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PEDRO SAN JUAN
Gipuzkoa
Miércoles, 8 de junio 2022, 11:04
Siempre empleaba la misma estrategia. Conocía a mujeres por las redes sociales, las adulaba, les convencía de que era un exitoso mediador internacional con base ... en Dubái y México y, poco a poco y mediante promesas nunca cumplidas, conseguía supuestamente hacerse con sus ahorros. La Audiencia de Gipuzkoa ha juzgado esta semana a Carmelo H, un hombre de Santurtzi acusado de timar a dos mujeres con las que mantuvo una relación sentimental -una de ellas guipuzcoana-, que le realizaron pagos y transferencias durante años bajo el compromiso de que les devolvería el dinero.
La Fiscalía de Gipuzkoa y la acusación particular solicitan 12 años de prisión para él y la indemnización de más de 33.000 euros, que se calcula que fue la cantidad sustraída. El hombre ha defendido en la vista oral que en verdad es un hombre de negocios y ha negado la estafa argumentando que las transacciones bancarias eran parte de un acuerdo comercial.
Carmelo H. cultivaba mucho su personaje de éxito en las redes sociales. Viajes por medio mundo, acceso a los emires del Golfo Pérsico, relaciones profesionales con Beyoncé, Julio Iglesias y Ricky Martin. Era una vida de lujo y triunfo, pero para la que, paradójicamente, siempre necesitaba que las mujeres con las que mantenía una relación -se cree que con varias de manera simultánea- le facilitaran dinero para comprar ropa, costearse viajes... El hombre alegaba que no le funcionaban las tarjetas de crédito, que tenía problemas con las cuentas corrientes o que le habían robado la cartera.
Carmelo H. llegó incluso a prometerse en matrimonio con alguna de ellas. Sin embargo, cuando sus presuntas víctimas le confesaban que ya no les quedaba más dinero y que no podían seguir ayudándole, él desaparecía de sus vidas. Se esfumaba. Pero en alguno de los casos, tal y como se ha contado en la Audiencia de Gipuzkoa, les enviaba mensajes amenazantes. «Que hostias te voy a dar, te voy a asesinar hija de puta, vas a aparecer muerta», «Esta vez sí es una amenaza, escóndete bien porque voy a matarte», «Con matarte haciéndote sufrir seré feliz».
El acusado, por su parte, ha negado todo en el juicio. Asegura que todas las transacciones realizadas eran parte de un acuerdo empresarial con las mujeres. «Todo esto es una pantomima organizada por ellas, cuando el damnificado he sido yo», ha afirmado. Sobre la no devolución del dinero, ha argumentado que no hizo «ninguna promesa» y que todo formaba parte de un acuerdo comercial y los pagos que realizó la mujer «eran necesidades económicas dentro de un trabajo que yo hacía para ella».
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