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MIKEL AYESTARAN
Viernes, 27 de octubre 2017, 08:01
El califato ha pasado de ser el sueño de miles de yihadistas que acudieron a la llamada a la guerra santa que su líder, el ... autoproclamado califa Abu Baker Al Bagdadi, realizó en junio de 2014, a convertirse en su tumba. Se calcula que, en su momento de mayor esplendor, la columna extranjera del grupo yihadista Estado Islámico (EI) estuvo formada por entre 30.000 y 40.000 combatientes llegados de un centenar de países, entre ellos unos 5.000 europeos (con Alemania, Francia y Reino Unido como principales lugares de origen), según los datos recogidos por el centro de investigación The Soufan Group. Estados Unidos lidera una coalición internacional para derrotar al EI y que tiene además el objetivo de «asegurar que cualquier yihadista extranjero que viajó para combatir aquí, muera aquí», declaró Brett McGurk, enviado especial de Washington a la coalición anti EI, en una entrevista concedida a la cadena árabe Al-Aan pocas horas antes del final de la operación para liberar Raqqa. Una estrategia que comparten otros países de la coalición como Francia y Reino Unido.
Raqqa, la capital del califato en Siria, cayó después de cuatro meses de ofensiva y de una negociación final en la que el EI accedió a rendirse, pero los milicianos extranjeros quedaron fuera del pacto y combatieron hasta la muerte. Unos 300 hombres se atrincheraron en el estadio de la ciudad y resistieron 48 horas tras la evacuación en autobuses de sus compañeros sirios. Los mandos kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza de milicias kurdas y árabes que combaten con el apoyo de EE UU, disponían de una lista con nombres y fotografías de combatientes extranjeros. Tenían la orden de «eliminarlos» porque en caso de detenerlos «sus países de origen no los querían de vuelta», aseguraron fuentes kurdas a la agencia AP.
La existencia de estas listas no es nueva y durante el pasado año se reveló que fuerzas francesas y británicas las usaban. 'The Wall Street Journal' informó del inicio de la caza de yihadistas de origen francés por parte del Ejército de Irak y fuerzas especiales francesas, que habrían identificado a 30 hombres como «objetivos muy valiosos». Poco después, 'Sunday Times' reveló que las fuerzas especiales británicas (SAS, por sus siglas en inglés) disponían de una relación elaborada por los servicios de inteligencia con 200 nombres a los que debían matar para evitar su retorno al Reino Unido. Fuentes de Defensa consultadas por el diario londinense anunciaron que «se trata de una lista con personas muy malas que hay que eliminar. La caza de los islamistas británicos está en marcha». Estas mismas fuentes recordaron que «formamos parte de una coalición internacional, pero dentro de ella tenemos un plan propio para perseguir a británicos. La cooperación internacional es importante porque el problema es global».
Los británicos han empleado también aviones no tripulados para matar a compatriotas enrolados en la yihad. Esta estrategia ha sido cuestionada por la oposición, que critica «la falta de una base legal, ya que es una guerra sin la aprobación del Parlamento; incluso la Cámara la rechazó en septiembre de 2013», según palabras del líder laborista, Jeremy Corbyn.
Dirigentes políticos británicos y franceses no ocultan esta estrategia encaminada a evitar el retorno de los ciudadanos de sus países que forman parte del EI, como ha salido a la luz en la reciente ofensiva de Raqqa. El ministro de Defensa de Francia, Florence Parly, confesó a la cadena de radio Europe 1 que «si los yihadistas mueren en combate, sería lo mejor para nosotros». El secretario de Estado de Desarrollo Internacional del Reino Unido, Rory Stewart, se expresó en términos similares en la cadena BBC Radio 5 Live y declaró que los británicos que combaten con el EI «representan un grave peligro para nosotros y, desafortunadamente, la única manera de hacerles frente será, en casi cada caso, matarlos». Las palabras de Stewart coinciden con las de su ministro de Defensa, Michael Fallon, quien etiquetó a los ciudadanos de su país que fueron a luchar bajo las órdenes del califa como «un objetivo legítimo».
40.000 La columna extranjera del grupo yihadista Estado Islámico (EI) estuvo formada por entre 30.000 y 40.000 combatientes llegados de un centenar de países, entre ellos unos 5.000 europeos (con Alemania, Francia y Reino Unido como principales lugares de origen). Se desconoce el número de sirios e iraquíes.
5.600 es el número estimado de los que han logrado retornar. 33 países ya han detectado la llegada de ex combatientes. El éxodo del califato comenzó a finales de 2015, cuando el grupo comenzó a perder terreno en los frentes de batalla. De ellos, 1.500 habrían regresado a Europa.
60.000 Los servicios de inteligencia de EEUU elevan a más de 60.000 los yihadistas muertos desde junio de 2014, entre ellos la mayor parte de altos responsables, pero es una incógnita el número de seguidores del califa que se han reagrupado en el valle del Éufrates, en la zona desértica que une Irak y Siria, o los que se han colado entre la población civil para formar en células durmientes.
2016 combatientes terroristas extranjeros con nacionalidad española o residencia en España se han unido a organizaciones yihadistas en Siria e Irak desde 2012, según datos del Ministerio del Interior. Se calcula que de todos ellos habrían retornado una treintena a nuestro país.
Consultado por este medio sobre esta 'caza' de yihadistas, Ali Soufan, ex agente del FBI y director de The Soufan Group, señala que «una política dirigida a matar a todos los combatientes extranjeros tiene implicaciones en la marcha de la lucha contra el autoproclamado califato ya que cuando les arrincones, sin escapatoria, combatirán hasta la muerte». Soufan recuerda también las declaraciones de su colega Richard Barrett, autor del informe 'Beyond the Caliphate. Foreign Fighters and the Threat of the Returnees' ('Más allá del califato. Los combatientes extranjeros y la amenaza de los retornados'), a la cadena BBC en referencia a esta caza que no va a evitar que «algunos regresen sus países de origen. No se puede escapar del problema diciendo 'espero que no ocurra'». Por lo que los expertos de The Soufan Group recomiendan trabajar en «una respuesta exhaustiva para los retornados, que incluya el cumplimiento de la ley, si es necesario un juicio y ofrecer atención psicológica sobre todo a aquellas mujeres y niños que han vivido en el califato sin tener culpa alguna».
Los servicios de inteligencia de EE UU elevan a más de 60.000 los yihadistas muertos desde junio de 2014, entre ellos la mayor parte de altos cargos, pero es una incógnita el número de seguidores del califa que se han reagrupado en el valle del Éufrates, en la zona desértica que une Irak y Siria, los que se han colado entre población civil para formar en células durmientes, los que han emigrado a Idlib para pasarse a las filas de Al Qaeda o los que han podido regresar a sus países de origen. El centro de estudios estratégicos The Soufan Group calcula que «al menos 5.600» han logrado retornar y que «33 países ya han detectado la llegada de excombatientes». El éxodo del califato comenzó a finales de 2015, cuando el grupo comenzó a perder terreno debido a las campañas militares en Irak y Siria.
De los retornados, unos 1.500 lo habrían hecho a Europa, entre ellos un gran número de mujeres y niños, según datos ofrecidos por la inteligencia estadounidense. Para el general Kenneth McKenzie, director del centro de mando conjunto del Pentágono, «no vemos un gran flujo de salida desde el califato porque la mayoría de combatientes han muerto», tal y como recogió el diario 'The New York Times'. Pero el modelo implantado por EI hace que a la amenaza del regreso de sus combatientes haya que sumar la de lobos solitarios que actúan inspirados por sus ideas, como se ha visto en la mayoría de ataques ocurridos en Europa.
España también participa en la coalición internacional que combate al EI, pero su papel se limita a la preparación de las fuerzas de seguridad de Irak. «De los 216 combatientes terroristas extranjeros con nacionalidad española o residencia en España que desde 2012 se han unido a organizaciones yihadistas en Siria e Irak, según datos del Ministerio del Interior, se calcula que habrían retornado una treintena», apunta Carola García Calvo, investigadora principal del Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, quien añade que «la mayoría de ellos están en prisión, incluidas dos mujeres, y hay otros vigilados». Esta experta recuerda que «desde 2015 se tipifica como delito de terrorismo el desplazamiento o establecimiento en un territorio extranjero controlado por un grupo u organización terrorista para recibir adiestramiento o para colaborar con ellos».
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