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Leticia Mena
Martes, 15 de marzo 2016, 18:23
"Un hombre paleolítico, superviviente a diez mil años de devastación. Guardián de viejos y secretos códigos, que rescató del olvido saberes esenciales para afrontar el futuro de la especie humana" (Benigno Varrillas, 2010). Ese era Félix Rodríguez de la Fuente, un hombre sabio y curioso que amaba a los animales por encima de todas las convenciones. Nació y murió un 14 de marzo con 52 años de diferencia, y los cántabros siempre mostraron su debilidad por su trabajo. De hecho, diez meses después de su muerte, el 18 de enero de 1981, le dedicaron uno de los monumentos más conocidos del recinto del Palacio de La Magdalena. En esta obra del médico y escultor Ramón Ruiz Lloreda, el naturalista lleva unos prismáticos colgados al cuello y aparece apoyando una pierna sobre un pedestal con un lobo a los pies.
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La estatua, tal y como reza en la placa, fue un reconomiento de los niños de Cantabria a Rodríguez de la Fuente, todo un referente de la televisión para una generación que vio por primera vez cómo un hombre (un superhéroe) se acercaba a los animales como jamás habían visto hacer.
Los lobos y las aves rapaces le quitaron el sueño hasta el punto de trabajar hilando un proyecto con otro. 'El hombre y la tierra' fue uno de sus trabajos estrella. Era el año 1973 cuando Televisión Española comenzó a emitir este programa que conseguía que se hiciera el silencio en cualquier casa en cuanto comenzaba la música de la cabecera, creada por el compositor y músico español Antón García-Abril.
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Cuando estaba en pleno éxito de emisión en 1980 tuvo la oportunidad de viajar a Alaska para grabar la carrera de trineo con perros más importante del mundo. Pese a sus contínuos viajes siempre hacía referencia a lo poco que le gustaba volar, y cuando notaba que algo no iba bien cambiaba de aparato. Eso fue lo que ocurrió aquel 14 de marzo. La avioneta en la que iba a rodar la carrera de trineos estaba perdiendo aceite, por lo que todo el equipo cambió de nave y antes de despegar comentó la majestuosidad del Círculo Polar Ártico: «¡Qué lugar más bello para morir!", dicen que dijo. Poco después de pronunciar aquella frase, y ya en el aire, se desprendió uno de los hidropatines de la avioneta y el piloto no pudo sortear la tragedia.
Murió en Shaktoolik, una población de esquimales que está a unos 25 kiómetros de la costa del mar de Bering, no lejos de Klondike, un lugar que Rodríguez de la Fuente adoraba desde sus adolescentes lecturas del escritor estadounidense Jack London (auto de 'Colmillo blanco', entre otras obras).
La muerte del amigo de los animales conmocionó a España. Aquí ya era 15 de marzo y la noticia del suceso la dio en Televisión Española Isabel Tenaille, presentadora en ese momento del programa Siete días. Todavía hoy, 36 años después del fatídico día, se le recuerda con emoción y respeto.
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En septiembre del año pasado, el periodista Iker Jiménez le dedicó todo un programa de su particular 'Cuarto milenio' y dejaba entrever que su muerte estaba envuelta en "misteriosas circunstancias". Jiménez habló con Odile de la Fuente, una de las tres hijas del naturalista, quien afirmó que "mi padre era una persona incómoda para mucha gente". Ante esta afirmación, el presentador de Cuatro llegó a decir que "Félix se adelantó 20 años al concepto internet. Quince años antes que cualquier científico, él ya anunció el cambi climático. Una década antes que cualquier experto, ideó y aconsejó el reciclaje (...) Si fuese norteamericano sería más famoso que Walt Disney, pero es español y algunos pretenden que olvidemos su mensaje".
Todo ello haría de Félix Rodríguez de la Fuente una persona molesta para varios sectores, según Iker Jiménez y su mujer, la también periodista Carmen Porter. En aquel programa especial a la figura del naturalista aseguraron que "pudo ser presidente del Gobierno, pero se lo impidieron. A cambio, le ofrecieron varios ministerios que terminó rechazando. Cinco días antes de su muerte le plantea emocionado a Adolfo Suárez y a los Reyes un plan, Estrategia mundial para la conservación de los recursos vivos y el logro de un desarrollo sostenido, y ellos ceden. Cinco días después, muere», deja caer Jiménez con el halo de misterio con el que convive.
Lo que nadie puede poner en duda es que la historia de Félix Rodríguez de la Fuente está repleta de logros, de esfuerzo y de talento.
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A continuación os ofrecemos una lista con las veinte curiosidades más interesante del hombre que dicen que era el español más conocido en su tiempo después de Franco.
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Su segundo nombre era Samuel, como su padre, que era notario, gran aficionado a la lectura y amante del castellano. No era partidario de la escolarización temprana, por lo que educó él mismo a sus dos hijos: Mercedes y Félix. En el año 1938, ya con diez años, comenzó la educación reglada en los Sagrados Corazonistas de Vitoria.
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Su afición por la naturaleza comenzó en las excursiones campestres que realizaba en su localidad natal, Poza de la Sal. En una de ellas observó como un halcón capturaba un pato, y ahí nació su pasión por la cetrería.
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Gracias a la cetrería, y seguramente a su desparpajo, logró enamorar a la que sería su esposa, la madre de sus tres hijas y una fiel colaboradora, amiga y admiradora. La conoció en una fiesta y, según relató ella misma en una entrevista en ABC, «me dijo que tenía halcones, yo le contesté que no me lo creía. Me llevó a su casa de campo y me los enseñó. Yo no sabía nada de eso, era una mujer de asfalto, una mujer de París».
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Félix Rodríguez de la Fuente se licenció en Medicina por la Universidad de Valladolid. Tal vez la falta de interés académico le llevó a no ser un buen estudiante, pero su inteligencia y su facilidad de palabra le hizo destacar en las pruebas orales, donde logró las más altas calificaciones. En 1957 se graduó en Estomatología en Madrid y consiguió el Premio Extraordinario Landete Aragó, que lleva el nombre del pionero de esta especialidad en España. Su única incursión en el ámbito laboral dentro de la especialidad que había estudiado fue un trabajo que realizó en 1958 en una consulta odontoestomatológica del doctor Baldomero Sol, primero en prácticas y luego como colaborador. Dejó este empleo al poco de morir su padre.
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Fue un gran aficionado al deporte. Llegó a ganar el campeonato universitario de 400 metros lisos.
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En 1961 trabajó como asesor de cetrería en la película 'El Cid', rodada en España y con Charlton Heston y Sofía Loren como protagonistas.
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En 1962 el Gobierno español le encargó capturar dos halcones peregrinos para ofrecérselos como regalo al rey de Arabia Saudí, donde viajó para entregárselos. Este monarca le financiaría años más tarde el rodaje de su primer documental, titulado Señores del espacio y dedicado, cómo no, a la cetrería.
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En 1964, y tras ganar una competición de cetrería, Televisión Española le invita a un programa. La pasión y oratoria que demostró en la entrevista, mientras portaba sobre su puño enguantado al imponente halcón, enamoraron al público y a la cadena, que le contrató para colaborar en el programa Fin de semana.
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Fue un defensor a ultranza del lobo. En 1965 consiguió dos lobeznos a los que salvó de morir apaleados en un pueblo. Los crío y estudió ayudado por su mujer. Les llamaron Rómulo y Remo y, según relata su viuda, «con ellos aprendí a ser madre, porque les daba el biberón cada dos horas. Fueron mis primeros hijos». Félix intentó que este animal dejara de ser visto como un enemigo natural del hombre y de la ganadería.
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Su viuda aseguró días más tarde que antes de salir de viaje hacia Alaska, Félix le había firmado un poder. «Fue la primera vez que hizo algo así. Yo creo que tuvo un presentimiento. Anteriormente se había ido en un sinfín de viajes y nunca había pasado nada parecido», argumentó refiriéndose a la firma del documento.
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En el lugar donde cayó la avioneta se erigió una estatua en su memoria. Sin embargo, años más tarde fue destruida para construir una carretera.
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El mismo año en el que fallecía Félix Rodríguez de la Fuente, el dúo Enrique y Ana lanzaba una de las canciones más exitosas de su carrera: Mi amigo Félix. Este tema siempre estará relacionado con el naturalista, aunque sin lugar a dudas, la música que puso la banda sonora de su vida fue la sintonía de El hombre y la Tierra, creada por el compositor y músico español Antón García-Abril ; autor, entre otras muchas, de las bandas sonoras de series míticas como Anillos de oro, Fortunata y Jacinta o Ramón y Cajal, y películas como Los santos inocentes, Segunda enseñanza o La ciudad no es para mí.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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