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-¿Qué radiografía realizaría de la Universidad española a día de hoy?
-Creo que la Universidad española, en líneas generales, tiene un nivel de calidad comparable al de los países europeos. Los estudiantes egresados de nuestras facultades están, en conjunto, muy bien considerados fuera ... de España; esto ha podido valorarse, lamentablemente, durante los años más duros de la crisis. Por otra parte, la actividad investigadora llevada a cabo ha experimentado en las últimas décadas un incremento muy notable en su calidad, a pesar de la reducción de presupuestos. Sin embargo, tenemos todavía un largo camino para alcanzar el mismo nivel en todo lo que tiene que ver con innovación y transferencia de conocimiento, donde nuestro grado de éxito es claramente menor. Por supuesto, la universidad española tiene ante sí insuficiencias y desafíos importantes, que solo se podrán afrontar de forma adecuada si se logra un pacto nacional por la universidad.
-¿Es la Universidad suficientemente autocrítica?
-No me atrevo a hablar por toda «la universidad». Yo, como rector, intento serlo siempre. Los universitarios estamos especialmente obligados a ser continuamente críticos, porque nuestro campo de trabajo es el pensamiento, el debate y el contraste de ideas. En la Universidad de Cantabria, todo el equipo de gobierno y , en general toda la comunidad, trabajamos bajo un espíritu de cuestionamiento continuo de lo que hacemos cada día. Como en cualquier otra institución, este espíritu es más marcado en unas personas que en otras; pero, sinceramente, no creo que en la Universidad haya menos autocrítica que en cualquier otro gremio.
-¿Cree que la Universidad y los trabajos que realiza para las instituciones (como el último caso del Metrotus) son objeto de críticas abusivas o injustas o entran dentro de lo razonable?
-Ya he dicho varias veces que la crítica es sana. Y que cuando una universidad tiene claro que debe participar en todos los desafíos y problemas del día a día de la sociedad, es lógico asumir que esa sociedad te va a criticar también en ese día a día. No me preocupa, por tanto, que se critiquen los trabajos que hacemos para las instituciones, siempre que no se olvide algo, por lo demás, evidente: que una cosa es el desarrollo teórico de un modelo y otra es la plasmación práctica del mismo, con las circunstancias, de todo tipo, que siempre influyen y a veces determinan totalmente el éxito o fracaso de esa plasmación. En todo caso, entre ser activos proponiendo soluciones para los problemas de la comunidad y arriesgarse a recibir críticas por ello, o la alternativa que sería inhibirse y quedarse dentro de los muros de nuestros edificios, elijo sin duda lo primero. El límite que no debe sobrepasarse nunca es transitar desde la crítica razonada hacia la descalificación burda y, mucho menos, hacia la insidia gratuita y la difamación. Alguna de estas ha habido, y ahí sí que no podíamos callar.
-¿Cuáles cree que son las claves y mejoras que deben guiar la Nueva Ley de Universidades que los rectores han solicitado al ministro Pedro Duque?
- Mejorar la financiación, siempre bajo el principio de financiación por objetivos; reformar la gobernanza para hacerla más operativa y para que el respeto a la autonomía universitaria y la adecuada rendición de cuentas vayan de la mano; y desarrollar una política de plantilla que asuma las tres funciones de la universidad: docencia, investigación y transferencia.
-¿En qué medida los casos de Carmen Montón, Pablo Casado y Cristina Cifuentes, o el cuestionamiento de la tesis de Pedro Sánchez, han puesto en peligro la credibilidad, el prestigio y la imagen de la universidad española?
-Sin duda, estos hechos, algunos de ellos presuntamente graves, están haciendo un daño importante a la imagen de la Universidad. Mi opinión es que es imprescindible sancionar y castigar con absoluta ejemplaridad las conductas en las que se pruebe que realmente se han infringido las normas. No puede haber ningún corporativismo sobre eso. Pero, con la misma rotundidad, pido que no se generalice en absoluto hacia toda la universidad lo que pueda suceder en un centro concreto de una universidad concreta. La universidad española es mucho más que eso. Y hace un trabajo fundamental para la sociedad. Y también reclamo a las fuerzas políticas que no abran la veda de utilizar a la universidad como un arma arrojadiza en sus debates.
-¿No cree que es necesario modificar los mecanismos de control dentro de la universidad para evitar casos así? ¿Introducir quizás mecanismos más eficientes?
-Todo lo que sea controlar de forma eficiente nuestra actividad es bueno. Creo, honestamente, que en nuestra universidad tenemos mecanismos adecuados de vigilancia, pero, sin duda alguna, todo es mejorable y a ello estamos siempre abiertos. De hecho, la próxima puesta en marcha de nuestro Plan Estratégico será una oportunidad para avanzar en este terreno. Lo que si es importante es que, si van a implementarse nuevos mecanismos de control, ello no signifique, como sucede con frecuencia, una mayor carga burocrática, sin valor añadido en términos de eficacia real.
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