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Lorena Gil y Jon Garay
Viernes, 7 de marzo 2025, 08:23
Al paso que va, que el megacohete de Elon Musk explote va a dejar de ser noticia. Ha ocurrido en cinco de sus ocho vuelos. ... Esta pasada noche, la Starship, un gigante de 124 metros de altura diseñado para viajar a Marte, estalló cuando se encontraba a más de 100 kilómetros de altura. Sus fragmentos se esparcieron por el cielo y obligaron a cerrar varios aeropuertos en Florida. «Antes de finalizar el ascenso, un evento energético en la parte trasera de la Starship provocó la pérdida de varios motores Raptor. Esto, a su vez, provocó la pérdida del control y, en última instancia, la pérdida de las comunicaciones con la Starship», ha explicado Space X, la empresa espacial de Musk, en un comunicado.
Hasta ese momento, la prueba había transcurrido con normalidad. Tras un despegue puntual a las 00.30 horas, las dos etapas que componen el gigante -la parte propulsora o Superheavy, y la Starship propiamente dicha, donde irán la carga y la tripulación- se separaron con normalidad transcurridos dos minutos. En ese momento, el Superheavy emprendió el camino de regreso hacia la rampa de lanzamiento en la base de Boca Chica, en Texas. Allí la esperaba el Mechazilla, la garra gigante diseñada para atrapar al vuelo el 'booster'. Aunque en un principio pareció que la maniobra no iba a salir bien, finalmente el brazo robótico pudo hacerse con el cohete, de 70 metros de altura. Era la tercera vez que esta maniobra se completaba con éxito. En un futuro, se espera que también pueda hacerse con la propia Starship. El objetivo es reducir al máximo el tiempo entre un lanzamiento y el siguiente.
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Mientras esto sucedía en tierra, la Starship continuaba ganando altura. Cuando se encontraba a unos 140 kilómetros de altitud, solo dos de los seis motores que tenían que encenderse para continuar su periplo alrededor del planeta lo hicieron. Empezó entonces a girar de forma descontrolada hasta que se activó el sistema de autodestrucción. «Con una prueba como esta, el éxito viene de lo que aprendemos, y el vuelo de hoy nos ayudará a mejorar la confiabilidad de Starship. Realizaremos una investigación exhaustiva, en coordinación con la FAA, e implementaremos acciones correctivas para realizar mejoras en futuras pruebas de vuelo de Starship», ha asegurado la compañía.
La nave llevaba a bordo cuatro satélites de Starlink simulados para ensayar su despliegue en el espacio. Los actuales son lanzados desde los cohetes Falcon 9, pero esta nueva generación es más grande y deben ser lanzados a bordo de la Starship. Su vuelo debería haber terminado amerizando de forma controlada sobre el Océano Índico.
El historial de explosiones de la Starship se estrenó en su primer vuelo, el 20 de abril de 2023. Entonces, cuando apenas habían pasado cuatro minutos, se activó el mencionado sistema de autodestrucción al fallar el mecanismo que debía permitir la separación entre las dos etapas del cohete. En el segundo ensayo, en noviembre de 2023, se desintegraron tanto el 'booster' como la Starship. En el tercero, en marzo de 2024, la nave no pudo soportar la reentrada en la atmósfera y explosionó a 65 kilómetros de altura. Y en el séptimo, el pasado 17 de enero, estalló por una fuga de combustible a una altura similar a la de esta pasada noche.
Esta nueva explosión supone un serio contratiempo tanto para los planes de regreso a la Luna como el posterior salto a Marte. El cohete gigante de Musk es el encargado de trasladar a los astronautas que deben pisar el satélite terrestre desde su órbita hasta su superficie y llevarlos de vuelta a la cápsula Orion, desde la que volverían a la Tierra. Pero el objetivo real de este coloso es Marte. Musk anunció hace unos meses su intención de mandar varias Starships al Planeta Rojo el año que viene. Dos años después, esos viajes serían tripulados. Si antes de estos contratiempos los plazos se antojaban muy aventurados, ahora resultan prácticamente imposibles. El propio Trump ya ha asegurado que la Luna es una distracción y que apuesta por llegar directamente a Marte.
Estos dos últimos estallidos han ocurrido con Musk convertido en mano derecha del presidente Trump y a la espera de que Jared Isaacman, otro millonario amigo del propietario de X y Tesla, se sitúe al frente de la Nasa. Hasta ese momento, el polémico magnate había criticado con dureza a la Administración estadounidense de aviación (FAA, por su siglas en inglés), a la que acusaba de poner demasiados obstáculos a Space X por cuestiones medioambientales y de seguridad.
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