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Francisco Apaolaza
Miércoles, 1 de junio 2016, 13:27
Creen los admiradores de Paulo Coelho que la felicidad está en fijarse en las cosas simples, en lo que nadie quiere, en darle otro atractivo a lo cotidiano y establecer una escala de valores propia. Hay unas personas que siguiendo ese pensamiento hasta sus últi- ... mas consecuencias han abierto el Museo Nacional de la Caca en la Isla de Wight, al sur de Inglaterra, y se deleitan con cada zurullo como si fuera un Goya. Esta cacoteca expone excrementos de todo tipo por los doce euros y medio que cuesta la entrada y obviamente está teniendo un éxito bárbaro. Ahora veremos porqué.
Por aquí y por allá, cacas de león, de bebé humano, de suricato, de paloma, de zorro y de alce. Ahora andan como locos porque han recibido una nueva de un panda rojo, de un elefante, de un rinoceronte negro, de una jirafa y de una persona de dimensiones alpinas. Los conservadores del museo las recogen ellos mismos, pero también las obtienen de zoológicos y de particulares que ofrecen sus propias heces para que sean admiradas por el público.
Cada vez que llega una, la secan en un aparato que elimina la humedad un secador fecal diseñado ad hoc, que tarda una noche en liofilizar un zurullo de león, la cubren con pegamento para fijar su estructura y la momifican en una bola de resina. De todo lo relacionado con el desecho, el museo pierde lo más característico: el olor.
Este lugar lo montó el grupo artístico Eccleston George, que se mueve entre el humor, la creatividad y la economía. Uno de los líderes del proyecto, Daniel Roberts, apareció en España en 2009 para navegar el Duero hasta el mar en una extraña balsa de madera que se llamaba Libertad. Entonces, lo hizo, simplemente, por el placer de «probar cosas» diferentes. Su proyecto fecal surgió cuando caminaba con otros turistas por las montañas de Suecia y descubrieron las huellas de la vida animal: «Lo que más fascinó a la gente fue una caca». Cree que era de lince. Así que decidió plantear a sus amigos esta curiosa colección.
La institución argumenta que los excrementos provocan «reacciones fuertes» y razona la fascinación que el humano siente por ella. «A los niños pequeños les encanta por naturaleza, pero pronto aprenden a evitar esa cosa apestosa que transporta enfermedades. Después aprendemos que hablar de ella es malo, pero para muchos, debajo del tabú queda la fascinación. La misión del museo es cambiar la manera que tenemos de pensar en esta sustancia increíble».
Así, además de las mierdas propiamente dichas, el museo ofrece información y divulga hechos asombrosos.
Por ejemplo, cuenta que en las heces hay tal cantidad de bacterias que si se deja fermentar puede acabar ardiendo y que esta reacción provocó un incendio que arrasó 6.000 hectáreas en Ventura (California). O que el 70% de la arena del Caribe proviene de los excrementos del pez loro, que defeca diariamente hasta cien kilos indigeribles de coral masticado. O que se ha sabido que Aníbal realmente cruzó los Alpes con sus elefantes por los parásitos que vivían en sus intestinos y que dejaron de recuerdo en montañas de estiércol.
De Plinio al escarabajo
El National Poo Museum asegura que es el primero de estas características, pero se le adelantó otro en Italia hace solo un año. En Castelbosco, al sur de Milán, abrió una explotación ganadera con 2.500 cabezas de vacas de alto rendimiento, un buen rebaño que produce leche para el queso Grana Padano. Cada día generan 300 toneladas de leche y mil kilos de estiércol.
El dueño de la cabaña, Gianantonio Locatelli, que es de veras un tipo especial, decidió hacer algo con todo ese montón de he-ces e invirtió una fortuna para convertirlas en metano, abono para sus campos y materias primas para obtener yeso y ladrillos.
Guiado por este impulso, ha deci- dido darle a la caca el valor que en realidad tiene y ha abierto el primer que se sepa Museo della Merda, que dicho así en italiano tiene otra sonoridad. Abrió en abril de 2015 y dedica sus estancias a la exposición de diferentes materias fecales, pero también a la investigación en diversos campos, desde las connotaciones del escarabajo como animal divino en distintas civilizaciones, el uso del estiércol para la construcción de edificios, la presencia de la mierda en obras maestras como la Naturalis Historia de Plinio o los diálogos entre artistas y científicos para emprender una nueva revolución desde el zurullo. Para visitarlo hay que concertar una cita.
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