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Laura del Hoyo y Marina Okarynska. Las dos amigas murieron estranguladas. :: DM
Cuenca revive su último crimen

Cuenca revive su último crimen

Un jurado popular decidirá esta semana el destino de Sergio Morate, acusado de estrangular a dos mujeres

JAVIER GUILLENEA

Domingo, 22 de octubre 2017, 16:16

Sergio Morate empezó a hablar y no paró hasta contarlo todo. Lo confesó a uno de los policías españoles que el 6 de septiembre de 2015 lo trasladaban a un juzgado de Cuenca desde Madrid, la ciudad a la que había llegado tras ser extraditado de Rumanía. Dijo que había asesinado a su exnovia Marina Okarynska y su amiga Laura del Hoyo. Según su relato, estranguló a ambas y luego huyó lo más lejos posible tras intentar deshacerse de los cuerpos. Lo contó con detalles, dijo cómo apretó el cuello de Marina con una brida de plástico y mató con sus manos a la otra mujer. De todo habló, pero en cuanto se vio ante un juez dejó de hacerlo. No ha vuelto a abrir la boca.

Han pasado poco más de dos años. Sergio Morate ha permanecido todo este tiempo en la cárcel madrileña de Estremera a la espera de ser juzgado. Según fuentes penitenciarias, no hay constancia de que haya tenido problemas con el resto de los reclusos. «Estremera es una macrocárcel de mil celdas donde los nuevos internos que ingresan pasan desapercibidos a no ser que sean muy famosos o que den la nota», señalan.

No es el caso de Morate, que ante el juez siempre ha sostenido su inocencia y que ha hecho del silencio su única defensa después de la incontinencia verbal que sufrió durante su traslado al juzgado. Sus confesiones, realizadas de manera informal a un policía con el que había tomado confianza, carecen de valor jurídico, aunque mañana estarán presentes en la Audiencia provincial de Cuenca, donde el recluso, de 34 años, se enfrenta a una petición fiscal de 48 años de cárcel.

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Su destino está en manos de un jurado popular compuesto por siete hombres y dos mujeres que la próxima semana deberán permanecer al margen de todo cuanto no sea el desarrollo del juicio. No podrán hablar ni con los abogados ni con los más de cincuenta periodistas acreditados de más de treinta medios de todo el país dispuestos a desmenuzar los entresijos de un doble asesinato que el 6 de agosto de 2015 sacudió a una ciudad tan poco dada a sobresaltos como Cuenca, que en la memoria colectiva permanece ligada a la película de Pilar Miró 'El crimen de Cuenca', aunque en aquel caso real el asesinato resultó no serlo y los malos fueron guardias civiles.

Decisión fatal

Según lo que contó Morate, Marina Okarynska, de 26 años y origen ucraniano, había roto hacía meses su relación con Sergio y se había establecido en Rumanía, donde se casó. La mujer regresó a Cuenca a principios de agosto para recoger sus pertenencias de la casa de su exnovio, a quien había llamado por teléfono para avisarle de que acudiría acompañada por su amiga Laura del Hoyo, de 24 años. Cuando Marina le dijo que no iba a ir sola, él trató de disuadirla y le pidió que lo dejara para otro día, pero ella se negó. Esta decisión selló el destino de Laura.

La tarde del 6 de agosto, Sergio Morate abrió la puerta de su casa a las dos mujeres y la cerró con llave inmediatamente después. Lo que reveló al policía fue la historia de un doble asesinato que tardó cinco minutos en cometer y que, al parecer, había planeado, aunque solo en parte. Los dos exnovios entraron en una habitación para recoger ropa mientras la amiga se quedaba fuera sin saber que, mientras esperaba, Sergio rodeaba el cuello de Marina con una brida de plástico. No hizo falta más; una vez apretadas, las bridas son casi imposibles de soltar. La mujer perdió el aliento y cayó al suelo ante la mirada de su antigua pareja.

El ruido sobresaltó a Lucía, que entró en la habitación y vio lo que había ocurrido. Trató de escapar y se abalanzó hacia la puerta, pero estaba cerrada. No pudo hacer mucho más. Sergio la alcanzó, la golpeó en la cabeza, la arrojó al suelo y la estranguló con sus manos. «No quería matarla, pero no me quedó más remedio, todo se complicó», contó al policía que le escuchaba.

Sergio Morate huyó a Rumanía, donde permaneció oculto hasta su captura, el 14 de agosto. En septiembre, la justicia rumana concedió la extradición del detenido, que insistía en su inocencia y se negaba a retornar a España porque temía que los familiares de las víctimas acabaran con su vida. En el viaje de regreso confesó lo que luego se negó a repetir ante el juez. Será el jurado popular quien decida dónde está la verdad de Morate, si en sus palabras o en su silencio.

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