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Los vestigios de la Guerra Civil

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José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca

Los vestigios de la Guerra Civil

Fortificaciones. El Ayuntamiento de Santander, de la mano de los investigadores José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca, cataloga los elementos patrimoniales de la historia reciente de la ciudad con intención de recuperarlos

Ángela Casado

Santander

Domingo, 10 de abril 2022

Es posible que en más de una ocasión haya paseado por Santander junto a una fortificación de la Guerra Civil sin ser consciente de ello. Las hay en Cabo Mayor, en El Sardinero y en Peñacastillo. Algunas están ocultas bajo la maleza. Otras, vandalizadas con algún grafiti. Pero en lo que coinciden la mayoría es que están en mal estado y sin ningún tipo de conservación. Por eso, desde la Dirección General de Cultura del Ayuntamiento de la capital cántabra han iniciado un proyecto para ubicar y recuperar estos catorce elementos patrimoniales que resisten en la actualidad y que están repartidos por la ciudad. De la mano de los investigadores José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca, han redactado un completo catálogo con todas las fortificaciones, su historia, sus localizaciones, su estado actual e indicaciones para su recuperación. La intención del Consistorio, una vez concluida esta primera parte teórica del trabajo, es rehabilitar estos elementos y señalizarlos para que puedan visitarse.

La Guerra Civil en Cantabria duró apenas catorce meses -del 18 de julio de 1936 al 17 de septiembre de 1937- y, aunque Santander se mantuvo alejada de los frentes de combate la mayor parte del tiempo, el conflicto también dejó huella en la ciudad. El mar Cantábrico fue uno de los escenarios del enfrentamiento, ya que el bando sublevado impuso un bloqueo naval para impedir el acceso de suministros a los puertos republicanos. Por eso, en Cabo Mayor se instalaron baterías de costa y en las playas de El Sardinero se colocaron elementos de defensa como nidos de ametralladoras o trincheras. Además, en Peñacastillo se han localizado recientemente defensas terrestres del denominado 'Cinturón de Santander' -que recorría más localidades-, que pretendía proteger la ciudad de los ataques provenientes del sur. Como recogen en su catálogo Hierro Gárate y Gutiérrez Cuenca, ochenta años después de su abandono, es momento de catalogar y valorar parte de este patrimonio bélico de Santander «que nos recuerda un episodio triste pero también importante».

Los nidos de ametralladoras de las playas de El Sardinero están integrados con el paseo y no se distinguen

invisibles

Este trabajo de investigación se ha desarrollado a lo largo de los últimos años y ambos investigadores ya estaban inmersos en el análisis de estas fortificaciones cuando el Ayuntamiento contactó con ellos para redactar el catálogo. «Teníamos casi todas fichadas», apunta Hierro Gárate. «Casi todas están en mal estado, por eso además de localizarlas proponemos cómo recuperarlas». Divididas en tres zonas, el investigador resume que «en Cabo Mayor había elementos de defensa costera, en El Sardinero se localizaban los nidos de ametralladoras para evitar accesos por el mar y en Peñacastillo se ubica parte de un cinturón defensivo que no llegó a terminarse y que no funcionó porque hubo un sabotaje interno».

Blocao de Peñacastillo. José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca

Así, en Cabo Mayor están localizadas siete estructuras, entre las que se encuentra la batería de costa de La Telegrafía, en Cueto, formada por dos emplazamientos descubiertos para cañón y con construcciones auxiliares. Su misión principal fue defender la Bahía y la entrada al puerto. Actualmente se encuentra en muy mal estado y los investigadores proponen el desbroce y la limpieza a fondo de la zona para localizar todos los elementos que sigan existiendo y poder establecer las acciones necesarias para cada uno de ellos. En este entorno, la trinchera de Cabo Mayor es apenas perceptible por la vegetación que la rodea, pero está en un estado de conservación «aceptable». Cerca de ella, están también dos barbetas -asentamientos descubiertos para cañón- de la batería franquista, la casamata de artillería de costa -emplazamiento cubierto para cañón- republicana y dos polvorines, uno de ellos habitado durante los últimos años y actualmente rodeado de trastos viejos y basura.

Ametralladoras en las playas

En El Sardinero se conservan dos de los seis nidos de ametralladoras que el ejército republicano tenía para proteger los arenales. Uno está en la Segunda playa, muy cerca de la cara norte del promontorio de Piquío, y el otro está en el lado sur del extremo de la punta de Piquío. Ambos pasan desapercibidos, ya que están pintados como el resto del paseo y se integran con él. Uno de ellos está desfigurado, ya que se construyó un banco corrido pegado a él que lo vuelve imperceptible. El otro, mejor conservado, también es difícil de detectar, ya que se utiliza como base para sostener el saliente de los jardines. Estos nidos republicanos no llegaron a utilizarse porque eran completamente inútiles para cumplir la misión para la que fueron construidos, ya que habían sido mal diseñados adrede por militares leales al otro bando que saboteaban este tipo de trabajos desde las filas gubernamentales.

La mayoría de restos están en mal estado, les faltan elementos o están vandalizados con grafitis

sin cuidar

Por último, en la parte alta de la ladera meridional de la peña de Peñacastillo se han catalogado cinco estructuras pertenecientes al 'Cinturón de Santander': una trinchera con parapeto de piedra, tres posiciones de tipo 'abrigo activo' y un blocao. Desde allí, las últimas unidades republicanas que no habían podido retirarse a Asturias -muchas vascas- detuvieron el avance de las tropas italianas que apoyaban al bando sublevado y que se disponían a entrar en la ciudad en la tarde del 25 de agosto -lográndolo la mañana siguiente-.

Con el catálogo listo, desde el Ayuntamiento trabajan ahora en la próxima señalización de estas fortificaciones conservadas en la ciudad con la intención de hacerlas accesibles y comprensibles al público. La intención es que formen parte del Anillo Cultural junto a otros elementos de patrimonio bélico, como el refugio antiaéreo ubicado bajo la Plaza del Príncipe -junto a la Porticada- y el recientemente recuperado bajo las dependencias de la Catedral.

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