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antonio corbillón
Jueves, 13 de abril 2017, 15:38
Volver a la tierra, la libertad, respirar lo que quieres. Me ha cambiado hasta el brillo de los ojos". María Pía dejó atrás una brillante carrera como ejecutiva bancaria y ha cumplido el sueño de su vida: cuidar ovejas en su dehesa extremeña. Mónica llegó desde Colombia para llenar de pasión, vencer los "momentos de lloros y derrotismo" y darse y darle un futuro a un pequeño pueblo de la sierra riojana de Cameros. Almudena zanjó 20 años en la cadena de un gran hipermercado en Vizcaya empujada por el "momento vital". El ahora o nunca la llevó junto a su familia a uno de esos pueblos que caminan hacia el silencio en la comarca zamorana de Sayago. Ni siquiera la "etapa agónica" que vive hoy su economía familiar le provoca arrepentimiento alguno. Emma tiene el mayor parque infantil que pueda soñar. 1.200 hectáreas del de Sant Llorenç del Munt y lObac al que lleva a su hijo para que "mame" el pastoreo desde la tierna infancia. "Espero jubilarme en esto", confiesa.
Son cuatro. Pero hay docenas detrás de ellas. Tal vez muchas más cuando acaben de localizarse unas a otras. Más de sesenta pastoras forman ya Ganaderas en Red. Después de unos meses de contactos por las redes sociales se presentaron en público en la asamblea de Territorios Pastoreados celebrada en Zaragoza.
En España, el último país de Europa con una red de vías pecuarias para que transite el ganado (128.000 kilómetros), existe la percepción de que el pastoreo es un trabajo de otro tiempo. Tras el éxodo urbano, hubo que tirar de la inmigración para mantener muchos rebaños. Un mundo en el que el único papel de las mujeres era la invisibilidad. ¿Quién aceptaba a una mujer sola en el monte con el ganado? Contra esta y otras rémoras del agro se esfuerzan colectivos como la Plataforma de Defensa de la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo o la Fundación Entretantos. Grupos que luchan por el pastoreo con todas sus bondades asociadas: montes limpios y animales con alimentación natural. Son un enano frente a los gigantes industriales protegidos por las políticas oficiales de producción cárnica. "Llevamos años exigiendo que se diferencie entre ganadería extensiva y productivista. No puede ser igual quien sale al monte, lo limpia y mantiene, que quien tiene a los animales en un establo y los alimenta con piensos", resume el experto en política agraria, Pedro Herrera.
Una de sus gestoras, Yolanda Sampedro, se empeñó hace dos años en romper ese olvido de lo femenino. "Se trata de un sector masculinizado pero que sobrevive gracias a que hay un montón de mujeres invisibles detrás de él: ganaderas, pastoras, trashumantes, laneras...".
Parece claro el renacer del pastoreo. Y el final de su secular individualismo. Un aislamiento que ha impedido hasta ahora abarcar el sector aunque en Pastores en Red calculan que el número de familias "podría estar ya cerca de las 10.000". Se han creado escuelas de pastores en todas las regiones con una incipiente presencia femenina. "Fijamos población. Si queremos recuperar el campo, tendrán que apostar por nosotras", apostilla Almudena Rodríguez desde los pastos zamoranos. Y hablando por todo el colectivo, estas son sus apuestas individuales.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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