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J. mikel fonseca
Miércoles, 7 de diciembre 2016, 18:22
Son los ídolos de la generación Z. Los youtubers dícese de todo aquel que publica periódicamente contenido audiovisual en YouTube y obtiene una remuneración por sus visitas se han convertido en tal fenómeno de masas que las grandes empresas se los rifan como embajadores ... de sus marcas y los niños les adoran cual cantantes o actores de turno. Sin embargo, un grupo de estas nuevas estrellas mediáticas con Felix PewDiePie Kjellberg, el youtuber con más suscriptores del mundo, a la cabeza se han puesto en pie de guerra contra la propia plataforma que les lanzó a la fama.
Kjellberg, un joven de 27 años de origen sueco, ya anunció hace unas semanas un pequeño hiato en su carrera para dedicarse a proyectos personales. Pero su último vídeo, publicado hace tres días, es más bien una amenaza: al llegar a los 50 millones de suscriptores (actualmente supera los 49.720.000) cerrará su canal, a menos que el sitio cambie su sistema de recomendaciones. «Que alguien detenga a YouTube de sí mismo», advierte.
El youtuber denuncia que ha detectado un descenso en el número de visitas de sus vídeos, algo que él y otros pesos pesados de la industria como Ethan h3h3 Klein o Casey Neistat achacan al nuevo algoritmo interno de YouTube para personalizar la lista de grabaciones recomendadas, aquellas que aparecen al margen de la reproducción actual invitando a hacer clic. Según explican estos renegados, la plataforma favorece ahora los vídeos según unos criterios que no tienen tan en cuenta ni a los productores de contenidos ni a los usuarios, y valoran más su viralidad o repercursión inmediata en la red. Algo que para nada ha gustado a los que se dedican a esto. «YouTube está intentando matar mi canal», asevera el sueco.
Caída en picado
A PewDiePie no le salen las cuentas: si tiene casi 50 millones de suscriptores, es decir, 50 millones de personas que expresamente han indicado que desean ver lo que publique, ¿cómo es posible que el número de visitas apenas llegue a los dos millones por vídeo, y que la tendencia caiga en picado? La causa, apunta, es el nuevo sistema que ofrece recomendaciones basadas en el tipo de contenido que se está viendo y no en los gustos del usuario.
Basta con hacer la prueba: la página de portada de YouTube ofrece un batiburrillo de opciones en el que prima la coherencia temática de los vídeos (videoclips de música, trailers de películas o análisis de tecnología, por ejemplo) frente a las suscripciones personales del usuario, que se ven relegadas al final de la página. El youtuber acusa a la web de no valorar su aportación. «La gente que trabaja en YouTube no sabe lo que es trabajar para YouTube, no saben lo que cuesta hacer un vídeo», les reprocha.
Evidentemente, a menos visitas, menos ingresos. Los 'youtubers' y la propia YouTube son bastante reacios a hacer públicas sus tarifas, que oscilan según las estimaciones entre los 50 céntimos y un euro por cada mil visitas. El pago se gestiona mediante Google Adsense que gestiona gran parte de la publicidad en la red y permite al creador de contenidos configurar qué tipo de anuncios se muestran durante el visionado de sus vídeos. Basta con introducir unos datos para unirse a YouTube Partners y empezar a cobrar por las visitas. Eso sí, aunque la plataforma no especifica el precio exacto por visualización, establece un mínimo de 70 euros para empezar a facturar.
Hermetismo oficial
Bajo unas condiciones tan herméticas, webs como Social Blade ofrecen datos de visitas y estimaciones de ganancias de cualquier usuario de cualquier red social. En el caso de YouTube, las cifras de PewDiePie oscilarían entre los 272.000 y los 4,5 millones de euros anuales, y las de ElRubius el más seguido en España estarían incluso por encima, entre los 316.000 y los 5 millones anuales. En una de las pocas entrevistas que ha concedido, este youtuber malagueño aseguró haber rechazado ofertas de empresas «de cifras de cinco cifras muy altas».
Otra cosa son las retribuciones ajenas a YouTube por anuncios, que no siempre se hacen de manera transparente. El propio PewDiePie se vio envuelto el pasado julio en una demanda de la Comisión Federal de Comercio estadounidense contra la Warner bros, donde alegaba que esta había pagado a Kjellberg y a otras personalidades de la red para promocionar de manera encubierta su último videojuego. El litigio terminó con un acuerdo entre ambas partes.
«YouTube es el trabajo más difícil que he tenido en mi vida», asegura este sueco. A lo largo de sus once años de vida, la plataforma de vídeos online ha pasado de ser un portal amateur a albergar toda clase de contenidos producidos por millones de personas. Desde el humor surrealista a los consejos de moda, del intelectualismo político a la crítica de películas, YouTube ha dado voz y una oportunidad a cualquiera que tenga algo que mostrar. Los cinco minutos de gloria que profetizaba Andy Warhol. Ahora, sus élites se quejan del trato que reciben. Mientras usted termina de leer este artículo, PewDiePie habrá ganado un millar de suscriptores. A este ritmo, a mediados del año que viene, él y sus 3.000 vídeos podrían desaparecer de la red.
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