menos gente»

Benito Molino | Vecino de Santander

A las dos y media de la tarde, Francisco Carral, su mujer, su hijo pequeño y su madre terminan su jornada playera en la playa del Camello y meten sus bolsas en el coche para volver a casa. «Venimos pronto. A las 10.30 horas ya estamos aquí. Es nuestra playa favorita porque el agua está limpia y hay muchas rocas en las que el niño puede escalar y buscar algún cangrejillo».

Es santanderino, pero se fue a estudiar a Madrid y lleva allí viviendo 23 años, aunque tiene claro que los agostos los pasa en la capital cántabra. «Venimos a casa de mi madre todo el mes, que vive en Juan de Herrera, y cuando venimos al Camello solemos hacerlo en autobús, pero este año no me atrevo por mi madre, que ya tiene 84 años». A Francisco no le convence el transporte público en medio de esta emergencia sanitaria. «Seguro que el Ayuntamiento está poniendo todas las medidas pero por mi familia y, sobre todo, por mi madre, prefiero que no se metan en un autobús público, que es un espacio cerrado, en las circunstancias actuales».

«Recuerdo otros veranos en los que no podíamos ni respirar de la cantidad de gente y del calor que hacía dentro del autobús»

Estela Herrán | Vecina de Valladolid

Sin horas puntas

Un autobusero que cubre el trayecto de la línea 1 (Parque Tecnológico - A. Odriozola), otra de las líneas que une el centro de la ciudad con el Sardinero, también asegura que ha habido «una bajada fortísima» de usuarios. «El viernes me tocó cubrir la línea 5 por la tarde, que normalmente viajan unas 700 personas, y solo llevé a 400». Esa bajada es común a todos los itinerarios, pero se hace patente en los desplazamientos de ida y vuelta a los arenales. «Olvídate de las petadas que llevaban los autobuses otros años en los que no entraba ni un alfiler. Eso este verano no se ha visto. Yo por lo menos no lo he visto y tampoco lo permitiría». Añade que este año no hay horas de grandes afluencias de gente y Santander todos los meses de agosto era «hora punta todo el día».

«Seguro que hay medidas de seguridad, pero prefiero que mi madre, de 84 años, no se monte en un autobús público en las circunstancias actuales»

Francisco Carral | Vecino de Madrid

En ese mismo autobús, Bernardo Álamo cuenta que hay menos gente, «pero sigue habiendo». «Lo de otros años no era normal. Ahora los autobuses van con gente de pie y sentada pero se puede respirar, aunque a mi me da respeto. Uno ya tiene una edad y meterte en un espacio cerrado con mucha gente te replantea las cosas. ¿Por qué está toda Cantabria colapsada y llena de coches? Porque la gente se lo piensa dos veces a la hora de coger el bus. Yo muchas veces si está demasiado lleno para mi opinión y no tengo prisa, espero al siguiente».

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