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J.M.L.
Toledo
Domingo, 9 de junio 2024, 13:22
La Guardia Civil ha desplegado un operativo especial en la provincia de Toledo para detectar a los «turistas del opio» o «turistas de la amapola ... blanca» y evitar que extraigan la resina de estas amapolas de la que se obtiene opio. La adormidera o amapola blanca («Papaver somniferum») crece de forma silvestre en amplias zonas de la provincia de Toledo. Desde hace años, la Guardia Civil ha podido comprobar que su existencia atrae a un tipo de turismo procedente de otros puntos de España y de países como Francia, Italia o Alemania que nada tiene que ver con la belleza de sus pétalos sino más bien con su resina.
Es una simple planta herbácea que, sin embargo, tiene un alto contenido de alcaloides opiáceos que se obtienen a partir del látex exudado mediante incisiones realizadas en el fruto. Es la base para la producción de opio y sus derivados. Para ello, estos «turistas de la amapola blanca» realizan un corte longitudinal al fruto consiguiendo que el bulbo arroje látex de color blanco. Después se oxida al sol, se recoge, se amasa y se deja secar. El resultado es opio que puede servir para autoconsumo del turista cosechador o bien para su venta en el mercado negro de la droga por sus efectos analgésicos y alucinógenos.
«Hay un efecto llamada entre gente que ha visitado la provincia de Toledo en busca de esta amapola y otras personas e incluso repiten los que vinieron en años anteriores », explica el teniente Valentín Martínez-Reche, de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Toledo.
Se trata de una práctica ilegal que se considera delito a partir de los 50 gramos de opio decomisados y que puede suponer prisión de entre seis meses y tres años. Por debajo de esta cantidad sólo conllevaría una sanción administrativa de entre 600 y 900 euros.
Pero además de ser ilegal, su consumo –fumado, en infusión o mezclado con alimentos- puede ser mortal. De hecho, en 2019, un joven irlandés de 20 años llamado Ryan murió en Polán (Toledo) tras ingerir una excesiva cantidad de cápsulas de adormidera junto con hachís que le provocaron dificultades respiratorias que resultaron letales. En la autopsia, los forenses se encontraron con unos pulmones edematosos. Unos antes, en 2009, corrió la misma suerte Pasquale, un italiano de 32 años, politoxicómano y epiléptico, que murió asfixiado y entre convulsiones tras ingerir opio en una finca legal de adormidera de Albacete donde se había colado con unos amigos para robar opio.
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