El reto de vivir para algo más que trabajar

Ocho horas para trabajar, ocho para disfrutar y atender las tareas familiares y otras ocho para dormir. Por eso el día está dividido en veinticuatro. Es la teoría que abrazan los expertos empeñados en difundir los beneficios de la racionalización de los horarios. Un concepto que han vuelto a rescatar del baúl de los recuerdos políticos como Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o Albert Rivera, y que este jueves adquirirá protagonismo al celebrarse en Santander la primera Mesa Regional sobre este asunto.

La regla del 8+8+8 rara vez se cumple en este país, y el desajuste, aunque puede haber otros, casi siempre se registra en el mismo factor: el trabajo. Raro es el empleado que para cumplir con su cometido solo emplee ocho horas de su tiempo. Las largas jornadas en la oficina son habituales, como también lo son las extensas paradas para comer (de las que en el extranjero se burlan acusándonos de vagos). Disfrutamos de menos tiempo de ocio, nos acostamos más tarde, nos levantamos más cansados, rendimos menos y encima pasamos más tiempo que nadie calentando la silla hasta que el jefe se va y entonces podemos marcharnos para casa.

Esto genera insatisfacción personal, en muchos de los casos, y una merma de la productividad, en la mayoría. "Al retrasar todo, nos vamos comiendo otras tareas de nuestra vida, que también son importantes como el ocio, la familia, los amigos... Al final, pagamos un costo", explica Lucía San Miguel, psicóloga en Astrea Psicología.

Si echamos un vistazo a Europa, el problema se visualiza rápidamente. Necesitamos un ajuste para comenzar antes el día y terminarlo más pronto. Tanto Mariano Rajoy, como la propuesta de PSOE y Ciudadanos (firmada en la página 38 del pacto para la formación de Gobierno) han propuesto adoptar la hora que nos correspondería por nuestra situación geográfica (la de Canarias y Reino Unido) para acercarnos lo máximo posible a la hora solar.

"Esto nos permitiría abrir la puerta y comenzar el camino", explica José Canseco, de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. "Aunque sería necesario complementarlo con el término de la jornada laboral a las seis de la tarde", añade. Lo que antes parecía una utopía, ahora lo ha propuesto Rajoy si es el próximo presidente del país.

Los pioneros en Cantabria

El debate está cada vez más en la calle. Conseguir hacer algo más al día que trabajar era una de las aspiraciones de Montse Antuña cuando comenzó a buscar trabajo. "En las ETT (empresas de trabajo temporal) me miraban raro cuando les decía que quería un empleo en el que tuviese la tarde libre para poder compaginarlo con mi vida privada". Lo consiguió. Ahora trabaja en Incentro, una empresa informática con matriz holandesa que tiene delegación en Santander y que en 2014 quedó en el cuarto lugar de los premios Great Place to Work (mejor lugar para trabajar).

Allí es office manager (secretaria). "Los horarios son individualizados, dependemos del trabajo en el que estemos inmersos. Si vienes antes, te vas antes", explica. Lo habitual es que cada trabajador se distribuya su jornada entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. Más tarde de esa hora, ya no queda nadie en la oficina.

Adoptar medidas para favorecer la conciliación "es necesario para crear un buen ambiente y aumentar el compromiso y la motivación de los trabajadores", explica Ángel Cosío, director de Relaciones Humanas y Responsabilidad de Equipos Nucleares. La empresa cántabra, que tiene gran prestigio en el sector, lleva tiempo apostando por esta política. "Intentamos tener a los empleados más felices y así los clientes estarán más satisfechos con nuestro trabajo".

La felicidad del trabajador no es un tema baladí. Es cierto que hay trabajos en los que, por su naturaleza, es imposible contar con horarios conciliadores. El problema radica en aquellos en los que sí se podrían implantar y, por unas razones u otras, no se hace. "En las consultas lo notamos cada vez más. Hay personas a las que las genera insatisfacción vital, que se traduce en ansiedad, estrés, problemas de sueño", explica la psicóloga San Miguel. ¿Qué se puede hacer? "Hay que tomar una decisión y plantearse hasta dónde estás dispuesto a ceder. Hay que ser consciente de que al término de tu jornada laboral empieza el resto de tu vida".