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Las españolas son mejores estudiantes que los hombres, ya desde la educación obligatoria, y se forman más, pero son claramente discriminadas por el mercado laboral, pues consiguen un empleo en una proporción muy inferior a la de los hombres con su misma categoría académica y cuando lo logran cobran sueldos mucho más bajos que los de sus equiparables masculinos.
El 84% de las españolas logra superar la ESO y el 63% se gradúa en Bachillerato. Esto supone que el porcentaje de las que consiguen titularse tanto en la secundaria básica como en la superior está entre 10 y 15 puntos por encima de sus compañeros, ya que los varones que tienen el último título de la educación obligatoria son el 73,8% y quienes superan la siguiente fase académica de secundaria, la preuniversitaria, son el 47,6%, según el informe 'Aulas por la Igualdad', elaborado por el Ministerio de Educación.
Esta mayor y mejor formación de las féminas españolas continúa en los niveles educativos superiores. Son el 55,6% de todos los estudiantes universitarios, tienen tasas de graduación en las carreras más altas que los de sus compañeros, y lo mismo ocurre en los ciclos superiores de FP. Ellas solo son el 47,7% de las matriculadas, pero, en cambio, el 30,3% de las españolas tiene un título de técnico superior frente al 28,2% de los varones. La mayor proporción de mujeres que obtiene títulos desde la ESO hasta los grados universitarios explica por qué el abandono escolar -jóvenes de entre 18 y 24 años que dejan de estudiar- entre ellas es de la mitad que entre ellos (11% frente un 20%). La diferencia es tal que las españolas están en la media de abandono escolar de la UE mientras que los españoles se sitúan justo a la cola.
Sin embargo, pese al mayor y mejor rendimiento femenino en los estudios, las mujeres tienen una tasas de empleo en todos los niveles de formación muy inferiores a las de los hombres y les pagan mucho menos por idénticas exigencias académicas. El año pasado, entre las españolas que habían finalizado la ESO, la proporción de contratadas fue del 29,7% frente al 51% de los hombres con el mismo nivel de estudios, 21 puntos por debajo para aspirar a los trabajos básicos. En menor proporción, la brecha se repite entre las profesionales con estudios superiores. Cuentan con empleo el 77% de las tituladas universitarias o en ciclos superiores frente al 83,4% de los graduados. Estos datos aclaran por qué la tasa de empleo de las españolas de entre 25 y 64 años es del 62,6% mientras la de sus homólogos masculinos se sitúa en el 74,8%. El sexo explica doce puntos de diferencia.
Pero es que, además, los sueldos medios de los hombres son el 19,3% más elevados que los de las mujeres y, en el caso de quienes tienen estudios superiores, la diferencia de ingresos se eleva al 30,7%. El único dato positivo del informe es que parece que en las últimas décadas esta discriminación por sexo tiende a reducirse. Las personas con empleo de la franja de 25 a 34 años son el 64,6% en el caso de las mujeres y el 71,1% en el de los hombres, una brecha justo la mitad de la general. La distancia salarial también tiende a rebajarse entre los más jóvenes. En el grupo de 25 a 34 años, la desigualdad salarial en favor de los hombres es del 9,7% de media y del 19,9% entre quienes tienen estudios superiores.
El informe, que en su tercera edición recoge los principales indicadores educativos en clave de género, confirma la clara mayoría de mujeres en los institutos y en las carreras universitarias y un cada vez mayor equilibrio con los hombres en los distintos ciclos de FP, pero también constata una menor presencia femenina en los estudios y ámbitos científicos y tecnológicos y, en cambio, un evidente predominio de mujeres en la profesión docente -que se refleja ya con una mayoría (66%) en el cargo de directoras- y en otros ámbitos como la sanidad, las humanidades y los servicios sociales.
Las alumnas, en el curso 2018-19, el último con cifras cerradas, eran el 53,5% de los estudiantes de Bachillerato y el 48,7% de las matriculados en ESO, con clara preferencias hacia el Bachillerato de Artes y el de Humanidades. En Formación Profesional, representaban el 29,3% en la Básica -probablemente por su mayor éxito en ESO-, pero ya eran el 43,7% en grado medio y el 47,7% en el superior. Eso sí, se mantiene la diferencia entre las familias profesionales elegidas. Por ejemplo, en la FP superior, la familia Imagen Personal tiene un 93,9% de alumnas; Servicios Socioculturales y a la Comunidad, un 87,1%; Textil, Confección y Piel, un 85,1%; y Sanidad, un 75,9%. En el otro extremo, las mujeres son un 3,7% del alumnado de Transporte y Mantenimiento de Vehículos; un 4,4% en Instalación y Mantenimiento; un 5,5% en Electricidad y Electrónica; un 9,5% en Marítima y Pesquera; y un 11,6% en Informática y Comunicaciones.
Las estudiantes son mayoría (55,6%), igualmente, entre el alumnado universitario, pero su proporción varía también en función del grado cursado. Hay mayor presencia de alumnas en estudios de Educación (77,9%) y de Salud y Servicios Sociales (71,8%), y hay menos matriculadas en Ingeniería, industria y construcción (29%) e Informática (13,4%).
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