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José Antonio García mantiene la actividad física y mental contra los síntomas del alzhéimer, en Granada. r. c.
La enfermedad del olvido íntimo y el desprecio social

La enfermedad del olvido íntimo y el desprecio social

Sin una cura efectiva, los pacientes con alzhéimer trabajan a diario por retrasar la devastación neuronal, y denuncian que el estigma «destruyea la persona más rápido» que los síntomas

Lunes, 20 de septiembre 2021

Cuando empezó a vivir en el olvido constante, José Antonio García era inspector de una compañía de seguros en Granada. Tenía 56 años. Primero se dio cuenta que no retenía las lecciones de informática de su compañía, después las visitas que tenía pautadas. «Son pequeñas ... cosas que al principio no les haces caso. Te dicen que son cosas de la edad, de las prisas, de la presión del trabajo», recuerda García de aquellos meses en que el alzhéimer avanzaba en su cerebro. «En mi caso, se me mantiene lo que sé, pero la nueva información, no». En 2012 acudió al médico de atención primaria y un año después le remitieron al neurólogo. «Estaba en la flor de la vida y tenía hijos pequeños», asegura García con voz firme. Ese dictamen de demencia fue ratificado por fin en 2015. «Me dijeron que nunca iba a mejorar, que iría a peor, que lo que podía hacer era mantenerme activo física y mentalmente. Eso es lo que hago desde el primer momento para retrasar el avance», dice García, que ahora tiene 65 años.

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