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Lunes, 22 de agosto 2016, 18:22
Llegar hasta el coche se convierte en un reto de funambulismo, meter la llave es un desafío a la precisión y en definitiva, conducir bajo los efectos del alcohol se convierte en una aventura temeraria.
Quienes se han puesto en Bilbao las gafas que simulan el estado de un conductor ebrio han tenido dificultades para ponerse al volante. Fernando Izaguirre, el presidente de la DYA, comenta los efectos que se tienen con este simulador, la sensación de vista cansada o la variación de las distancias y la velocidad. Uno de los que lo han probado se ha saltado, sin ser consciente, un semáforo en rojo, casi atropella a un niño y ha terminado chocando contra otro vehículo.
De esta manera, se quiere concienciar a los conductores durante las fiestas de la Semana Grande bilbaína de las consecuencias de beber antes de coger el coche. El año pasado, el 43% de las víctimas en carretera conducían bajo los efectos del alcohol, muchos de ellos llevados por la euforia y la falsa creencia de que pueden conducir sin ningún problema, obviando que, al volante, el alcohol desvirtúa la realidad.
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