Secciones
Servicios
Destacamos
José Ahumada
Lunes, 20 de febrero 2017, 10:12
La cuestión es cómo se imagina uno a un robot: si piensa en una máquina letal como un terminator o en un asistente servicial y miedoso como C3PO no hay duda de que quedan muchos años por delante hasta ver algo así por la calle. ... Si, por el contrario, se desecha toda la carga de ciencia ficción de la palabra para caer en la cuenta de que esa aspiradora que anda por casa a su aire es uno de ellos, entenderá que ya están aquí. Pablo Medrano, CEO de Casual Robots, asegura que, aunque no nos demos cuenta, nos encontramos dentro de un proceso de robotización imparable; lo único que queda por ver es la velocidad con que se desarrollará esta nueva revolución.
Medrano inició su intervención hablando de los antecedentes de la robótica, que se remontan a siglos atrás, cuando Leonardo Da Vinci proyectaba los primeros diseños y la aristocracia japonesa se asombraba contemplando las habilidades de unos primitivos pero refinados autómatas. Después, el cine y la literatura futuristas se dedicaron a hacer evolucionar al robot a un ritmo muchísimo más rápido de lo que pudo avanzar la tecnología.
No es hasta los años 80 cuando puede empezar a hablarse de una robótica de consumo, cuando se vislumbra la posibilidad de contar con un robot en el hogar. Son humanoides que van adquiriendo destrezas, aunque sin la utilidad clara que sí se va encontrando en otros ámbitos, como el militar o, sobre todo, el industrial. Los números que presentó Pablo Medrano son concluyentes: esas máquinas ya realizan el 70% del trabajo en la automoción, el 18% en la electrónica y el 13% en la metalurgia, con un volumen de negocio de 153.000 millones de euros, y la previsión es que para 2025 se encarguen de la mitad de los trabajos en las líneas de producción.
La conquista del hogar
La conquista del hogar está resultando mucho más lenta, según el responsable de Casual Robots, por una serie de limitaciones que ya se están superando: el tremendo coste del desarrollo de los productos, las limitaciones tecnológicas, la exigencia de conocimientos para el usuario, su discutida utilidad y, por supuesto, el precio de venta, hacían del robot poco más que un gadget de lujo. Superados estos obstáculos, ahora es la sociedad la que debe decidir cuándo empiezan a formar parte de su vida cotidiana.
Mientras que en Occidente se está dando a ese robot 'socializado' un uso profesional -punto de información, acreditación, vigilancia, etc.-, en Japón, por ejemplo, se ha introducido en el ámbito familiar, donde puede cumplir funciones asistenciales y terapéuticas. "Un robot, aparte de ser chulo, debe demostrar ahora que no es solo un escaparate de tecnología, que ofrece posibilidades". ¿Cuáles? En el campo de la venta o la atención al público, el robot es capaz de conectarse y acceder al big data y saber así quién tiene delante, si es un hombre o una mujer, cuáles son sus intereses y demandas y qué productos pueden funcionar con ese cliente. El gran objetivo, no obstante, es la robótica aplicada al consumo de los hogares, para ofrecer un servicio extra al que llegan ordenadores, móviles y tablets, que "no dan más de sí, no pueden evolucionar más".
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.