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Francisco Apaolaza
Viernes, 7 de octubre 2016, 20:05
Clay Hunt era el típico chaval texano que se quiso alistar en los marines. Entró en servicio en 2005. En 2007 lo desplegaron cerca de Faluya. Un francotirador le hirió de un tiro en una muñeca. Volvió a casa, se curó y se hizo francotirador ... él mismo. En 2008 sirvió en Afganistán. En 2009 volvió a casa y a la vida civil. Creía que lo peor había pasado, pero se había traído el infierno consigo. Durante cuatro años cayó por una espiral de trastorno postraumático y depresiones. «La película no para en mi cabeza», le confesó a su madre.
En 2013 volvió a su casa en Houston y a la vuelta del psiquiatra, se pegó un tiro. Las estadísticas dicen que cada día 22 veteranos del ejército norteamericano se quitan la vida, exactamente las flexiones que el Ministerio de Defensa ha pedido que los españoles hagan por los que arriesgan la vida por su país.
La campaña de las 22 flexiones, que acaba de llegar a España bajo la etiqueta #22porEspaña tiene su origen en EE UU, donde las redes sociales se llenaron desde el mes de agosto de vídeos de gentes haciendo ejercicio por el bienestar de los veteranos. Esa iniciativa tuvo su germen en la campaña #22kill (22kill.com) que comenzó en EE UU en 2013 para llamar la atención sobre los problemas psiquiátricos y las dificultades que enfrentan los que vuelven de servir en el frente. Todo ese esfuerzo que ahora ha llegado a España culminó el 17 de enero con la firma del presidente Obama de la Ley Clay Hunt de Prevención de Suicidio de Veteranos.
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