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«El día 26 de diciembre se cumplirán dos meses de aquella madrugada y no hay un solo momento en el que no nos preguntemos por qué a nosotros». Lo dice Johan Samuel Yarlequé, que residía junto a su familia en el número 24 ... de la calle La Albericia. Los cinco saltaron por la ventana del segundo piso intentando huir de las llamas producidas por una explosión en una de las viviendas, que acabó con la vida de tres personas. «Las desgracias nunca vienen solas y a pesar de que estamos intentado rehacer nuestra vida, no nos lo permiten». Tras pasar por la UCI y los Cuidados Intermedios del Hospital de Valdecilla, ahora viven en una de las habitaciones de un piso que les ha prestado un amigo. «Le conocí en la parroquia a la que acudo en la calle Isaac Peral. Tenemos dos camas y una litera para todos. Pero del frío y la humedad que hay, muchas veces preferimos dormir juntos. Estamos los cinco apretados como sardinas. Es inaguantable», reconoce.
Una situación «complicada», teniendo en cuenta que la madre de Johan se rompió los dos talones cuando trataba de huir del fuego, él se ha sometido a dos operaciones de columna –camina con una muleta– y su mujer tiene que guardar reposo. «Aunque no estemos bien tenemos que cuidar de mi madre porque nos necesita. Y en estas condiciones, es difícil. Este espacio es claustrofóbico. Hasta que no ha llegado el frío de verdad no nos hemos dado cuenta de la situación. Y nos dan aún más miedo los días que vienen». Y no es porque no se hayan movido para encontrar «algo mejor». Desde que se pusieron manos a la obra, solo encuentran «problemas»: el primero, las nóminas. «Yo trabajaba a jornada completa y mi mujer a media jornada. Las inmobiliarias nos piden un promedio de 2.000 euros de nóminas para asegurarse de que podremos hacer frente al alquiler y llegamos a 1.700». A esto hay que sumar su estado de salud, por lo que necesitan un piso accesible. «Tampoco podemos activar el servicio de ayuda a la dependencia para mi madre porque no podemos empadronarnos aquí. Esta no es nuestra casa», añade. Un cúmulo de problemas por los que pide algo más de «empatía». «Nosotros no hemos buscado esta situación, no es justo el calvario que nos toca vivir. Estamos pagando el pato».
Cuando están a punto de cumplirse dos meses del siniestro que asoló La Albericia, El Diario Montañés ha preguntado al Ayuntamiento de Santander por las labores municipales que llevan a cabo en relación a los afectados. Según explican fuentes municipales, «desde el primer momento, el Consistorio ha dispuesto numerosas líneas de ayuda para apoyar a las familias». Además de las ayudas económicas entregadas, se pusieron a su disposición todos los recursos del área de Servicios Sociales. «Existe un contacto constante. La propia alcaldesa, Gema Igual, se ha reunido con ellos para conocer sus necesidades y facilitar gestiones, dentro de las competencias municipales».
Respecto a encontrar una nueva vivienda, detallan que contribuyen a su búsqueda. «Cada familia tiene unas peculiaridades. Algunas precisan de un alquiler y se les está ayudando a través de gestiones directas con inmobiliarias y la aportación de listados filtrados con las opciones más convenientes». Y a pesar de que entienden que sufren una situación «sobrevenida por una causa ajena a ellos», recuerdan que las administraciones «deben cumplir con la normativa».
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