![Responsables del programa, junto a un grupo de madres y padres de Santoña.](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201902/02/media/cortadas/paif-k1cE-U70488609012mXF-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
![Responsables del programa, junto a un grupo de madres y padres de Santoña.](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201902/02/media/cortadas/paif-k1cE-U70488609012mXF-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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Cristina Pascual
Sábado, 2 de febrero 2019, 07:47
Santoña fue uno de los primeros municipios de la región en acoger, de forma experimental, el Programa de Apoyo Integral a las Familias. Hoy es uno de los ayuntamientos que continúa apostando por todos y cada uno de los proyectos incluidos en el PAIF. Uno ... de ellos es el programa 'Afecto', dirigido a padres y madres con hijos menores de 3 años, y que se ha llevado a cabo en colaboración con el Centro de Atención a la Primera Infancia (CAPI) de esta localidad durante los últimos meses.
Estos centros, dependientes del ICASS, atienden a niños y niñas con edades comprendidas entre los 0 y los 3 años, apoyando a las familias en la conciliación de la vida laboral y familiar, a la vez que previenen posibles situaciones de desprotección, que puedan llegar a perjudicar el desarrollo positivo de los menores.
'Afecto' tiene un carácter educativo y, esencialmente preventivo, que aborda aquellos contenidos esenciales en la promoción y fortalecimiento de las competencias y capacidades parentales. Puede traducirse en el día a día de cualquier familia; en esas líneas de actuación básicas de la crianza; en el mejor conocimiento de los hijos; en la transmisión de experiencias entre padres y madres que viven situaciones similares, que tienen dudas, y que necesitan un refuerzo positivo. «'Afecto' es ese lugar en el que podemos poner en común cómo estamos trabajando la crianza, desde nuestro papel de padres y madres».
Fuencisla Vaquero, educadora social del equipo PAIF, asegura que uno de los principales objetivos de este proyecto es fomentar los sentimientos de seguridad, confianza y satisfacción entre los progenitores. «Queremos que tengan claro que hacen muchas cosas bien y que solamente tienen que ordenar esas pautas del día a día para sentirse mejor. Pretendemos que sean conscientes de que esas dudas e incertidumbres sobre temas tan habituales como las rutinas, las formas de juego y educación, los cambios de carácter, las rabietas…, son totalmente normales».
Para potenciar ese rol de padres y madres empoderados el programa utiliza dinámicas muy variadas. «Hemos hecho teatro, hemos jugado, completado fichas, visto vídeos y hasta lanzado con ovillos de lana, pero sobre todo, hemos charlado, nos hemos contado nuestras experiencias, nos hemos reído y también emocionado», relata Paulina, una de las madres que ha tomado parte en el programa.
Entre los participantes hay familias primerizas, madres que repiten por segundo año consecutivo; otras que volverán en su próxima edición; maridos y mujeres que se turnan semanalmente para asistir a las sesiones y, también, quien tuvo sus reticencias iniciales a tomar parte en un programa que, «en un principio, pensaba no estaba dirigido a mi familia». José Miguel es padre de un niño que, como él mismo explica, «estaba dejando atrás esa fase de bebé, la cual fue más llevadera para nosotros. De repente, nos encontramos con una serie de cambios y nos surgieron algunos miedos y dudas sobre si estábamos actuando bien o no. Jamás pensé que esto sería para nosotros, porque debo reconocer que la desinformación me llevó a creer que el PAIF era solamente un programa destinado a familias desestructuradas o en riesgo, y realmente no es así. En mi caso, el boca a boca funcionó y me picó la curiosidad por saber en qué consistía todo esto. Estoy realmente contento por haber asistido. Entre todos hemos llegado a conclusiones y hemos extraído valores sobre la crianza, a los que nos hubiese resultado mucho más complicado llegar estando solos».
Los profesionales aseguran que al finalizar la última sesión, los padres no se van a casa con ninguna varita mágica ni con una receta secreta que les diga cómo afrontar la educación y crianza de sus hijos. «Se trata de que sean capaces de resaltar los logros que han conseguido los niños en sus diferentes etapas y que asuman la importancia que ellos, como padres y madres, han tenido en la consecución de esos objetivos», afirma Fuencisla. José, uno de los trabajadores del CAPI de Santoña también ha aportado esa parte de conocimiento, confianza y proximidad que le confiere el trabajo diario con los niños de estas familias. En su opinión, un porcentaje muy alto de madres tiene un apego muy significativo por la etapa de bebé de sus hijos y cuando esta va dando paso a otras fases, «surgen las inseguridades, la falta de confianza en unas personas, que no solo son padres y madres, sino que, además, deben ser conscientes de su propia individualidad como hombres y mujeres».
Como ocurre en el resto de actividades del PAIF, el dinamismo y la metodología del proyecto es uno de los aspectos más destacados y mejor valorados por los participantes. «Yo pensaba que sería algo más teórico y, por el contrario, es todo muy participativo. Aquí nos animan a salir de esa zona de confort y a compartir nuestras propias vivencias con el resto de compañeros. Aprendemos unos de otros y al final te vas a casa con una sensación magnífica. Te sientes reforzada», asegura Rebeca.
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